Diego Núñez (LMI College): “El director debe sacrificar su tiempo y su esfuerzo para mejorar la vida de otras personas”

A pocos metros de la estación de metro La Moraleja, una de las áreas urbanas con mayor renta per cápita de Madrid y, con carácter general, de toda España, se encuentra el LMI College, cuyo director, Diego Núñez Fernández-Shaw, nos recibe en su despacho para, precisamente, despachar sobre un modelo educativo que nos ha llamado la atención, sobre todo, por su empeño en hacer real eso de la educación individualizada.

No se trata de una educación ‘a la carta’, pero, de algún modo, sí de un sistema que entiende al alumno como lo que es, y no tanto como una comunidad de alumnos que deben aprender al unísono. Eso no quiere decir que el suyo sea el modelo adecuado e inadecuado el otro, más habitual: solo quiere decir que es la apuesta de este centro, y de ello habla profusa y detalladamente Diego Núñez Fernández-Shaw, Headteacher-Principal de este centro educativo desde hace casi 3 años y que, aunque se gradúo en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid, se ha formado y trabajado en el ámbito educativo internacional durante los últimos diez años. Una conversación que da para varios titulares.

¿Cuál es el modelo educativo que caracteriza LMI College?

El proyecto que llevo, el LMI College, es un colegio que sigue el sistema británico, pero tiene una mentalidad internacional: usa las ventajas de ese modelo británico y coge lo mejor del sistema europeo. Lo importante es que este modelo sólo se dedica a la adolescencia. No tiene Primaria ni va a tener nunca. Lo que intenta es coger niños desde 1º de la ESO o el equivalente internacional hasta 2º de Bachillerato. Y hacer un modelo de colegio especializado en la adolescencia: los problemas, las situaciones, la motivación de la adolescencia. Todo ello desde el sistema educativo internacional.

Si le parece, vamos por partes. Usted refiere cuatro pilares sobre los que se sustenta el diseño educativo de su centro. Háblenos del primero.

Lo primero de todo esa mentalidad: somos un colegio británico con cualificaciones británicas y tenemos un profesorado 50% nativo británico traído del extranjero, un 25% internacional y un 25% nacional, bilingüe, dentro de lo mejor que puede ofrecer España. ¿Por qué digo esto? Porque hoy en día todo el mundo dice que es bilingüe, pero luego no tiene profesores nativos traídos del extranjero. Eso es un punto.

El sistema británico, por otro lado, es muy garante de las libertades individuales y necesidades especiales de los alumnos. Tiene unos sistemas de protección del alumnado muy grandes, que luego los colegios británicos tradicionales no suelen aplicar, pero existen. El tipo de alumnado con que trabajamos (altas capacidades, necesidades especiales, con problemas motivacionales o de salud) necesita un sistema de protección muy avanzados, para que, si el día de mañana en el examen no se pueden presentar por cualquier cosa, tú tengas sistemas para compensarlo.

Destacan por sus clases reducidas. No todos los colegios pueden presumir de ello, aunque sea un deseo común…

Cuando me he informado y he investigado sobre educación extranjera, me he dado cuenta de que a partir de cinco grupos en el aula tienes el efecto de grupo. Esto quiere decir que los alumnos trabajan ya de manera cooperativa, hay suficiente individualización para llegar las necesidades de cada uno, y ese efecto se sostiene (demostrado científicamente) hasta alrededor de los 10-15 alumnos. ¿Qué pasa? Que a partir de ese número puedes traer el mejor profesor, el número uno, Premio Nobel, le pones a dar clase en un instituto, y no puede. Porque cuando pasan de 20, 25, 30 el efecto masa es tan grande que el efecto de grupo se diluye.

El ejemplo más fácil es una reunión en cualquier empresa para un trabajo de equipo: las reuniones no suelen ser efectivas cuando hay más de seis, siete, u ocho personas. Cuando hay 15 personas no es una reunión, sino alguien hablando y todo el mundo diciendo ‘sí, sí, sí’. Eso está muy investigado y para nosotros es fundamental que todas las aulas tengan alrededor de cinco o diez alumnos, y que vayan rotando entre distintas asignaturas.

