
Se habla muchísimo de liderazgo y de cómo debe ser un líder. De hecho, es algo que todos nosotros nos debemos plantear a lo largo de nuestra vida, pero no tanto por un liderazgo profesional, sino vital.
Vivimos en una sociedad cada vez más anestesiada y llena de tópicos. Una sociedad en la que ha separado radicalmente el “ser humano profesional”, del “ser humano personal”. Y eso es algo antinatural, permitidme la expresión. Yo no soy dos “yoes”. Soy un yo con distintas facetas, pero todas ellas, de alguna manera me definen.
¿Por qué digo esto? Porque si hablamos de liderazgo, yo propongo que lo hagamos desde el liderazgo pleno, unipersonal y “único”. ¿Por qué? Porque el líder es una persona que se mueve en varios ámbitos, pero es UNA persona. Por tanto, lidera tu vida, tu “yo” y sabrás liderar tu equipo.
Y ahora viene la segunda incógnita de esta ecuación: el multiliderazgo. Dame un par de líneas más y te lo explico. He leído varios libros sobre liderazgo y me he formado de distintas maneras en ello y suelen enfocar el liderazgo desde una visión concreta y en un formato concreto. Eso siempre me ha chocado porque nosotros no somos una sola cosa. O más bien, somos varias cosas teniendo puntos fuertes y puntos débiles.
Por tanto, no deberíamos ser un tipo de líder, ¿no? Sí, lo sé, tendemos hacia un estilo, yo no digo que no, pero de la misma manera que yo puedo mejorar mi forma de ser, también mi forma de liderar, ¿no crees?
Una vez presencié algo muy interesante en una formación que hablaba sobre liderazgo. El formador nos preguntó qué características debía tener un líder de siglo XXI. Como os podréis imaginar, se empezaron a decir todo tipo de características: empático, paciente, conocedor de la materia, activo, respetuoso, inteligente, resiliente, humilde, alegre, proactivo y un largo etcétera de características que definían al líder perfecto.
Tras participar todos activamente en esta dinámica, al acabar, el formador nos preguntó: ¿quién de vosotros tiene todas estas características…? El silencio fue la respuesta… Y ahí lo entendí todo… El líder debe ser “multilíder”, pero no un “superlíder”.
Tras muchos años de este momento, el otro día caía en mis manos un libro titulado Liderar con el corazón de Javier Rodríguez Molowny que decía cosas muy interesantes al respecto. Una de ellas es que el liderazgo tiene distintas capas y momentos. ¿Sabes qué significa eso? Que a veces deberás ser un líder colaborativo y otras veces no, porque no todas las situaciones piden la misma actitud, ¿no crees? Si no, mira en tu parte más íntima: ¿te comportas siempre igual con tus hijos, con tu pareja, por ejemplo? ¿Solucionas los conflictos siempre de la misma manera o va en función del conflicto en cuestión
Debemos caer en la cuenta de que el líder aparece cuando hay algo que capitanear, cuando hay un objetivo, una meta, un propósito que llevar a término. Piénsalo bien. Y piénsalo en ti, como persona, no como “jefe”.
Además, como buen capitán, no te olvides de que la potencia en tu liderazgo no está en el propósito en sí, sino en compartirlo con aquellos que pueden ayudarte a conseguirlo. Conseguir que los demás lo sientan suyo. Solo así remarán contigo. Eso sí, cada uno con una fuerza e ímpetu concreto. Ya sabes que no somos iguales… No lo olvides.
Eso significa que antes de liderar debo saber qué debo liderar y cómo quiero hacerlo. Y ese cómo debe ser muy ad hoc según las circunstancias, el equipo y las distintas vivencias que van sucediendo. La clave de un líder no está en conseguir algo, sino en cómo se ha hecho ese camino para llegar a ese algo. Y eso tiene que ver con personas, dinamismo, tropiezos, diálogo, mirada, escucha, amor, entrega, humildad… Tiene que ver con lo que somos, no con lo que hacemos.
Por eso, un líder no tiene capacidades, habilidades y demás de liderazgo. Un líder ES. Y lo es en su vida profesional y personal. Y cuando eres consciente de esto, entiendes algo más importante aún: que no eres el único líder, sino que estás rodeado de otros que lo son o pueden serlo. Y eso, a diferencia de lo que nos pueda parecer, enriquece y nos hace mejores.
Para entender esto necesito salir de mi yo y observar con calma y con cariño los otros “yo”. Los que tienes a tu alrededor. Observa, analiza, reflexiona, y verás cuánta gente hay a tu alrededor que pueden hacer de ti un mejor líder. Y de eso va ser responsable de tu vida y tus misiones. Como dice Fredy Kofman, tenemos una responsabilidad incondicional que pasa por responder consciente y libremente a lo que somos y a lo que sabemos hacer.
El liderazgo no debe ser una suma de reacciones frente a algo o alguien, sino de acciones conscientes. Eso nos lleva, de nuevo, a tener en cuenta que un líder debe tener varios estilos de liderazgo según la situación, el momento y las personas que tengo a mi alrededor. Y a veces, simplemente, tengo que dejar que otros lideren. Así…, sin más.
Por Javier Luna Calvera, experto en gestión educativa y coach educativo.