
La educación vive un momento de incertidumbre. Tiene que preparar a los alumnos para un cambio social muy rápido, para trabajos que no se han creado y para el uso de tecnologías que no se han inventado. Por ello, la escuela debe enseñar conocimientos que no tengan fecha de caducidad y que sigan siendo importantes en un futuro, para que los alumnos sepan integrarse en diferentes escenarios profesionales y sociales.
“Aprender para la vida no es una opción, es una obligación de la escuela”, afirma Francisco Zariquiey, autor del programa cooperamos de más Savia. Este experto en aprendizaje cooperativo asevera que solo el alumno sabrá utilizar en la vida real lo aprendido si la escuela conecta el aprendizaje con la vida real, por lo que ese proceso de transferencia es vital. “Estas destrezas instrumentales transversales son las que deberían constituir el centro del acto educativo”, sentencia.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) identificaba en su proyecto DeSeCo (Definición y selección de competencias clave), en el que se fundamentan muchas de las reformas educativas actuales, las nuevas habilidades de los alumnos, entre las que se perfila el objetivo de que lleguen a ser más abiertos, más autónomos y más globales, personas críticas y comprometidas, para que aprendan a vivir y a preservar y mejorar el mundo que les rodea.
“Cooperando para aprender, aprenden a cooperar”
En un mundo interconectado como en el que vivimos, la interacción social va a ser vital, por lo que “necesitamos darles herramientas a los alumnos para que esa interacción sea positiva y aprendan a vivir de forma constructiva en los distintos entornos sociales”, destaca Zariquiey. Este maestro de Primaria, con amplia experiencia como tutor, ha contrastado el efecto positivo de generar en clase situaciones de trabajo en equipo porque “cooperando para aprender, los alumnos aprenden a cooperar”, con lo que adquieren así una serie de destrezas para ser más competentes a la hora de relacionarse.
Otra de las ventajas del trabajo cooperativo es la participación en el aula, lo que potencia un aprendizaje curricular más profundo. “Los niños trabajan juntos para aprender solos”, destaca Zariquiey, quien comenta que muchas veces los niños le entienden al compañero cosas que no entienden cuando las explica el profesor; y tras aprender en el plano grupal, ese aprendizaje se transfiere al plano individual.
Atención a la diversidad
Además de hacer alumnos más autónomos y más conectados, da respuesta a la diversidad, uno de los retos de la escuela actual. No hay dos seres humanos que aprendan lo mismo de la misma forma y en el mismo tiempo. Por ello es necesario un modelo de aprendizaje adaptado a las necesidades de cada niño. La estructura cooperativa es la forma de lograrlo. “La cooperación convierte la diferencia en virtud”, agrega Zariquiey, ya que puedes hacer que niños que han alcanzado un cierto nivel ayuden a otros, y al hacerlo mejoran ellos también otras destrezas y alcanzan un aprendizaje más profundo.
Más Savia, aprendizaje para la vida
Todas estas claves están presentes y dan forma al proyecto educativo para Primaria de SM más Savia, que apuesta por un alumno más global, que comprende mejor el mundo que le rodea, se compromete con él y se relaciona de manera positiva, con una perspectiva de aprendizaje mucho más amplia y rica.
Más Savia ofrece una serie de estrategias y metodologías, avaladas por evidencias de mejora en el aula, que introducen una innovación sostenible en la escuela. Además de Francisco Zariquiey para el aprendizaje cooperativo, se cuenta con la autoría de Pilar Pérez Esteve para la mejora de la comprensión lectora, y con Javier Bahón para las estrategias del pensamiento. Todo ello primando la transferencia del aprendizaje a la vida y con un entorno virtual de aprendizaje, en el que el profesor puede hacer seguimiento personalizado de los alumnos a la vez que se fortalece el vínculo familia-escuela.