
La comunicación es, sin lugar a duda, el eje principal sobre el que pivota toda organización escolar. Si en cualquier organización humana resulta muy difícil poder aislar el componente comunicativo del resto de elementos, en la organización escolar es imposible. En el sentido más amplio una escuela vive para y por la comunicación.
Como directores de centros educativos es esencial prestar atención a la comunicación institucional, es decir, a todos aquellos intercambios que se establecen entre las diferentes personas y órganos del centro para su funcionamiento.
Así mismo, es importante cuidar tanto de las estructuras informales como de las formales. Las primeras son aquellas que surgen de forma espontánea de las acciones, sentimientos y afinidades de las personas como resultado de las relaciones profesionales y de otras actividades. Y las segundas son las que se fundamentan sobre normas escritas y formales.
Y de la combinación de ambas estructuras se genera un determinado ambiente, lo que llamamos, el clima escolar. El clima escolar podría definirse como la forma en que la comunidad educativa vive la escuela y todo incide en las actitudes de alumnos, profesores, PAS y familias.
En un colegio en el que se permiten los rumores, las distorsiones, los grupitos excluyentes, las conspiraciones o las críticas infundadas (ejemplos de estructuras informales) es un colegio con un clima tóxico.
En otro centro en el que, de forma frecuente, las familias se enteran antes de las noticias que los propios profesores (ejemplo de estructura formal), es una comunidad escolar con un clima escolar que no invita al crecimiento.
Es cierto que las estructuras informales como las que se ven en el ejemplo ayudan a generar vínculos, lazos y valores compartidos. Estos aspectos deben cuidarse y promoverse desde la dirección, facilitando espacios y tiempos para para que se establezcan relaciones humanas de calidad siempre y cuando sean favorecedoras para el clima. Aunque también tienen una parte negativa: pueden dar pie a interpretaciones subjetivas de la información (rumores, distorsiones, conspiraciones…).
Por otra parte, es importante protocolarizar, ordenar y dibujar los flujos de comunicación formales para evitar malos entendidos y agilizar los procesos.
Pero, ante todo, es importante cuidar el clima escolar para cuidar a las personas. Si queremos retener el talento, si queremos evitar bajas laborales, si queremos fidelizar a las familias… cuidemos el clima escolar.
Anabel Valera Ibáñez, directora ejecutiva de la Red de Directivos de Instituciones Educativas en España REDIE