
Es esta la tercera parte que viene a homenajear, de forma simbólica, la famosa trilogía de R. Zemeckis sobre el futuro, los viajes temporales y las contingencias que estos nos deparan. Así, si en los dos artículos anteriores nos ocupábamos, por un lado de los aspectos relacionados con la base sobre la que se sustentaba de nuestra propuesta pedagógica, y por otro sobre el abanico de competencias que sobre las cuales entendemos debe focalizarse el proceso de enseñanza -aprendizaje, en esta última entrega vamos a ocuparnos de los contextos de la misma. Aspecto éste, además, de suma actualidad, habida cuenta de la adaptación que del proyecto educativo han tenido que hacer muchos centros al contexto online en virtud de esta circunstancia que nos ha tocado vivir.
Recordemos, de nuevo, la figura que viene a representar nuestra propuesta y los aspectos ya abordados:
1. La neurodidáctica como marco conceptual que desarrolla la forma adecuada de aprendizaje.
2. El punto sobre el trabajo para el desarrollo emocional, social y físico de la persona.
3. Propuesta metodológica, que deben ser las palancas que accionen el aprendizaje.
4. El objeto de aprendizaje sobre el contenido: las competencias y contenidos. Pero, ¿cuáles y por qué?
5. Los contextos en los que se va a desarrollar ese aprendizaje: offline y online.
6. Un entorno, ambiental y natural, en el que van a convivir los alumnos.
7. Y un modelo de evaluación que se adecue a esta propuesta, y permita analizar y trabajar individualmente el progreso de cada alumno.
Como señalábamos, a nivel de nuestra propuesta pedagógica, ésta debe desarrollarse en dos contextos: online y offline. Es innegable que el futuro de nuestros alumnos se va a desarrollar (se está desarrollando) en eso dos contextos y, por tanto, la escuela debe articular una propuesta que los haga coexistentes.
Hemos tenido que pasar una crisis de estas características, que nos ha obligado a sufrir un largo confinamiento, para que tengamos que buscar soluciones telemáticas y de aprendizaje online para dar respuesta a las necesidades del sistema educativo. Estas soluciones, en muchos casos loables, en muchos más inexistentes o claramente deficitarias, no son, ni siquiera las primeras, adecuadas para un contexto real híbrido o blended. La escuela debe empezar a pensar que nuestros alumnos deben realizar una parte de su aprendizaje en modelo online (ojo, no necesariamente fuera del ámbito espacio-temporal de la escuela). Debe analizar las estrategias, recursos necesarios, formación y desarrollo de herramientas y contenidos, para que se incorpore a su propuesta pedagógica y a su proyecto educativo.
En relación con lo anterior debemos profundizar en un concepto de utilización de los espacios globales del centro de una manera más creativa, flexible y versátil, haciendo que algunos de ellos se conviertan en “nuevos” espacios de aprendizaje. Es necesario romper la estructura rígida de espacios, grupos, tiempos y lugares y entender que nuestros alumnos van a desarrollar su continuidad académica y profesional en situaciones menos estructuradas. No estamos proponiendo profundizar en este concepto en virtud de las necesidades que puedan tener los centros en septiembre con la reincorporación tras el “verano de la COVID”, estamos señalando que es necesario incidir en la pertinencia de romper barreras y avanzar en esa línea de cara al futuro…inmediato.
Concluyo con dos aspectos esenciales que también recoge esta nueva propuesta pedagógica.
En primer lugar, la necesidad de entender que el ser humano lo es porque es Ser en sociedad y en el marco de un entorno físico y natural. Es una obviedad decir que desde que nuestros ancestros de desenvolvían en la sabana o en los glaciares europeos, la conexión del ser humano con su realidad natural ha sido muy estrecha. La necesidad de entender la importancia de mantener nuestro planeta (aquí si que no hay plan b), cuidarlo y conservarlo porque, en definitiva, eso influye en nuestra economía, nuestra salud, nuestra alimentación, etc. es una variable que la escuela debe comprender como labor esencial de sensibilización para generaciones futuras.
En segundo término, es necesario articular un modelo de evaluación incrustado en esta nueva propuesta pedagógica, que debe diferir sustancialmente de los actuales. No solo en la escuela, sino también en los supra organismos que “obligan“ a la misma a desenvolverse de una manera concreta y que hacen que desarrolle un modelo de evaluación que aporta muy poco al proceso de enseñanza-aprendizaje de nuestros alumnos; que no ayuda al desarrollo de estrategias personalizadas para nuestro alumnado, siendo éste aspecto uno de los objetivos esenciales para trabajar en base a las necesidades de cada uno de ellos. En definitiva, una evaluación/control que lo único que persigue es asegurar pautas para que el alumno transite a través de un embudo estandarizado a la siguiente etapa. Una evaluación, si nos atenemos a datos porcentuales, que con demasiada frecuencia, desincentiva al alumno, lo desmotiva y lo expulsa fuera del sistema. Es fundamental entender la importancia que el modelo de evaluación tiene a efectos de determinar la propuesta pedagógica. Es por ello que urge modificarla y adaptarla al hecho evaluado y a focalizarla al objetivo perseguido: permitir la evolución personalizada del alumno.
#PactoporlaeducacionYA¡
Jaime García Crespo, CEO de Educación y Sistemas