Devaluación continua, un SOS por la educación secundaria

Que la situación de la educación en España requiere reformas urgentes es algo compartido por casi todo el mundo. Que la desilusión y el desamparo cunden entre muchos profesores, especialmente en secundaria, no es ningún secreto. Que la desidia, el pasotismo y hasta la violencia se extienden entre muchos jóvenes, también son hechos palpables a poco que se hable con profesores de determinados institutos. Pero que un profesor se atreva a denunciarlo con la crudeza y la honestidad que lo hace Andreu Navarra, sí es una novedad y casi un grito de auxilio.

Andreu Navarra (Barcelona, 1981) es profesor interino de Lengua y Literatura Castellana de secundaria con una amplia trayectoria en institutos públicos en Cataluña. En su libro “Devaluación continua” (Tusquets) hace una radiografía, casi una autopsia, de lo que se vive en un buen número de institutos públicos. Una llamada desesperada para denunciar la situación insostenible en la que viven, sobre todo, muchos profesores desbordados por un sistema que arrumba la cultura del esfuerzo, que potencia una forma de entender a los docentes como animadores (“payasos o monitores”) y, por tanto, a los centros educativos como centros de ocio, cuando no en laboratorios de “innovación” de nuevas pedagogías con los alumnos como conejillos de indias.

portada del libro Devaluación continua

La denuncia de Navarra no señala al sistema educativo únicamente como culpable de la situación, sino a una sociedad que ha abandonado a la juventud a la anestesia del narcisismo de las redes sociales y a la precariedad de un futuro incierto. También, lejos de corporativismos vacuos y autocomplacientes, el autor denuncia la desidia de los profesores poco o nada vocacionales que transmiten su falta de entusiasmo los alumnos. A estos los califica como “desertores de la educación”. También están los que no conectan porque no comunican: “si algo he aprendido durante todos estos años es que esa conexión comunicativa es la base de cualquier éxito: donde no fluye la comunicación, el acto de enseñar, y por tanto el acto de aprender, resultan totalmente imposibles”.
Uno de los causantes de esta devaluación continua es la paralizante y asfixiante burocracia: “un docente no puede ser alguien que atienda a oficinas lejanas […] Son los alumnos y no los papeles los que deben centrar la atención y la energía de los docentes”). Un mal que no solo comparte las etapas obligatorias, y si no que nos lo pregunten a los profesores universitarios.

Cultura de la gratuidad

En ‘Devaluación continua’ aparecen recurrentemente las voces acreditadas de Gregorio Luri, José Antonio Marina y la profesora sueca Inger Enkvist, una de las expertas en educación que llevan poniendo el dedo en la llaga desde hace tiempo y denunciando la vacuidad de las nuevas metodologías de aprendizaje y el abandono de la cultura del esfuerzo. Enkvist habla de “un individualismo hedonista que ha desarrollado un cierto culto a lo gratuito en el sentido de que todo debe ser mío, inmediatamente, y no debe costarme nada”. Esta gratuidad e inmediatez, aderezada con el narcisismo es lo que mi amigo, el profesor Fernando Checa, denomina como cultura “YO-YA”.

Andreu Navarra apunta a los políticos y a las interpretaciones ideologizadas como responsables de la deriva actual: “un buen sistema educativo no es cuestión de derechas o de izquierdas, ni siquiera de interpretación doctrinal. El sistema educativo es previo a un debate político sano. Sin sistema educativo no hay debate político sano. Sin sistema educativo no hay debate posible”. Que tomen nota los que pretenden politizar continuamente a la escuela sea pública, privada o concertada.

En definitiva un libro muy recomendable como señal de alarma, pero al que conviene no tomar la parte por el todo, pues, desde mi perspectiva, hay muchos centros -públicos, concertados y privados- que funcionan razonablemente bien. En el mundo educativo nunca podemos caer en el desánimo y la falta de esperanza. Más que nada porque no nos lo podemos permitir.

Víctor Núñez Fernández, director general de ÉXITO EDUCATIVO y profesor universitario.