
Jaime García Crespo
He de empezar señalando que gracias a mi licenciatura en Historia tuve la oportunidad de analizar y profundizar en diferentes hechos universales y de nuestro país, tanto en sus acontecimientos históricos, como en sus manifestaciones artísticas. Suelen ir de la mano. Como la política y la propaganda (acaso sean lo mismo). Pues bien, ya sea por esa circunstancia, ya sea porque familiarmente la tradición liberal estaba arraigada o ya sea porque uno, con el paso de los años, va configurando su propio perfil ideológico, el caso es que el devenir de estos años de vida me ha llevado a creer que solo desde una perspectiva liberal del mundo, de la sociedad, de la educación se produce un progreso necesario.
Y es ahí, desde esta concepción y con este objetivo, donde quiero enmarcar mis artículos en esta sección llamada “El lápiz afilado”. Y digo que es desde esa concepción porque uno, inevitablemente, no puede desglosarse de sí mismo y de sus creencias y convicciones y, por tanto, no solo no niego, sino que manifiesto con orgullo que toda perspectiva, todo trasfondo de cada uno de los artículos que el lector leerá en este espacio, estará influida por ese espíritu liberal. Y, como no podía ser de otra manera, deberá saber también el lector, que el objetivo de los mismos será denunciar o proponer cuestiones que ayuden al progreso de la educación. Ya he mencionado antes que si en algo se diferencia la concepción liberal de otras es por su afán de impulsar el progreso en cualquier ámbito, pero siempre desde el respeto a otras posturas y desde la asunción de que toda batalla ha de ser en el campo intelectual y con el único arma de la palabra.
Para aquellos desinformados o, lo que es peor, informados pero sesgados, debo recordarles que el liberalismo español nació a finales del S XVIII. y tuvo su máximo auge en nuestro país en el S.XIX, tanto con la “Pepa”, como con los gobiernos de D. Práxedes Mateo Sagasta. A partir de ahí (afortunadamente) se integró en parte de una sociedad española y que alguna vez en el S.XX llegó a influir en la política de forma importante, con Lerroux y algún gobierno de las postrimerías del siglo, pero que soy de los que cree que el liberalismo no perdió la Guerra Civil, porque perdió la preguerra. El siglo actual, lo estamos viviendo y somos protagonistas de él. Es por ello que nos toca defender sus principios en todos los órdenes y ámbitos sociales en los que uno, si tiene convicciones, debe hacerlo. Y aquí estoy.
En fín, creo que me he significado lo suficiente como para que el lector contextualice mis artículos, que generosamente ÉXITO EDUCATIVO me permite publicar. Ya nadie se puede llevar a engaño. Acepto la crítica constructiva y me encanta rebatir, así que siéntase libre el lector de hacer cualquier observación, que será muy bienvenida. Por otro lado, si alguien tiene curiosidad por mi vida académica y profesional, no tiene más que acceder a mi Linkedin y allí investigar si quien profesa estas palabras tiene capacidad y criterio suficiente para hacerlo.
Muchas gracias de antemano, y espero ansioso los comentarios.