
Puede que sea verdad que algunos hijos nacen con el pan bajo el brazo, pero en lo que la mayoría está de acuerdo es que una buena parte de los padres no siempre están los suficientemente preparados para afrontar la educación de sus hijos. No es una cuestión de falta de voluntad, sino de adquisición de conocimientos, y de cierta experiencia, camino en el que los expertos pueden ayudar. Es el caso de Up! Family, una suerte de ‘universidad de padres’, cuya responsable de proyecto, Cristina Carbonell, ha concedido esta entrevista a ÉXITO EDUCATIVO.
¿Qué es Up! Family?
Up! Family es mucho más que una escuela de padres. Es un lugar de encuentro para familias abierto 24×7, donde ofrecemos formaciones y cursos online para madres, padres y todas las personas que construyen familia. Además, también contamos con la tribu UP, una gran comunidad de familias que acompaña, entiende, ayuda, alienta, anima… En ella encontramos diversos espacios para acompañar a madres y padres en la maravillosa tarea de educar a nuestros hijos.
Apostamos por una crianza consciente, informada y positiva. No ofrecemos recetas ni soluciones mágicas, pues sabemos que no existen. Ponemos a disposición de las familias contenidos y recursos educativos para que cada padre y cada madre tome las decisiones que mejor se adaptan a su proyecto familiar.
¿En qué suspendemos los padres con respecto a nuestros hijos y su educación?
Más que suspender, diría que como en todas las áreas hay aspectos en los que podemos mejorar. Todo padre y toda madre quiere lo mejor para sus hijos. Pero con frecuencia nos falta información, nos faltan recursos, nos falta apoyo. Muchas veces tiramos de viejos patrones y de pautas adquiridas, que no siempre dan el resultado deseado.
¿Cómo corregir estos fallos?
Hoy en día las madres y padres tenemos la gran ventaja de disponer de mucha información a nuestro alcance. Ya no nos vale el simple argumento «porque siempre se ha hecho así». La información nos empodera, nos da seguridad y tranquilidad a la hora de tomar decisiones. Para educar a nuestros hijos es importante comprender cómo funciona el cerebro del niño y las etapas de desarrollo.
Este conocimiento nos permite a los adultos ajustar nuestras expectativas a las capacidades reales de nuestros hijos, evitando la frustración al exigirles cosas para las que todavía no están preparados. Los avances en neurociencia nos muestran que a lo largo del desarrollo se producen periodos sensibles, es decir, etapas en las que el cerebro alcanza la maduración adecuada para ser más receptivo a aprender ciertas habilidades.
Comprender el funcionamiento del cerebro nos permite por lo tanto ser más sensibles a sus necesidades, poniendo en práctica una educación positiva y respetuosa.
Muchos padres creen que educar a sus hijos es algo muy personal, innato e intransferible…
Y lo es. Cada familia es un mundo y no existen recetas mágicas que solucionen todos los conflictos. Para educar necesitamos conectar con nuestros hijos y disponer de herramientas e información que se adapten a nuestras y sus necesidades.
Todas las personas tienen valores y costumbres. Cabe pensar que transmitir eso no ha de ser reprochable ¿existe alguna limitación, alguna línea que en este ámbito no debe traspasarse?
Cada familia educa de acuerdo a su escala de valores. Educamos con lo que decimos, pero ante todo educamos con nuestros actos, es decir, con nuestro ejemplo. De poco sirven los sermones y charlas.
El respeto mutuo debe ser la base de nuestra relación y nosotros debemos ser los primeros en darlo. No podemos pedir respeto si no les respetamos. Somos sus modelos. Nosotros tenemos mucha más experiencia y conocimientos para mantener la calma y tomar mejores decisiones, por lo que no tenemos excusa. Y si, en alguna ocasión, lo perdemos, rectificar y reparar será el mejor ejemplo. Por su parte, ellos están aprendiendo a respetar y, cuando aprendemos algo, es normal cometer errores. Y como de los errores aprendemos, aprovecharemos cuando eso suceda para mostrarles, desde la empatía y no desde la rabia o el miedo, cómo pueden reparar y recuperar la calma.
¿Hay que educar también a los padres en su relación con el docente?
Docentes y familias debemos dejar de pasarnos la responsabilidad educativa que todos debemos asumir. Ambos queremos lo mejor para nuestros niños y jóvenes y por lo tanto debemos trabajar de manera unida.
Sobre el papel queda muy bien pedir a los padres que ayuden a sus hijos a hacer los deberes, pero no todos los padres gozan de una formación que lo haga posible…
Creo que la clave no está tanto en ayudar, sino en apoyar. Nuestros hijos deben ser responsables de sus tareas y nosotros, sus padres, debemos darles autonomía progresiva. Según la edad deberemos estar más o menos pendientes. Debemos estar a su lado para preguntar, apoyar, reforzar. Pero en última instancia los deberes y tareas del colegio son responsabilidad de ellos.
¿Están despistando las nuevas tecnologías más de la cuenta a los escolares? Se habla casi de un déficit de atención crónico…
Las nuevas tecnologías, queramos o no, forman parte de nuestro día a día. Por lo tanto, no se trata de eliminarlas, sino de aprender a convivir con ellas haciendo un uso responsable. Para ello nosotros, los adultos, somos los primeros que debemos dar ejemplo y hacer un uso razonable y consciente.
El gran dilema actual: saber cuál es la cantidad de tiempo aconsejada al día para el uso de las pantallas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Academia Americana de Pediatras (AAP) comparten la siguiente información que, a lo largo de los últimos años, han ido modificando y adaptando. Recomendaciones del uso de pantallas según la OMS y la AAP:
De los 0 a los 18 meses: nada, salvo comunicación.
De los 18 meses a los 2 años: calidad, uso acompañado, 1 hora.
De los 2 a los 6 años: calidad, acompañamiento, 1 hora al día.
A partir de los 6 años: prioridad al juego no conectado, equilibrio, información, acompañamiento.
¿La educación afectivo sexual es cosa de padres o del colegio, o de ambos?
La educación afectivo sexual es tema de ambos. Y no hay una edad concreta a la que empezar a tratar este tema. La educación afectivo sexual se debe dar desde que son bien pequeñitos, adaptando el lenguaje a sus curiosidades y a lo que son capaces de entender. Empezando por el respeto por su propio cuerpo y el de los demás.