A usted le gusta mucho aludir a la motivación ¿Estamos ante el tercer eje de su modelo?

En efecto, como dice, soy un apasionado y hemos montado este proyecto porque los alumnos hoy en día ya no están motivados; no les apetece ir al colegio, no les gusta o les gusta más ver YouTube, o piensan que hay formas de educarse más fáciles, o piensan en criptomonedas. ¿Qué pasa? Que los colegios no tienen que ser lugares de circo donde todo es recreo y todo vale, pero sí hay que adaptarse a la realidad que viven los alumnos: un mundo en el que existen los smartphones y la inteligencia artificial que hacen los trabajos.

Por ello he investigado que la mayoría de los problemas de motivación de niños con muchas dificultades vienen de una falta de libertad de elección; y de falta de entendimiento, de poder escoger asignaturas y saber para qué sirven; ‘¿por qué tengo que hacer esto?’.

Lo que hacemos distinto es que ofrecemos seis o siete asignaturas para elegir. ¿Qué pasa si no encajo en esa asignatura? ¿No puedo hacer nada en la vida? No; estudia francés. Yo ofrezco casi todas las asignaturas oficiales que existen legalmente con un modelo estructurado muy complejo. Eso quiere decir que si un colegio ofrece 6 yo ofrezco 22 opciones distintas. Con lo cual la capacidad de configurar expedientes y sistemas educativos distintos más o menos da unas 350 configuraciones distintas. Para que te hagas una idea, en el sistema español es como si tuvieses en las salidas de Bachillerato 350 opciones.

Entonces es difícil que no encuentre, al hacer la entrevista para entrar al colegio, algo de lo que el alumno pueda tirar: ya sea la motivación personal, una inquietud, un hobby, algo que le guste. Configurar un Bachillerato, una Secundaria que se acerque a sus expectativas y que él entienda la situación, y que sea él el que elija; no el colegio el que elige por él y le dice ‘ve a esta clase porque hay un hueco’. ‘Esto se sirve’, ‘te merece la pena’…

De lo que deduzco de lo que leí sobre su modelo, en cuarto y último lugar, y discúlpeme el juego de palabras, hay que pensar en qué piensan los niños ¿no es así?

Así es. Además de la motivación los colegios de hoy en día tienen que ser centros psicológicos y de apoyo psicológico de primer nivel (por la pandemia, la adolescencia en general, porque la gente hoy en día no es capaz de tener amistades sólidas…). ¿Qué sucede? Que tener un departamento psicológico fuerte, bien dotado, que los apoye, previene de muchos efectos de bullying, y hasta los inspectores nos han felicitado por tener muchos menos problemas incluso con niños vulnerables por hacer sistemas de protección más avanzados.

Para mí una de las claves, que los padres están valorando muchísimo en estos cuatro años (y parece revolucionario, pero no lo es) es: sentarse con los padres a principio de curso, pactar una salida profesional con los hijos que se firma, e intentar revisar cómo avanza el alumno cada tres meses. Es decir, meter a los padres en el centro y decirles ‘¿qué esperan de la educación de sus hijos?’; ‘esto’. ¿Y qué espera el centro? Pues pongámoslo todo en un documento oficial e intentemos trabajar hacia ese camino.

Esas cuatro cosas: sistema internacional, clases reducidas, altos sistemas de control psicológico y apoyo, más mucha vocación por la motivación hace que el proyecto en conjunto sea un intento muy distinto de aproximarse a la educación tradicional. Y hace que tanto alumnos con dificultades como los que no los tengan se vean muy motivados por el hecho de que puedan elegir, y tengan un plan académico cada uno distinto.

¿Qué debemos entender por una educación individualizada?

