La Real Academia define ranking (aunque prefiere que se le llame ranquin) como una Clasificación de mayor a menor, útil para establecer criterios de valoración. Todo el mundo lo sabe y acepta, por lo general, las reglas del juego. Ciertamente, es más fácil entender que en la liga de fútbol el ranking lo encabeza quien más partidos gana, lo que es empíricamente observable, mientras que es más complejo cuando quien encabeza ese ranking es resultado de la valoración de un tercero que opera sobre unos parámetros iguales para todos los estudiados, pero que, por esa misma razón, concluye en resultados desiguales.
Algo así ocurre cuando se mide la educación: si un parámetro fijo es la investigación en laboratorio, aunque en el resto de parámetros, como las instalaciones o la docencia sean de lo mejor, siempre estará en desventaja sobre quien sí tenga laboratorio. La cosa empeora si el ranking, por seguir el juego literario anterior, se hace solo entre la mitad de los equipos de la liga y no con todos.
El profesor Daniel Perelló, fundador de Paradocentes.com, no alberga duda alguna sobre la fiabilidad de estos rankings, precisamente, a propósito de lo señalado: “No deberían existir los mejores o los peores colegios, ya que estas listas tan solo contemplan el 3,5% de los centros educativos y hacen una clasificación del 0,35% de los 28.534 centros de toda España”. Esto apunta en su web, sin miramientos.
Aunque es un terreno pantanoso, ÉXITO EDUCATIVO ha querido conocer qué opina libremente la comunidad educativa sobre los rankings de colegios, no solo los que se publican en algunos medios de comunicación, y este es el resultado de quienes han expresado su punto de vista, divergentes, como no podría ser de otra forma. Estas son las opiniones de centros educativos, profesores, padres y alumnos.
La transparencia y rendición de cuentas, imperativo de los colegios
Juan Santiago, presidente de la Asociación de Centros Autónomos de Enseñanza Privada (ACADE), opina que los rankings pueden ser una “herramienta interesante” para que las familias conozcan las características y proyectos de los centros educativos y estos den a conocer los suyos, pero eso sí, advierte, “siempre que se realicen de manera seria y rigurosa, y no tengan como único objetivo el que los medios que los realizan obtengan ingresos por publicidad”.

Preguntado en ÉXITO EDUCATIVO por la idoneidad de que las consejerías de Educación hicieran públicos los datos de la EVaU u otros indicadores para que los padres tuvieran más información, señala que “la transparencia y la rendición de cuentas debe ser algo consustancial a la educación y por ello es positivo que se hagan públicos los datos que obtienen los centros educativos en las diferentes pruebas objetivas que se realizan, incluida la EVaU”.
No obstante, aclara, “toda la comunidad educativa debe de tener muy en cuenta al conocerlos que los contextos de los centros son muy diferentes e influyen y mucho en esos resultados”.
La Asociación de Colegios Privados e Independientes (CICAE) se muestra favorable a su existencia, hasta el punto de que los considera “una referencia importante para las familias”. Fuentes de CICAE consultadas por ÉXITO EDUCATIVO incluso entienden las dificultades que apareja realizar un análisis de este calibre “porque es casi imposible llegar a analizar y visitar todas las instituciones educativas que existen en España, por lo que sería injusto asegurar que en un determinado ranking no se ha quedado fuera algún centro que merecería figurar en el listado”.
Esta circunstancia da pie a CICAE a demandar que esta labor contara con más apoyos y medios: “Lo ideal sería que, dado que tienen un gran impacto social, sus autores tuvieran la estructura necesaria para visitar todos los centros y confirmar y verificar la información que estos envían”, apunta el portavoz consultado.
A pesar de ello, para CICAE “siempre es positivo que exista cada vez más información y transparencia para que las familias tengan criterios y datos que les ayuden en la elección del colegio para sus hijos”. Ahora bien, advierte que lo “más aconsejable” sería que las familias no se guiaran por un ranking u otro, sino que se tomasen un tiempo para la reflexión y estudio “en una de las decisiones más importantes que van a tomar en la crianza y formación de sus hijos”.
En este contexto, CICAE apuesta por herramientas como micole.net, con la que colabora para ofrecer “de una manera objetiva” una selección de colegios públicos, concertados y privados acordes con las necesidades y preferencias de cada familia.
Porque para esta asociación de colegios resulta “primordial” analizar los colegios en los que se tiene interés, consultar acerca del proyecto educativo, cómo implementan la enseñanza y práctica de nuevas tecnologías, si ofrecen una atención individualizada al alumno, la inmersión en otros idiomas, el trabajo para promover las competencias de los estudiantes, y un largo etcétera de parámetros. Con todo, el portavoz de CICAE recuerda que en el sector hay un dicho respecto a estos rankings: “Ni son todos los que están, ni están todos los que son”.
Los matices no siempre se recogen en los rankings
Javier Martínez Cuaresma, presidente de la Unión Española de Cooperativas de Enseñanza (UECoE) admite que los rankings en el ámbito educativo siempre parten de la dificultad de valorar una actividad “tan rica en matices como es la educación”. Sin duda, explica Martínez Cuaresma a ÉXITO EDUCATIVO, los criterios objetivos que se establecen en un ranking se basan en la calidad del proyecto, instalaciones, servicios, etcétera, pero, más allá de estos, apunta que “es prácticamente imposible recoger de forma cuantitativa el componente humano” que, a su juicio, “es el principal pilar que aporta valor a una Comunidad Educativa”.

