
Podríamos decir, sin temor a exagerar, que las cifras de fracaso escolar en la Formación Profesional producen escalofríos o sonrojo. Según los propios datos del Ministerio de Educación y Formación Profesional, los porcentajes de alumnos que no terminan los ciclos de FP en los que se matriculan son altísimos. Concretamente, en 2020 esto le ocurrió al 54% de los que se matricularon en FP Básica, el 40% de los que lo hicieron en el Grado Medio y el 22% de los de Grado Superior.

Ligera mejoría
Si bien es cierto que la diferencia entre matriculados y titulados en la FP Básica se ha ido aproximando, (en el curso 2015-2016, rondaba el 70% de no matriculados, frente al 54% del curso 2019-2020), lo hace muy despacio en los últimos años. También ha bajado en el Grado Medio donde hace unos años se situaba en el 40%.
Pero, en cualquier caso, son números muy altos comparados con las cifras totales de abandono escolar temprano, que según datos del pasado mes de febrero se situaba en un 13,3% para el total de la educación no universitaria.
Es posible que algunos de esos alumnos cambien de ciclo y vuelva a intentarlo en el curso siguiente. Pero lo que no deja de producir cierta sorpresa es que apenas haya discusión pública sobre unos datos tan alarmantes.
Por mucho que la visión social y el prestigio de la Formación Profesional ha experimentado una notabilísima mejoría, y ya no es vista como los estudios para los que suspenden en ESO, para los vagos o los malos estudiantes, es muy posible que una buena parte de esas cifras se pudiesen explicar por la forma en la que los alumnos llegan a esos grados sobre todo en la FP Básica. La propia ministra, Pilar Alegría, ha mostrado su convencimiento de que la nueva Ley de Formación Profesional podría suponer una de las soluciones a las elevadas tasas de fracaso escolar, no sólo pensando en la propia FP, que sigue siendo minoritaria respecto a ESO y Bachillerato, sino en el conjunto de las enseñanzas no universitarias.
Cifras
Los datos del estudio Sistema estatal de indicadores de la educación 2022, que ha dado a conocer recientemente el Ministerio de Educación y Formación Profesional muestran que en el curso 2019-20 la tasa bruta de población (la relación entre el alumnado nuevo inscrito, independientemente de su edad, y el total de la población de la “edad teórica” de acceso) que accede a Ciclos Formativos de FP Básica, a partir de los 15 años de edad, es de 8,0 %.
Para Ciclos Formativos de Grado Medio la tasa bruta de acceso es 32,6 %, mientras para Bachillerato es 63,2 %. Para acceder a estas enseñanzas es necesario el título de Graduado en ESO.
La tasa de acceso a Ciclos Formativos de Grado Superior es del 34,7 %. A estos grados se accede tras finalizar los estudios secundarios postobligatorios.

Por sexos la tasa de acceso a FP Básica es para los hombres (10,9 %) más del doble que para las mujeres (5,0 %).
En Grado Medio, las diferencias son proporcionalmente menores, aunque también es más alta en los hombres (36,6 %) que en las mujeres (28,3 %), mientras que en el Grado Superior se encuentran más igualadas: 35,1 % los hombres y 34,2 % las mujeres.
Si atendemos a la evolución temporal, la tasa de acceso a Ciclos Formativos de Grado Medio, que decreció en 2015-16, 2016-17 y 2017-18 tras un crecimiento continuado previo, aumentó ligeramente en 2018-19, para volver a decrecer en el curso 2019-20 (-1,3 puntos porcentuales (p.p.)).
El acceso al Bachillerato se mantiene con un ligero descenso (-0,3 p.p.). En Ciclos Formativos de Grado Superior se produce un ligero aumento (0,5 p.p.).
El acceso y graduación en los estos estudios de FP en España tiene significativas diferencias con el resto de Europa. Mientras en enseñanzas de FP de Grado Superior es alto, comparado con otros países de nuestro entorno, el Grado Medio y FP Básica siguen presentando porcentajes mucho más reducidos que las medias de la UE. La nueva Ley de FP aspira a paliar esas diferencias. Pero tal vez habría que prestar también atención a unas tasas de abandono que son tan poco conocidas como preocupantes.