
Hace unas semanas hablaba sobre por qué el acompañamiento es clave en la gestión de equipos. No cabe duda de que cada vez es más urgente la necesidad de incorporar el acompañamiento en el liderazgo de todo directivo. Por eso, creo que vale la pena dedicar algunos artículos a elementos concretos del acompañamiento a equipos.
Si yo preguntara qué es mirar o escuchar, la mayoría de nosotros tendríamos claro lo que es. Podríamos dar una definición más o menos exacta. Lo que no sé si estaría tan claro es si en nuestro día a día lo aplicamos adecuadamente.
Primera parada: LA MIRADA
Hace tiempo que la vida me dio la oportunidad de acompañar a adolescentes, familias y a equipos de profesores. Y cuanto más tiempo pasaba al lado de cada uno de ellos, más me daba cuenta de que la forma de acompañarlos era muy parecida. O más bien que lo que yo necesitaba para acompañar eran elementos parecidos. Con el tiempo, se me iluminó algo importante: en todo acompañamiento la herramienta clave eres tú. Y precisamente por eso, debemos revisar nuestra manera de acompañar y saber, en primer lugar, qué tengo yo que me haga un buen “acompañante”.
Una de las claves en el acompañamiento es que debemos descubrir a la persona total e integrada que hay dentro del que acompañamos, ya que en base a eso, podremos encontrar un camino u otro para hacerlo. De ahí que la primera parada en el aprendizaje del acompañamiento (o revisión del mismo) sea la MIRADA.
Si algo es importante en nuestra tarea de acompañar, es saber mirar adecuadamente, ya que una mirada puede transformar al otro. La mirada revela significados. Miramos la realidad de una forma determinada y la vivimos de una forma determinada. Por tanto, nuestra forma de mirar(nos) y de mirar(los) orienta nuestras decisiones y relaciones. ¿Te das cuenta, entonces, de lo importante que es educar nuestra mirada? Hay tanto en juego…
No es lo mismo mirar a cada una de las personas de tu equipo como “herramientas que usar” para llegar a unos objetivos, a mirarlas como personas con una serie de dones con las que poder sumar y enriquecer todo aquello que pongamos en marcha.
En este punto es importante darse cuenta de la gran diferencia que encontramos entre ver y mirar. Tal y como dice Guardini, ver significa asimilar las cosas, someterse a la influencia, ser captado por ellas. Y ese es el estado en el que viven muchos de nuestros profesores, no digo que no. Aquellos que únicamente ven la superficialidad de sus compañeros o alumnos: su forma de vestir, su rebeldía, su amargura… Cuanto más profundamente arraigado está el temor o la antipatía, tanto más firmemente se empeña el ojo en no ver, hasta que llega un momento en que ya no puede percibir en absoluto al otro, dice Guardini. Su mirada reduccionista no les permite ver más allá. Por eso, debemos profundizar en la interioridad de cada persona y ayudar, así, a que ellos hagan lo mismo con los que tienen a su alrededor.
Llegados a este punto, es importante destacar lo importante que es la capacidad del asombro para desarrollar una mirada profunda. Es ese “ver en profundidad”, ya que, de esta manera, atravieso las “sombras” que esconden parte de la persona que tengo delante. Asombrarnos con el que tengo delante es ser capaces de mirar a través de esas sombras, siendo conscientes, además, de que en nuestros equipos hay personas con distintas intensidades de luz. De ahí la importancia de entender que nuestra mirada condiciona nuestra manera de ser, nuestra vida y la de los demás y nuestra capacidad de asombro abre las puertas de nuestro corazón al infinito.
Es importante descubrir que se necesita una mirada centrada en la persona; mirar a nuestro equipo sin olvidar que tienen problemas. Nuestra actitud debe ser con una mirada centrada en el encuentro, ya que ahí es donde se produce el crecimiento de los dos. Esto es vital. No sólo crece al que acompañamos, sino los que acompañamos.
Hay otro aspecto a tener en cuenta. Cuando lideramos un equipo debemos ser conscientes de que cada una de las personas que lo forman tienen una misión que va más allá de la que ellos mismos creen (y nosotros). Es, como dice Guardini, distinguirse como uno mismo de los demás; asumir como persona la libertad y la responsabilidad propias; adquirir una opinión propia sobre el mundo y sobre la posición que se ocupa dentro de él. Y tomar conciencia de esto es la llave del cambio, ya que puede encender la chispa en cada uno de ellos permitiendo, así, sentirse parte de algo más grande.
Y todo esto, ¿para qué? Para acompañar adecuadamente. Si tu mirada se ve reducida por tus prejuicios y tus limitaciones va a ser imposible acompañar, como les sucede a muchos. En cambio, si amplías tu mirada “se obra el milagro”. Tu manera de hacerlo puede transformar el corazón de las personas a las que acompañas, créeme.
En resumen, se podría decir que mirar pasa por saber escuchar con el corazón y empatizar con la persona que tienes delante; es saber alumbrar en ella lo que es, para que lo descubra y pueda entregar lo mejor de ella misma.
Javier Luna Calvera, experto en formación educativa y Coach educativo