Para mí individualizar no es poner un tablet a cada niño con un programa más rápido o más lento. Individualizar es que todo el mundo llegue a lo que se ponga como objetivo. Cada niño es libre de coger su objetivo, y algunos quieren irse a una super universidad, y otros quieren hacer otras cosas. Y a cada uno se le pregunta; y se pacta qué es lo que quieren hacer para ver luego cómo llegar a cumplirlo.

Para mí eso es individualizar de verdad: la exigencia es la misma para todos, pero la forma de llegar ahí es distinta para cada uno. Y tenemos que ver cómo apoyamos tanto que sea exitoso en un colegio el alumno que es bueno y va a una universidad de primer nivel, como el alumno que tiene dificultades y que, con toda la dignidad del mundo, saque una nota aceptable y pueda ir a la universidad que también desea.

¿Cómo ve el futuro de la educación en España?

Con toda mi formación, extranjera, todo lo que he visto en España (porque he nacido aquí, tengo un colegio internacional y entiendo varios de estos proyectos), y que al final tiene lo bueno de conocer su país, saber cuál es la situación nacional, pero también lo bueno de haber visto lo que hay fuera… no es solamente crítica por crítica. Lo que digo respecto a la educación en España es muy sencillo. La gente en la educación busca lo mismo que en las inversiones de bolsa: estabilidad. Busca pactos, porque tú quieres que tu hijo haga un examen, que se lo conozca y sea estable y se lo pueda preparar con antelación. ¿Qué sucede? Que hay países como Inglaterra que tienen pactos o semi-pactos de Estado; políticas de cinco o diez años sobre la educación. Y hay otros países que cambian cada dos años la legislación. Si yo tengo que prepararme el examen de Selectividad o EBAU o lo que sea, y no sé ni siquiera el temario que me cae tres días antes, pues mucha seguridad a los padres no les da. Y esto a nivel público y concertado.

¿Qué ocurre? Que cuando el público ni el concertado están en su mejor situación, el privado con sistemas internacionales (Bachillerato Internacional o sistema británico o cualquier otro sistema internacional) al ser sistemas más estables donde se garantiza una cierta continuidad y garantiza que puedes entrar tanto en una universidad internacional como en cualquier universidad extranjera, las oportunidades son mucho más grandes. Pero es que hay institutos públicos que hacen el Bachillerato Internacional, cuyos alumnos cogen en masa ese bachillerato antes que el nacional porque aumenta sus opciones. ¿Por qué? Es más estable, no tiene ciertas regulaciones…

Entonces…

Por ello para mí la única opción que tiene la educación en España si queremos ser competitivos a 10, 20, 30 años vista es un pacto nacional de Estado entre todos los partidos políticos, todas las comunidades autónomas, donde se llegue a un acuerdo de mínimos. De mínimos. Que desde Madrid no tengan problemas en poner lo que se decida en idiomas o asignaturas de todo tipo que se puedan impartir: extranjeras, nacionales… lo que sea, pero todos igual. Y luego las diferencias de cada uno; no quiere decir que centralicemos, sino que lleguemos a un pacto de mínimos para que el examen en cualquier comunidad, a cualquier alumno, le llegue más o menos igual. Y de ahí construyamos lo que necesitemos. Pero mientras no haya un pacto de este tipo, como sí tienen otros países, lo que sucederá es que todos los años estaremos cambiando las políticas. Y por tanto cambiando los libros, y por tanto cambiando la forma de educar. Y por tanto volviendo loco al sistema.

Eso hace que la educación internacional tenga muchas más opciones y salidas, porque es más estable. Y la gente quiere al final lo que a sus hijos les dará mejor opción, y no es raro que, como en mi colegio, tengas gente que quiere entrar en medicina o en universidades de ingeniería públicas incluso que cogen el sistema internacional, no por preferencia, sino por una cuestión de estabilidad y de seguridad sobre cómo se va a enfrentar su hijo a los exámenes.

¿Cuál cree que es el principal desafío para la educación en los próximos años?

