
Esta columna de tecnología y educación se publica en ÉXITO EDUCATIVO el día de Nochebuena. Por ello vamos a aprovechar en primer lugar para desear a todos nuestros lectores unas muy felices fiestas y un próspero año nuevo. Además, y en segundo lugar, hablaremos sobre cómo es la relación entre tecnología y educación en estos días de descanso y vacaciones.
Porque esa es, entre otras, una de sus ventajas. La tecnología no descansa nunca, y siempre está disponible para quien quiera hacer uso de ella. También durante un periodo no lectivo como el que nos encontramos en España.
Y es que la tecnología educativa participa de manera activa en las aulas de los centros educativos, pero también puede hacerlo fuera de ellas. Eso puede ser o bien porque los dispositivos que se utilizan en los centros salen de las aulas y llegan a los hogares de los estudiantes, o bien porque los estudiantes utilizan en sus casas otros dispositivos que tienen a su alcance.
De la misma forma, los estudiantes pueden trabajar en sus casas con recursos educativos que les son proporcionados por su escuela, o bien con otras herramientas didácticas que hayan seleccionado ellos mismos por su cuenta, o sus padres sobre todo en el caso de los escolares más pequeños.
Dispositivos en casa
Y aquí hay una gran variedad de posibilidades. Cada vez son más los centros que consideran que cada estudiante debe contar con su dispositivo propio, que además estará relacionado con los recursos digitales a utilizar, y por ello podrán hacerlo tanto en el edificio del colegio como fuera. Esto es más habitual en los modelos de uno a uno (un dispositivo para cada estudiante), como es lógico. Pero también puede darse en un modelo de un dispositivo compartido por varios estudiantes, si se organizan turnos. Es una opción más frecuente cuanto mayores son los estudiantes.
Un caso parecido puede ser el conocido como BYOD, “Bring Your Own Device” o “Trae tu propio dispositivo”. En este caso, la propiedad del hardware recae en el estudiante.
O, simplemente, puede muy bien darse también el caso de un estudiante de un centro donde no se utilizan dispositivos pero que, en casa, sí que estudia con medios digitales. Si usted, como gestor de un centro, observa que sus estudiantes utilizan de forma masiva y natural tecnología para estudiar cuando están en su entorno familiar, pero no lo hacen en su entorno escolar, es que algo está fallando y debe replantearse su política al respecto.
Recursos educativos en el hogar
Lo mismo puede suceder también con el software. Por un lado, puede darse el caso de recursos educativos digitales que son accesibles por los estudiantes desde su hogar gracias a que se los facilita el centro. Siempre es deseable al menos poder disfrutar de esa opción, dada una de las ventajas de la tecnología: su ubicuidad. Otra cosa es que luego se plantee como obligatoria o no.
Por ejemplo, los famosos “deberes” pueden muy buen llevarse a cabo mediante medios digitales, con tareas programadas por los docentes para que los estudiantes lo trabajen en sus casas. Esto, como es lógico, sólo podrá plantearse cuando hay garantías de que los estudiantes sí disponen de medios en sus casas. Sobre todo, claro está, en un modelo de “un estudiante, un dispositivo”.
Los “deberes” desde plataformas digitales tienen todo el sentido del mundo, ya que en ellas puede evaluarse muy bien el trabajo realizado, si es en forma de actividades interactivas o tests. Además, la incorporación de dinámicas de gamificación pueden hacer que estas tareas resulten motivadores o gratificantes.
Otra de las opciones disponibles que se refuerzan mucho con el uso de la tecnología en los hogares de los estudiantes es la metodología conocida como “flipped classroom” o clase invertida, donde se acude a clase con un estudio de la materia que se ha realizado previamente.
Por último, pueden ser los propios estudiantes o, más bien sus padres y tutores, los que opten por recursos educativos digitales en el hogar. Es una práctica cada vez más habitual, con tabletas en el caso de los más pequeños o con ordenadores para los más mayores. Muchas veces la demanda viene estimulada desde las familias, que quieren que sus hijos trabajen en la escuela igual que lo hacen en casa. Si usted como directivo detecta esta tendencia, aplíquela cuanto antes para que su centro no quede desfasado.
La principal de las ventajas que tiene el hecho de que los estudiantes trabajen en sus casas con medios digitales es que sus familias pueden hacer un seguimiento. Y pueden, por tanto, involucrarse. Como los padres que aparecen en la imagen de este artículo. Y sabemos que la participación activa de las familias es un factor más de éxito escolar, según recogen todos los estudios. Aprovechemos esta opción que nos facilita la tecnología, también en Navidad.
Julián Alberto Martín