
Escribo estas líneas la tarde noche del 16 de marzo, el día en el que España ha cerrado fronteras por el coronavirus, y hemos pasado a ser el segundo país del mundo con más nuevos afectados diarios. Llevamos apenas unos pocos días de confinamiento en los domicilios. Días que se pueden contar con los dedos de una mano. Algunos empezamos antes, otros después. Pero ya todos estamos en casa.
Así, aún es muy pronto para decir que algo hemos aprendido de la experiencia. Algo de este tipo deberá dejarse para más adelante. De momento estamos en pleno estallido. Bastante tenemos todos con organizarnos, asimilar lo que está pasando y prepararnos para resistir.
Todavía estamos sorprendidos como sociedad. No sabemos a qué atenernos aún. Hoy ha sido el primer día laboral después de la declaración del Estado de Emergencia, y parece que ha habido aglomeraciones en los transportes públicos a primera hora de la mañana.
La situación se complica además con una ola de frío y nieve que está dificultando el transporte por carretera. La situación parece apocalíptica.
Cabeza fría
“En tiempos de tribulación, no hacer mudanza”, dicen que aconsejaba Ignacio de Loyola. Estos son momentos de no dejarse llevar por el miedo, la cortedad de miras, el nerviosismo generalizado, o directamente la paralización. No. Son momentos de permanecer en calma, y mantener la cabeza fría. Realmente la situación es complicada, pero toda la sociedad ya está poniendo lo mejor de sí para contener la enfermedad. Y todos debemos contribuir a ello.
Lo que tenga que ser, será. Esa es nuestra guía. Saquemos lo mejor de nosotros mismos. Hagamos lo posible. Y aprovechemos lo que la situación nos da.
Así, y por ejemplo, en relación con la temática de este diario digital, la educación, podemos dedicarnos a pensar en el horizonte. En la luz al final del túnel. ¿Cómo puede ser la escuela del futuro cercano, después del coronavirus? Este artículo de hoy es un primer borrador. Quizá me temo que le seguirán varios más, en las próximas semanas. Aún vamos a estar bastante tiempo en nuestras casas.
Escuela nueva
Lo primero que a este escribidor le viene es que, cuando toda la ola del coronavirus pase, tendremos una escuela nueva. Diferente. No sé si será mejor o peor. Pero no será igual que la que hemos tenido hasta ahora. De hecho, el coronavirus va a suponer un cambio de época absoluto. Dentro de muchos años los estudiantes deberán recordar las fechas que estamos viviendo.
¿Por qué el coronavirus supone un cambio de época? Porque está alterando para siempre muchos de los ámbitos de nuestra sociedad. Ya no nos volveremos a saludar igual, ni trabajaremos igual, ni trataremos el dinero igual, ni pensaremos en la salud igual, ni tendremos un ocio similar al que teníamos hasta ahora. Está cambiando nuestra forma de pensar en los bancos, en las compras, en el transporte… En todos estos casos habrá un antes y un después del coronavirus.
¿Y la escuela? Desde luego que será diferente. Llevamos mucho tiempo con un clima generalizado de necesidad de cambio y el coronavirus es la oportunidad para que lo llevemos a cabo. Nos está poniendo, como en todos los demás ámbitos de la vida, ante lo esencial. Y en educación, de lo que se trata es de que los estudiantes aprendan.
La nueva escuela que surgirá tras el coronavirus debería ir también hacia esa esencia del aprendizaje de los estudiantes. En este primer borrador, simplemente apuntaremos esto. Muchos quizá puedan pensar que el aprendizaje de los estudiantes ya era el objetivo de la escuela. Pero la pregunta que debemos hacernos es ¿seguro que esto era así siempre?
En estos días de parón forzado, podemos quejarnos, angustiarnos, deprimirnos o dejarnos llevar por todo lo negativo. Pero es preferible utilizar el paréntesis para salir mejor que como estábamos antes.
¿Cómo conseguiremos que nuestra nueva escuela después del coronavirus esté centrada en el aprendizaje de los estudiantes? Sobre ello reflexionaremos. Juntos. Y seguiremos en contacto. Permanezcan atentos.
Julián Alberto Martín