Hay muchos, pero el más radical que va a haber es la inteligencia artificial. ¿Por qué? Porque la educación tradicional, sobre todo la española, se basa en la clase magistral: voy a clase, explico todo y ustedes se apañan; esto es más o menos lo que pasa. Puedes hacer proyectos innovadores, aprendizaje por proyectos, classroom invertida… un montón de cosas que han salido, pero la mayoría de la gente sigue haciendo este modelo. Lo que pasa es que, si en este modelo le pides a un alumno que haga un trabajo, este deja ya de tener sentido. ¿Por qué? Porque todos los alumnos de Secundaria usan la inteligencia artificial, y ya no se puede distinguir entre un alumno que tiene un 10 y uno que tiene un 9. Y las herramientas de control que se están desarrollando no están mal pero todavía no están al nivel para poder distinguirlo.

Esto quiere decir que se están empezando a quitar trabajos por la inteligencia artificial, te pongo un ejemplo muy concreto: nosotros teníamos unos blogs… y la mayoría de la gente de marketing usa ahora mismo herramientas de predicción para crear una especie de texto, y luego lo corrige. Los alumnos ya no hacen un trabajo sobre Carlos V; le dan a un botón de ‘hazme un trabajo de mil palabras sobre Carlos V y sus 25 características’, tocan un poco el documento para que no lo puedan rastrear y eso es lo que se presenta.

En su opinión, ¿Cómo se puede trabajar con esta herramienta?

Yo soy partidario siempre de adaptarse a los cambios, sacar lo mejor, sin perder lo importante y esencial. ¿Qué quiere decir? Nosotros, por ejemplo, el año que viene lo que vamos a hacer es: vamos a pedir a los alumnos que hagan un trabajo; y les vamos a dar en un examen cuatro textos y les vamos a decir ‘descubra cuál es el que ha sido la inteligencia artificial’. Claro, ya no es tan fácil, porque sí, tienes que saber mucho y tener un pensamiento muy crítico para buscar cuál es el error del texto, porque obviamente algo lo ha hecho la máquina. Eso te permite tener pensamiento crítico.

Ya no es prohibir o usar, es ‘oye, úsala, pero si lo vas a hacer, sé el mejor usándola’. Es decir, sé el que mejor sabe parecerse al de verdad. Y hacerlo en sitios y asignaturas controladas, porque no deja de tener una importancia la capacidad de memoria, pero la realidad es que hay que adaptarse. Igual que el smartphone revolucionó la vida, igual que la calculadora científica también la revolucionó; y se quería prohibir, pero a nadie se le ocurre hoy prohibir la calculadora científica ni el smartphone. Es decir, la realidad es que está para quedarse.

¿Qué va a pasar? Que algunas asignaturas se harán a través de inteligencia artificial y mejorará mucho la situación, por ejemplo, programación, generación de textos, y muchas cosas más. En otras asignaturas la forma que tenemos de que el alumno siga siendo capaz de escribir y redactar correctamente, que son habilidades fundamentales, es perfecto el ‘cierren todos los sistemas informáticos, saquen una hoja; ahora reproduzcan el texto que acaban de hacer’. Claro, sin el apoyo de todos esos sistemas la persona no es capaz de llegar a ese punto. Y eso le enseña también a ver qué pasa si el sistema cae.

Está claro que está de acuerdo con este uso en el ámbito educativo.

Es importante ir incorporando la herramienta en las asignaturas correctas y que no solamente trabajen usándola, sino con el pensamiento crítico y viendo ‘esta herramienta, ¿qué implica éticamente?’. Por ejemplo, acaba de acordarse el uso de la herramienta ChatGPT como una referencia oficial en los trabajos oficiales; es decir, que, si a partir de ahora tú usas ChatGPT en un trabajo de máster, de grado o de colegio y no lo referencias correctamente, es plagio. Una cosa es que digas ‘me he inspirado…’, o ‘lo he usado para darme ideas…’, eso está perfecto. Pero tienes que mencionar que eso existe porque si no estás haciendo una especie de trampa al sistema diciendo que tienes unas capacidades que no tienes.