Partiendo de la dificultad que esto entraña para quienes elaboran este tipo de rankings, en UECoE creen que “sería deseable que pudieran valorarse aspectos cualitativos, mediante entrevistas personales a diferentes miembros de la Comunidad, por ejemplo, que pudieran complementar la información cuantitativa”.
Otro de los problemas que detecta esta asociación es la “confusión” entre los rankings que se realizan desde “las redacciones de los medios de comunicación y las guías publicitarias”. “Todos conocemos ejemplos tanto de unos, como de otros, que están claramente definidos, y en los que el público puede distinguir cómo se ha elaborado la información”, apunta Martínez Cuaresma.
Existe un “limbo”, así lo llama el presidente de UECoE, en el que “no es fácil distinguir la publicidad de la información elaborada por los medios”. Esto, en su opinión, genera una “falta de credibilidad que nos perjudica a todos”, que, indica, se solucionaría identificando esa publicidad y articulando mecanismos de reclamación.
Pedro Huerta, secretario general de Escuelas Católicas (EC), estima que la evaluación externa de los centros educativos “ayuda a conocer la realidad escolar, el rendimiento de los alumnos, la eficacia de las metodologías pedagógicas, porque suponen una visión objetiva y ausente de opiniones particulares, siempre que sean realizadas por entidades realmente independientes”.
En este sentido, enjuicia Huerta, su finalidad “debe enmarcarse en el fortalecimiento de todo aquello que funciona y el descarte de lo superfluo, y consideramos que este empeño lo debe realizar la autoridad educativa, en primer lugar, y los mismos centros educativos, en segundo lugar, una vez conocidos los resultados y con intención de incorporar elementos de mejora y no de competitividad”.
Dicho esto, el secretario general de EC considera que los ranking publicados por algunas instituciones o medios de comunicación “tienen escasos visos de transparencia y reflejo de la realidad, promoviendo más la competitividad entre centros que la necesaria colaboración”.
En su opinión, concluye, “una evaluación de diagnóstico debe responder a una necesidad de mejora continua, por lo que no tiene sentido realizarla solo en periodo de matriculación; debe alcanzar a una población universal dentro de la comunidad educativa, porque la educación no puede basarse exclusivamente en la evaluación de los alumnos; debe estar al servicio de la mejora del centro y de la educación, no de intereses empresariales y partidistas”.
¿Propaganda?
Francisco José del Castillo, secretario general del Sindicato Independiente de Enseñanza y Atención a la Discapacidad de Madrid (FSIE Madrid), se muestra “escéptico” ante lo que llama “la cada vez más asidua costumbre de publicar cientos de listas donde se indican los mejores colegios, curiosamente en un periodo cercano a la campaña de escolarización”.
En declaraciones a ÉXITO EDUCATIVO, Del Castillo cuestiona, además, los criterios utilizados y pone sobre la mesa el que “muchas veces son empresas con intereses directos los que producen dichos rankings”. “Cualquier lista”, lamenta, “no es más que propaganda en ciertos aspectos que consideran cruciales quienes elaboran esas listas, y no los padres de barrio normales que van a escolarizar a sus hijos”, quienes debieran ser los verdaderos evaluadores.

