
La XXXIII edición de los Juegos Deportivos de Escuelas Católicas de Madrid (ECM), se clausuran esta tarde en el Colegio Santa Francisca Javier Cabrini, con una gran fiesta de entrega de premios.
Un poco de historia
La historia de estos juegos deportivos arranca en 1989, al acabarse la competición que hasta entonces organizaba CECE. Ante la tesitura de tener que federarse y competir contra clubs deportivos de mucha mayor categoría, o sumarse a alguna de las entonces escasas ligas municipales, los colegios católicos optaron por organizar su propia competición en fútbol sala, baloncesto y voleibol, para seguir jugando colegios contra colegios.
Para evitar desigualdades deportivas, todos los deportistas tienen que ser alumnos del colegio. Sólo se permite en Bachillerato que participen exalumnos.
Educación ante todo
Como nos explica Javier Esteban, el responsable de deportes en Escuelas Católicas, “todo, desde las normas de participación, está orientado con un único fin que es el de educar.”
El trofeo más importante que se va a entregar esta tarde es el Fair Play, y para darle toda la relevancia, es el primero que se entrega, para premiar la deportividad de un equipo, un jugador o un entrenador que se han hecho acreedores al galardón a lo largo de todo el campeonato. También lleva aparejado el premio más importante: material deportivo, entradas para un parque de atracciones y un gran trofeo.
“Todo va orientado para educar en cada detalle, para educar a través de la competición – explica Esteban -. Damos importancia a lo deportivo, pero sobre todo se trata de que quede un poso en cada chaval, cada entrenador y cada árbitro que haya pasado por allí”.
Valores
Por eso, por ejemplo, cuando un equipo alcanza una diferencia en puntos o goles prefijada, se cierra el acta, aunque el partido continúe hasta el final. Se quiere que los chavales de equipos superiores no caigan en la tentación de humillar a los contrarios y los de los inferiores no se sientan abrumados y desmotivados al ver la clasificación.
Todos compiten en plano de igualdad, porque la cantera es la de cada colegio, no se puede ampliar con “fichajes” fuera de los alumnos del centro.
También nos cuenta Javier Redondo que a los árbitros no se les cobra por hacer el curso, pero cuando entran, para que se den cuenta del tipo de competición en el que entran, se les pide traigan comida que luego se dona íntegramente a Cáritas. “Queremos que tomen conciencia de que esto es distinto, que es para educar, y que los valores igual están por encima del conocimiento técnico por muy importante que sea.”
De hecho el comité arbitral no se dedica a designar a los árbitros, sino a evaluar si estos tienen alguna conducta no acorde o que no transmita los valores, pueden ser sancionados. Igual que un chaval tiene que respetar al árbitro el árbitro tiene que respetar a los participantes y a los entrenadores.
Cuando un árbitro falta a un partido sin causa justificada, es inmediatamente expulsado de la competición y no vuelve a pitar, porque ha faltado al respeto a las 24 familias que se quedan sin partido.
Cifras importantes
Las cifras de esta competición en la que participan 80 colegios, 69 afiliados a ECM y 11 no afiliados, son bastante notables. Se han creado 632 equipos en los que se han integrado 8.216 jóvenes deportistas, 4.764 chicos y 3.452 chicas. En total se han formado 203 equipos de baloncesto, 279 de futbol sala, y 150 de voleibol, que han disputado 5.646 partidos. Y todavía, nos cuenta Javier Esteban, se notan las consecuencias del COVID, porque la competición llegó a reunir antes de la pandemia a 831 equipos.
Todo este esfuerzo concluirá esta tarde con una gran celebración y entrega de premios en la que habrá dos históricos deportistas madrileños: el baloncestita Felipe Reyes, campeón tantas veces con la Selección Española de Baloncesto y sus dos únicos equipos, el Real Madrid y el Estudiantes, y la que fuera campeona del mundo de taekwondo Coral Bistuer. Además está prevista la actuación del espectacular grupo acrobático Acrolúa.