Cómo se regula esto está poniendo dos posiciones: los colegios que dicen ‘lo prohíbo, esto no ha pasado; cualquier persona que vea con el móvil y eso encendido está castigado’; y la gente que dice ‘no, vamos a usarlo en todos los sitios, lugares y para todas las cosas’. Creo que la posición más coherente es ‘lo vamos a usar en muchas cosas y sitios, bajo un control para ver cómo evoluciona esto, y sobre todo vamos a empezar a que los alumnos tengan un pensamiento crítico sobre cómo va a cambiar la sociedad por esta herramienta’. Y prepararlos para el futuro que viene, donde posiblemente no existan trabajos de final de carrera o ciertas cosas porque no se puede controlar el impacto ético o académico de algunas asignaturas.

Hay universidades que lo han prohibido, otras que lo están favoreciendo… No hay una posición unánime, igual que no hubo sobre el efecto de la calculadora y no hay sobre el efecto del smartphone. Porque son grandes revoluciones a nivel social a las que los colegios tardan en adaptarse. Para mí la posición intermedia de ‘lo vamos a usar de forma crítica, pero vamos a seguir valorando ciertas cualidades antiguas que ya existían, y seguir transformando el colegio para que se adapte a las necesidades reales del alumno’. No vamos a mandarles hacer diez trabajos para que los diez nos los manden así, sino que a lo mejor haremos dos y otros dos los tendrán que hacer con todo cerrado delante de nosotros, para que no tengan la posibilidad de usar esa herramienta.

Yo soy partidario, y este es un colegio muy raro en ese sentido, de empoderar en lo que la gente es buena. Te voy a poner un ejemplo de un alumno en el colegio cuando yo le entrevisto: ‘vamos a ver, usted tiene diez asignaturas y suspende estas cuatro’. Puedo repetirle una y otra vez que ‘suspende estas cuatro’, que ‘no es bueno’, que ‘le cuesta’ y que ‘es un vago’, y que ‘no le funciona para nada’. Pero es que se va a ganar la vida con las otras seis. Entonces hay dos opciones: le pongo clases extra para que usted sea mediocre en las cuatro que suspende, o le puedo empoderar en lo que ya es extraordinario buscando que se gane la vida profesionalmente en esa salida laboral.

Y esto básicamente conlleva a los artistas darles arte, a los científicos, darles ciencia, y a los humanistas, humanidades, y a los perfiles mixtos, cosas mixtas. Esto quiere decir darle a cada niño lo que quiere y lo que pide para que pueda llegar a su lugar profesional sin condenarle porque le cueste más una cosa o la otra. Y tener un plan para cada uno, porque cada cual tiene una idea que tiene futuro. Y obviamente consensuar esta información con los padres, que creo que es la gente de la que se olvidan. Oiga los padres tienen una decisión sobre qué hacen sus hijos en el futuro y sobre su tipo de educación; tendrán que ser también parte del cambio.

¿Humanidades (filosofía, latín…)? ¿Estas áreas que van desapareciendo con las últimas reformas educativas?

En este colegio es curioso, somos una cosa muy rara: tenemos una grandísima cantidad de talento en artes. Esto es muy raro porque aquí los colegios solo invierten en dos cosas que son las económicamente rentables: business y economics, es decir negocio, y ciencia. No quiere decir que esté mal, pero sí que hay un grandísimo núcleo de la población que tiene un perfil artístico y humanístico que se está dejando absolutamente tirada. Y esa gente, cuando es forzada a elegir asignaturas contra su voluntad porque -lo suyo- no tiene salida, lo que sucede es que viene una falta de motivación. ‘Hombre, yo es que tengo un perfil creativo y artístico y me quiero dedicar a una compañía de marketing, ¿por qué tengo que estudiar química porque me lo diga el colegio?; es que no puedo, porque no es mi perfil; déjeme tener éxito en lo mío’.

