¿Cuál es el potencial de los robots en las aulas?

Una circunstancia que me gusta observar es cómo van cumpliéndose poco a poco las profecías tecnológicas de las películas de ciencia ficción de la infancia. Las vídeollamadas o los coches que se conducen solos, por ejemplo. Aún quedan muchas otras por llegar, como los coches voladores, viajes en el tiempo o energías infinitas. ¿Y los robots? ¿Ya han llegado o están aún por llegar?

Los robots, especialmente aquellos con aspecto humano, son probablemente el elemento tecnológico que más despertaba la imaginación de los niños en las películas de ciencia ficción. Figuras que se convertían en el mejor amigo de los protagonistas, o en sus peores enemigos. Cabe preguntarse cuál es el papel de los robots en nuestras vidas.

Lo primero que podemos decir es que hay mucha polvareda de opinión en torno a los robots y su función. Resumiendo quizá demasiado, muchos dicen que nos suplantarán en una gran cantidad de trabajos de todo tipo, viéndolo como algo negativo por el aumento hipotético del desempleo que producirían.

Por mi parte pienso que es una pena dedicar tiempo laboral a algo que puede ser resuelto por un robot. Deberíamos dedicarnos a cuestiones más interesantes para nosotros mismos. Tiendo a ver a los robots como elementos positivos.

Ya están aquí

En nuestras aulas ya hay una gran presencia de robots de varios tipos. Querámoslo o no. La mayoría obedecen a la idea de que nuestros estudiantes deben prepararse para un futuro en el que conviviremos necesariamente con robots. Así que deben dedicarse a conocerlos y comprenderlos.

De esta manera, la gran mayoría de los robots son unos pequeños artefactos que sirven para que los estudiantes se acerquen a un supuesto mundo del futuro, de una manera controlada. En realidad parecen pequeños juguetes que pueden recibir una programación bastante reducida y en general con poca sustancia. Sobre todo, claro está, en los niveles educativos más bajos: Educación Infantil y primeros años de Primaria.

En cursos más avanzados, los estudiantes sí empiezan a hacer algunas cosas más interesantes con los robots de aula. Pero siempre bajo este planteamiento general de acercamiento controlado a un mundo del futuro, donde los robots tendrán su papel y los estudiantes deben conocerlo.

Lo cierto es que al final los profesionales que se dedicarán a trabajar creando y gestionando robots deberán tener una formación especializada. Y los demás trataremos con ellos como usuarios. Igual que sucede con otras máquinas, como por ejemplo los coches. No todos tenemos por qué saber de mecánica.

Robots más interesantes

Los que realmente echo de menos en nuestras aulas son robots que estén pensados de manera específica para ayudar a los estudiantes en sus quehaceres variados de aprendizaje. Tutores informatizados, asistentes, docentes automáticos, entrenadores, etc.

Quizá sea por mi afecto subjetivo a estas figuras, pero creo que un personaje cibernético puede ser de gran ayuda para echar una mano a los estudiantes, especialmente cuando tienen dificultades y no está su docente cerca. Además un docente no puede atender de manera personalizada a decenas de estudiantes en el aula simultáneamente.

Si esto les parece de ciencia ficción, deben saber que ya hay alguna experiencia con robots que interactúan con estudiantes de esta manera, y los resultados están siendo muy prometedores. También en España. Sobre todo en el caso de estudiantes con algunas dificultades. El caso más obvio es el de los escolares que presentan trastornos del espectro autista. Pero no solamente ellos.

Podría parecer que aún estamos lejos de que un acercamiento como este pueda popularizarse en gran medida, pero ya hay algunas habilidades interesantes en asistentes de voz, que por ejemplo ayudan a los escolares a mejorar su rapidez de cálculo mental. Está estudiado que estas funciones mejoran si son producidas desde una figura amigable y no por un frío altavoz.

¿Imaginan una especie de pequeño o grande C3PO que ayude a sus hijos con sus tareas escolares en el futuro? Quizá no esté tan lejano en el tiempo como parece…

Julián Alberto Martín

La tecnología, ¿mejora la educación?

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