La pobreza energética en el hogar, tras el absentismo y el acoso escolar

Lo advierte Save the Children, que una de las consecuencias en la educación, de acuerdo con varias investigaciones que así lo han demostrado, es que la pobreza energética puede estar asociada al absentismo escolar y a un peor rendimiento en el colegio, junto con situaciones de acoso, estigma y aislamiento.

En su último análisis, la ONG apunta que el 13,1% de los menores en España viven hoy en hogares que no pueden mantener una temperatura adecuada en invierno. Enfermedades respiratorias, absentismo escolar y heridas por quemaduras son algunas de las secuelas que sufren los niños que pasan frío en casa.

Solamente el 16% de los hogares españoles en los que se pasa frío en invierno y no pueden pagar las facturas de la luz y el gas cuenta con el apoyo del bono social. Eso en un contexto en el que 4,5 millones de personas abonan sus facturas con retraso por dificultades económicas y más de 6,7 millones no pueden mantener su casa a una temperatura adecuada.

La organización denuncia que la falta de cobertura del bono social sigue siendo alarmante y reclama medidas efectivas al respecto. A diferencia de los hogares constituidos sólo por personas adultas, las familias con hijos a cargo afrontan más situaciones de endeudamiento, ya que priorizan su bienestar.

Mientras que para el gasto desproporcionado destacan los hogares monoparentales, las familias numerosas tienen un riesgo mayor de verse en una situación de pobreza energética escondida, es decir, que infrautilicen la energía.

Carmela del Moral, responsable de Políticas de Infancia de Save the Children, afirma que “no para de crecer el número de familias que no ponen la calefacción en invierno por no poder pagar la factura o que la ponen menos de lo que deberían para evitar pagar facturas que no pueden asumir”.

Según los datos disponibles, casi un 17% de las familias españolas tienen un gasto desproporcionado en energía y más de un 10% consumen menos energía de la que deberían por miedo a no poder pagarla.

El impacto que la pobreza energética tiene en la infancia y la adolescencia es desproporcionado, especialmente en los primeros años de vida, ya que los niños pasan más tiempo en casa que los adultos.

“Más allá del efecto dañino en la salud física, con consecuencias asociadas a problemas respiratorios y al aumento de visitas al hospital, la pobreza energética afecta también a la salud mental de la infancia y la adolescencia“, denuncia Del Moral. “Vivir en casa el estrés financiero y el endeudamiento pueden provocar o agravar problemas de estrés y salud mental entre los miembros de la familia, incluidos los niños, niñas y adolescentes”, detalla.

Además, existen otros efectos de la precariedad energética, como la falta de seguridad en algunas viviendas para tratar de mantener la casa caliente. Incendios y otros accidentes pueden poner en riesgo la vida de toda la familia debido a conexiones irregulares a la red de suministro o bien por el uso de método alternativos para calentarse o iluminarse, como velas y braseros. Los niños son víctimas especialmente propicias a estos accidentes.

En su análisis, Save the Children lista algunas medidas clave como, por ejemplo, convertir en permanentes las ayudas temporales de emergencia; reformar el bono social para que este se otorgue automáticamente a las familias que se encuentran bajo el umbral de la pobreza, independientemente del tipo de compañía con la que hayan contratado el bono social, y que en el umbral de acceso para las familias con hijos a cargo se tenga en cuenta el coste de vida en cada territorio, así como crear espacios en los que se tramiten todas las cuestiones informativas y de prestación relacionadas con la provisión de energía.

También, con una visión más a medio y largo plazo, apostar por la rehabilitación de edificios con un criterio de equidad y accesibilidad y una perspectiva de infancia, mejorando la eficiencia energética de las casas.

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