
Las adicciones al móvil por parte de los jóvenes son un fenómeno cada vez más relevante en la sociedad contemporánea. El acceso constante a dispositivos móviles y la proliferación de aplicaciones y redes sociales han llevado a un aumento en los casos de adicción, particularmente entre los adolescentes y jóvenes adultos.
Esta adicción se refiere al uso excesivo y compulsivo de los dispositivos móviles, interfiriendo en la vida diaria, las relaciones interpersonales, el rendimiento académico y otros aspectos importantes.
Celia Rodríguez Ruiz, psicopedagoga de la editorial Rubio, señala que es importante reconocer que la adicción al móvil no se limita exclusivamente a adultos o adolescentes. De hecho, esta problemática comienza desde edades tempranas, con niños que son expuestos cada vez más pronto a dispositivos electrónicos. Estos dispositivos atraen a los pequeños con su interactividad, entretenimiento y estímulos que ofrecen a través de aplicaciones y juegos.
De esta manera, al igual que otras formas de adicción, tiene sus raíces en el circuito de recompensa del cerebro, y su uso continuo produce una sensación de placer que lo activa, generando un enganche difícil de resistir. En especial para los adolescentes, este escenario se vuelve más complicado, ya que se encuentran inmersos en pleno proceso de desarrollo cerebral, lo que les hace más vulnerables a las adicciones.
Cómo se llega a la adicción
Algunos factores que contribuyen a las adicciones al móvil en los jóvenes son la dopamina y la gratificación instantánea. Por ejemplo, las notificaciones, likes y mensajes en las redes sociales y aplicaciones de mensajería activan la liberación de dopamina en el cerebro, generando una sensación de placer y satisfacción. Los jóvenes pueden quedar atrapados en este ciclo de búsqueda constante de gratificación instantánea.
Las redes sociales también pueden hacer que los jóvenes se sientan presionados a estar siempre conectados para no perderse eventos, noticias o conversaciones importantes. El miedo a perderse algo puede ser un impulsor significativo de la adicción al móvil, lo que se conoce como FOMO (Fear of Missing Out).
Además, muchos jóvenes utilizan sus dispositivos móviles como una forma principal de comunicación y socialización. Esto puede llevar a la sobredependencia de la interacción en línea en lugar de las relaciones en persona. En nada ayuda que el entretenimiento constante, puesto que los dispositivos móviles ofrecen una amplia gama de oportunidades de ocio, desde juegos hasta videos y música. La disponibilidad constante de distracciones puede dificultar la desconexión y el enfoque en otras actividades.
Ansiedad y estrés. El uso excesivo del móvil puede agravar la ansiedad y el estrés en los jóvenes. La comparación constante con otros en las redes sociales y la necesidad de mantener una imagen en línea “perfecta” pueden tener efectos negativos en la salud mental. Por otra parte, si bien el acceso a la información es valioso, el exceso de consumo de noticias y contenido en línea puede ser abrumador y contribuir a la adicción.
La importancia de los avisos
Las alertas o advertencias no son del todo difíciles de detectar. Aunque es esencial estar alerta con ciertas conductas que podrían indicar una posible adicción. Empezando por el aislamiento social. Pese a que los móviles ofrecen a los jóvenes la oportunidad de estar virtualmente conectados con amigos en redes sociales, la adicción al móvil puede llevarlos a una desconexión social real, mermando sus habilidades sociales, empatía y resolución de conflictos.
Por supuesto, deben tenerse en cuenta eventuales problemas de salud mental. El uso excesivo del teléfono está relacionado con un mayor riesgo de ansiedad, depresión y estrés. Las comparaciones constantes con los demás en las redes sociales pueden generar sentimientos de insuficiencia y disminuir la autoestima.
Con el empeoramiento del problema, los adolescentes pueden requerir cada vez más tiempo de uso para satisfacer su necesidad, y unos pocos minutos ya no son suficientes. Además, limitar su acceso al dispositivo puede causar síntomas de irritabilidad, ansiedad, tensión o incluso agresividad como respuesta a la falta de acceso a la conducta adictiva.
Por último, cuidado con la previsible disminución del rendimiento académico. El tiempo excesivo en el teléfono puede interferir en el rendimiento escolar, afectando la concentración y la capacidad de estudio. Las tareas escolares pueden ser descuidadas y la falta de sueño debida al uso nocturno del dispositivo puede reducir el enfoque en los estudios.
Soluciones, que no parches
Para abordar las adicciones al móvil en los jóvenes, de acuerdo con la mayoría de expertos, es importante implementar estrategias como la conciencia y la educación. Hay que informar a los jóvenes sobre los riesgos y las consecuencias del uso excesivo de dispositivos móviles puede ayudar a que sean más conscientes de su comportamiento.
También establecer límites. Fomentar prácticas saludables al establecer límites de tiempo para el uso de dispositivos, especialmente durante actividades importantes como el estudio, la cena y el tiempo en familia. En mucho ayuda la promoción de actividades offline, esto es, incentivar la participación en actividades físicas, sociales y creativas fuera del mundo digital puede ayudar a equilibrar el tiempo dedicado a los dispositivos.
Los adultos también desempeñan un papel importante al ser modelos a seguir en el uso equilibrado de la tecnología. Si los jóvenes ven a sus modelos a seguir usando los dispositivos de manera responsable, es más probable que sigan su ejemplo. Desde luego, hay que brindar un entorno donde los jóvenes se sientan apoyados y escuchados puede ayudarles a enfrentar el estrés y la ansiedad que pueden contribuir a la adicción al móvil.
En última instancia, es esencial reconocer que la tecnología en sí misma no es intrínsecamente mala, pero su uso excesivo y poco saludable puede tener efectos negativos en la vida de los jóvenes. Abordar las adicciones al móvil requiere un enfoque equilibrado que combine la educación, la conciencia y la promoción de hábitos saludables en el uso de la tecnología.