Frente a ello, FSIE estima “fundamental” presentar una “oferta amplia” de centros escolares para que todas las familias puedan elegir aquellos que se adecuen o acerquen a sus valores o ideales. “Por eso”, subraya, “consideramos muy importantes las jornadas de puertas abiertas de los colegios”.
En este contexto, se enmarca la campaña de escolarización ‘Libre para elegir la mejor opción: construimos futuro’, que impulsa su sindicato, en la que “ponemos el foco en la libre elección de las familias y nuestro compromiso con la pluralidad de nuestro sistema educativo” que, por cierto, advierte, “corre serio peligro con la LOMLOE”.

Por su parte, Leticia Cardenal, presidenta de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnado (CEAPA) se muestra poco de acuerdo con los rankings. En declaraciones a ÉXITO EDUCATIVO no esconde, sin más, que “no nos gustan”, porque, enjuicia, “en la mayoría de los casos solo sirven para hacer comparaciones entre centros educativos”, y poco más.
Alfonso Aguiló, presidente de la Confederación Española de Centros de Enseñanza (CECE), también se posiciona en su blog personal, donde valora la incidencia de las evaluaciones oficiales y lo que llama “fiebre” de los rankings. De las primeras señala que “la publicación de resultados académicos tras unas evaluaciones estatales les ha hecho mejorar (a los países donde tienen lugar) de un modo muy eficiente”. Por el contrario, enjuicia que en otros países “la fiebre del ranking y la competitividad genera unos ambientes y unas dinámicas nada positivas”.

De sus consideraciones en su blog, autorizadas por CECE para ser reproducidas por ÉXITO EDUCATIVO, apuesta, por tanto, por una evaluación que para que sea realmente útil cuente con el mayor número posible de referencias y posibilidad de comparar con otros ámbitos territoriales y sociales, cuanto más amplios mejor. Ahora bien, advierte que “si el que evalúa los resultados de un sistema educativo es el mismo que lo gestiona, es inevitable que tienda a esconder sus propios puntos de ineficiencia o mediocridad”.
Por esta razón, reclama que “la evaluación proceda de un organismo que posea cierta independencia y que trabaje a un nivel superior”, al tiempo que estima que sería “positivo a su vez someterse a evaluaciones internacionales que ayuden a cada país a situarse en la realidad de sus resultados”.
¿Qué quiere decir ‘mejor colegio’?
Es lo que se pregunta el presidente de la Asociación Española de Entidades Colaboradoras de la Enseñanza (AESECE), Miguel Salamanca. Los rankings de centros pretenden clasificar en orden de mayor a menor excelencia a los mejores. Esto está claro, pero Salamanca apunta: “Cabe preguntar a quien los lee, a quien busca centro para su hijo o hija ¿Qué considera que es un centro educativo excelente? ¿Coincide ese criterio con el de las personas que han elaborado esa parrilla? ¿Son los que tienen los mejores resultados? ¿O los mejores procesos? En educación la diferencia entre resultado y proceso es un mundo”, recuerda.

