
La educación es un proceso de aprendizaje a través del que vamos adquiriendo una serie de conocimientos o competencias que nos permiten adaptarnos mejor a la sociedad y a las demandas del mercado laboral. Un aprendizaje continuado y gradual apoyado en un sistema encargado de su desarrollo, que ha funcionado de un modo satisfactorio durante años.
Sin embargo, de la noche a la mañana, nuestra sociedad se ha visto obligada a enfrentarse a una situación que no sólo amenaza miles de vidas, sino que a la vez nos hace replantearnos el sistema que hasta ahora considerábamos sólido.
Los sistemas educativos se han visto obligados a reinventarse, a reeducarse podríamos decir, para aprender el mejor modo de afrontar el desafío.
¿Cómo lo han hecho? ¿Han actuado todos los países del mismo modo? ¿Ha habido pautas comunes o comportamientos similares? ¿O cada uno ha impulsado sus propias medidas?
Para averiguarlo, el Centro Europeo para el Desarrollo de la Formación Profesional, CEDEFOP, ha realizado un estudio comparando las situaciones de 25 países europeos con respecto a la Formación Profesional en el ámbito educativo.
Sus expertos lanzaron una consulta interna a principios de mes a diversos países europeos de la que se extrae un único mensaje común: la voluntad de hacer todos los esfuerzos para mantener el aprendizaje tanto en su parte teórica como práctica y evitar la pérdida de un año escolar por parte de los alumnos.
A partir de ahí llegan las diferencias, que parten de lo más básico, los tiempos de clausura de las instalaciones educativas. Porque, aunque a estas alturas todas están cerradas, evitando la asistencia de los estudiantes, las diferencias sobre el momento de reapertura son amplias.
La parte germanófona de Bélgica plantea tres escenarios, desde una reapertura temprana de las escuelas ya en abril, a retrasarlo a mayo o concluir ya el curso escolar.
En Francia y Portugal, trabajan con adaptar los cursos al período de cierre; y en Alemania buscan como los estudiantes pueden pedir extensiones hasta cumplimentar su formación.
Todos los países facilitan el teleaprendizaje para compensar la parte teórica y la tónica general es que muy pocos estaban preparados para asumir ese reto de inmediato y hacerlo con éxito.
Pero es en la parte práctica donde encontramos más diferencias, ¿se puede ‘teleaprender’ cuando te formas en una profesión que requiere del contacto físico?
En la mayoría de los países, los aprendices no asisten a las empresas o centros de trabajo, si están cerradas por ley. La asistencia sólo continúa en aquellos lugares donde todas las partes implicadas están de acuerdo en que la actividad se puede desarrollar sin riesgo.
Es lo que pasa en Holanda, donde la empresa puede aprobar la continuación de la formación siempre y cuando respete las recomendaciones del Instituto Nacional de Salud Pública y del Servicio Pública de Salud.
En Portugal, donde si la empresa mantiene su actividad y el centro educativo y el alumno dan su consentimiento, la actividad continúa. O en Suecia donde el Gobierno deja la decisión en manos de centros y empresas.
Esa permisividad encuentra justificación en aquellos países donde los aprendices forman parte de sectores dedicados a servicios esenciales. Sectores como el agroalimentario, el farmacéutico o el sanitario permiten mantener el aprendizaje siempre y cuando se mantenga las medidas de seguridad.
Parches, soluciones temporales o procesos de aprendizaje para responder a un problema con un único interrogante: ¿qué pasa con los estudiantes este año?
El aprobado general decretado por países como Italia no se aplica a los estudiantes de FP que tienen que acreditar una parte de formación práctica. De hecho, Italia aún no ha tomado una decisión sobre qué hacer con ellos.
Francia ha decidido adaptar el período de aprendizaje en los centros de trabajo cuando se recupere la actividad y teniendo en cuenta cuanto se prolonga el confinamiento.
En Malta, la evaluación se hará en remoto, y otros países como Holanda, Austria o Alemania posponen los exámenes o extienden los períodos a la espera de tener más certidumbre.
Lo que está claro es que la pandemia nos ha cogido a todos desprevenidos. Improvisamos medidas y aprendemos mientras lo hacemos para inventar otras nuevas. Nadie puede sentirse culpable por ello, pero nadie será inocente si de aquí no salen lecciones conjuntas que contribuyan a modelar un nuevo sistema capaz de responder al mayor reto que se nos puede plantear. Es esencial que podamos aprovechar al máximo la ventana de oportunidad para la FP que se está abriendo en este momento de crisis, y que nos sirva para pensar y desarrollar nuevos modelos, metodologías y herramientas de aprendizaje donde la FP a distancia pueda responder a los nuevos escenarios y desafíos sociales.
Doctora Mónica Moso Díez, Responsable del Centro de Conocimiento e Innovación
Fundación Bankia por la Formación Dual