La formación que abre de par en par las puertas a la empleabilidad

En España vivimos una situación peculiar en el mercado laboral. El índice de desempleo es de los más elevados de la OCDE, especialmente entre la juventud, pero a la vez leemos noticias sobre la falta de profesionales en el campo de la tecnología digital. ¿Cómo es posible que se produzcan estos dos fenómenos a la vez? ¿Por qué el sistema educativo produce profesionales que el mercado no demanda y no es capaz de formar a los que necesita?

Cuando los alumnos de secundaria tienen que escoger estudios superiores, ya sean universitarios o de formación profesional, se plantea un dilema un tanto absurdo: “¿Estudiar lo que tiene salida laboral o lo que me apasiona?” Es un momento muy importante en la vida porque la decisión va a determinar el futuro de esa persona.

La pregunta, por más que sea habitual, no es la adecuada. Si estamos planeando nuestras vacaciones, lo principal es el destino, no el medio de transporte. Si queremos pasar quince días en la playa, no es decisivo ir en tren o en avión, por más que nos sintamos más cómodos en un medio que en el otro. No vamos a un lugar que nos disgusta porque el horario del autobús es el más conveniente.

La decisión que está en juego es el futuro laboral, y en gran parte el personal, por el peso que tiene esta faceta en nuestras vidas. Por lo tanto, la pregunta adecuada es “¿A qué quiero dedicarme y qué tengo que estudiar para conseguirlo?”. Con este cambio de punto de vista la respuesta puede ser mucho más acertada. Si el mercado laboral es digital, hay que prepararse para ocupar esas vacantes, no sirve una formación del siglo pasado. Esto no significa que el alumno renuncie a su vocación, pero sí que haga una elección razonada.

Ante esta observación, la reacción más habitual es preguntar a continuación: “Entonces, ¿no tiene futuro estudiar un grado en Arte o Humanidades?” Esta es otra de las falsas dicotomías españolas, la nefasta distinción “¿ciencias o letras?” No se trata de eso, un alumno con vocación artística y facilidad para el dibujo tiene un gran futuro en el sector digital, pero no en los empleos tradicionales de esa especialidad.

La interacción de usuario construye la relación entre el ser humano y la máquina en todo tipo de aplicaciones. Es un campo con una demanda extraordinaria, en el que se necesitan diseñadores formados en tecnología digital. Otro ejemplo, aparentemente lejos de lo digital. El mundo del Derecho, necesita con urgencia abogados con formación en ciencia de datos y procesamiento del lenguaje natural. Estos conocimientos no los van a adquirir con un plan tradicional de estudios, pero si se forman en tecnología, tienen una ventaja muy grande a la hora de encontrar un buen empleo.

Ocurre en todos los sectores. Las competencias digitales son la herramienta imprescindible para la empleabilidad en el siglo XXI. Hay que aconsejar al alumno que a la hora de decidir los estudios no se centre únicamente en el nombre del grado, sino que profundice en el plan de estudios. Entre dos grados aparentemente similares, puede haber grandes diferencias, tanto en la metodología docente como en las competencias que se adquieren.

Una opción muy interesante son los dobles grados que, con un año más de estudio, pueden proporcionar esas capacidades tan requeridas por la empresa. Estudiar programación, matemáticas o física no debería ser algo impensable para filólogos, periodistas o profesionales de la salud. De igual manera, los profesionales de disciplinas tradicionalmente identificadas con las ciencias, necesitan tener capacidad de comunicación y una mentalidad de resolución de problemas prácticos que se asocian más con las humanidades o la ingeniería.

La formación va a ser forzosamente continua, no podemos quedarnos satisfechos con lo que estudiamos durante la etapa universitaria o el mercado laboral nos acabará expulsando. El profesional de más éxito será el que tenga mayor capacidad de adaptación a lo largo de su carrera. Por eso es tan importante que los estudios nos preparen para estar en continuo cambio, y eso no es lo que nos suele dictar la pasión.

Javier García Algarra, Director académico del área de Ingeniería y Ciencias en el Centro Universitario U-tad

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