El presidente de AESECE agrega que “podemos encontrar quien estima que el mejor centro educativo es el que tiene las mejores instalaciones, el mejor personal, el mejor proyecto educativo, los mejores antiguos alumnos, la mejor historia, la mejor relación con el entorno… y aun así seguiríamos necesitando ponernos de acuerdo en ¿qué quiere decir ‘mejor’?”.
Por otro lado, se pregunta “¿Cómo se las han apañado en ese ranking para comparar una escuela rural, con otra en el centro de una pequeña capital, o en una zona periférica de una gran ciudad, o en un barrio de reciente creación? ¿De qué manera pueden tener en cuenta esos rankings las peculiaridades de un centro que atiende a una población con una renta per cápita especialmente alta, con quienes trabajan en una zona con elevada diversidad cultural, o con un altísimo índice de desempleo, con una población muy poco estable…?”.
En su opinión, más allá de clasificaciones “artificiosas o forzadas”, algunas de las cuales, asegura, “se financian con el dinero de los propios centros que aparecen en ellas”, la cuestión es “¡cuánto aportaría poder identificar referencias en el mundo educativo, ejemplificar y reconocer a quienes realizan trabajos excelentes, aprender de quienes más tienen que enseñar!”.
¿Cómo hacerlo? Salamanca aporta su granito de arena: “Sin comparar unos centros con otros. Sin cuantificar lo incuantificable. Tal vez por la vía de las buenas prácticas, de las prácticas excelentes. Prácticas excelentes en convivencia, en inclusión, en resolución creativa de problemas, en investigación, en impacto transformador en el entorno, en apertura a dicho entorno, en acompañamiento emocional, en participación, en creación de cultura, en promoción de la justicia, en cuidado del Planeta… Y todo ello en perspectiva de evolución, no de fotografía estática”.
“Hay muchos centros educativos en los que se dan esas prácticas excelentes de impacto social, educativo y transformador y nunca aparecen en los rankings”, se lamenta. “Acaso sea porque no se les busca. O porque esos mismos centros renuncian a salir en una cosa así”, remata.
Las pruebas externas al alumnado, el otro campo de batalla
En otro contexto, aunque con una finalidad similar, el establecimiento indirecto de un ranking, la Confederación Estatal de Asociaciones de Estudiantes (CANAE) expresa su preocupación por los “efectos adversos” que presentan las pruebas de evaluación con consecuencias académicas, que, a su juicio, “pueden ser contradictorios con los objetivos prioritarios que en este momento tiene nuestro sistema educativo, que es reducir la repetición, aumentar el número de titulados y tituladas y favorecer la continuidad en el sistema –y con ello luchar contra el abandono”.
La presidenta de CANAE, Andrea G. Henry, está en la línea de opinión de que la evaluación “no puede ser un obstáculo para una mayor flexibilidad y permeabilidad entre itinerarios formativos que requieren estos retos”. Así, subraya CANAE, “las pruebas, mal planteadas, corren el riesgo de impedir el acceso a los estudios deseados o poner dificultades añadidas que favorecen la desmotivación y el abandono”.

En tal sentido, más allá de expresar su punto de vista, en respuesta a la demanda de ÉXITO EDUCATIVO para este reportaje, CANAE y su presidenta al frente da un paso adelante y propone que se realicen pruebas de evaluación externas solo con fines de diagnóstico y formación para la mejora, las cuales deben dirigirse a evaluar los resultados de aprendizaje de cada estudiante, por un lado, y del funcionamiento del sistema educativo en su conjunto, por otro.
Estas pruebas, añade CANAE, “si se diseñan bien, pueden ser un buen instrumento de diagnóstico de la situación de la educación, que proporcione información a la comunidad educativa y a las administraciones, junto a otra serie de indicadores que formen parte de un sistema de evaluación integral”.
De igual modo, propone que los resultados de pruebas externas al alumnado no tengan en ningún caso efectos académicos, sino que prime su condición de complementariedad a la evaluación continua. También reclama que se analicen en los procesos de evaluación, incluida la externa, todas las competencias de la formación del alumnado, no solo las consideradas instrumentales.
Por último, pide la “prohibición total” de la publicidad de las evaluaciones externas y de la confección de clasificaciones de los centros educativos en función de dichas evaluaciones. Los denominados ‘rankings’, enjuicia la Confederación de estudiantes, “sólo tienen en cuenta los resultados ‘brutos’, olvidando el complejo análisis de la realidad que han de contemplar las evaluaciones. La función principal de estos datos es servir de base tanto al centro como a la Administración para definir las acciones de mejora necesarias, a cuyo fin no sirve esta medida”, afirma.
Lo argumentan de este modo: “Sin tener en cuenta el punto de partida y otros factores, los centros que tengan un alumnado con mayores dificultades de aprendizaje, por ejemplo, estarán siempre a la cola del ranking y por lo tanto este no reflejará realmente los resultados del proceso educativo ni su grado de mejora”, concluye el análisis.
Este reportaje ha sido posible gracias a la participación de las asociaciones de colegios CICAE, CECE, ACADE, EC, AESECE y UECoE; de los profesores a través del sindicato FSIE; de los alumnos desde CANAE, y de los padres y madres, por medio de CEAPA.