¿Qué es lo que hacemos en este colegio? Primero, el Bachillerato que tenemos es el primero con tantas salidas, 350 opciones posibles, que se puede configurar como tú quieras. Quiere decir que no hay ninguna asignatura obligatoria: cogen todo lo que quieren y la combinación que quieran, con perfiles más de ciencias, de letras… Para entendernos en el Bachillerato español es como si no hubiese itinerarios y todo el mundo cogiese de un buffet de asignaturas las que más le gusten en función de su salida profesional. Mezclarían las asignaturas como ellos quisieran, y eso permitiría que el que quiere un poquito de ciencias con un poco de marketing lo tenga; el que quiere un poquito de humanidades con un poquito de arte, lo tenga. Y se combinan de la manera que ellos quieran. Esto en Bachillerato.

En Secundaria es verdad que hay unos contenidos mínimos que todo el mundo tiene que saber: un poco de matemática, inglés, ciencias, un concepto mínimo de lengua y literatura, geografía e historia… que siempre es interesante saber. A partir de ahí todas las asignaturas opcionales (lo que hacemos en este colegio) deberían estar enfocadas en las cosas que te motivan y te gustan. No es muy complicado: a la persona que viene con perfil de artes se pone todo artes. A la que viene con el perfil científico se le pone todo ciencias o programación, informática, 3D o lo que sea. Al que viene con un perfil todo humanista igual: ¿te gusta la historia? Pues toma historia de España, de Inglaterra… para que tengas toda la que te guste, porque tú el día de mañana posiblemente te dediques a esto. La realidad es que tienes que probar.

Entonces, para mí las cuatro grandes salidas, que son artes, humanidades, ciencias y negocio, deben estar equilibradas en un colegio. Y deben tener departamentos igualmente dotados y capacitados, para que los alumnos decidan con libertad dónde quieren ir. Y casualmente, cuando llevo seis o siete años con programas muy similares, los alumnos curiosamente se distribuyen más o menos de manera equitativa. Es verdad que suele haber una cierta preponderancia hacia ciencias y negocios, pero muchos alumnos se transfieren a este colegio porque tienen programas de arte o de humanidades fuertes. Y nadie tiene ya programas de humanidades fuertes hoy en día, que te puedan asesoran dónde estudiar una carrera de periodismo o… porque ya nadie sabe esto.

La realidad es que se está perdiendo mucho capital, y hay otros países (Holanda, Inglaterra, Estados Unidos) que parcialmente siguen apostando por ser centros culturales de referencia, que también genera negocio. Por tanto, cada alumno tiene que poder elegir lo que necesita. Y si un alumno no cree que literatura inglesa o extranjera le pueda aportar debe poder no cogerlo. Siempre y cuando sea un acuerdo de mínimos donde estén todas las asignaturas mínimas de las que un alumno se beneficie de tener.

¿Qué apartado de la gestión de centros educativos cree que es más necesario impulsar: el financiero, el tecnológico, los RRHH, la comunicación y el marketing…?

Te voy a dar una respuesta muy poco convencional, para seguir un poco el plan. Financiero por supuesto, todo el mundo quiere tener un sistema financiero más eficiente. Tecnológico, creo que ya todo el mundo tiene tablets y los niños juegan en clase con ella, y no funciona muy bien. Recursos humanos te puedo decir que a nivel nacional e internacional hay un déficit de profesorado en Secundaria absolutamente dramático, y seguirá empeorando con los años por la situación laboral, las condiciones… por millones de factores, pero parece que nadie quiere ser profesor. ¿Marketing? Sí, pero tampoco, es relativo.

La parte que va a ser necesario impulsar, que todos los centros nacionales van a tener que tener a un nivel mucho más avanzado en diez años, que es paradójico, es la parte humana. Que es la parte que tiene que ver con el bienestar psicológico y emocional de los alumnos. Porque a nadie se le ha ocurrido una parte muy importante: ¿para qué gastamos cientos de millones en darle clase al alumno que no va a clase? ¿O que no está física o emocionalmente capacitado para recibir clase porque tiene un problema emocional que nadie le arregla? Académicamente el ejemplo que pongo siempre es: usted puede tirar agua a un vaso y mientras esté cerrado o bien, no pasa nada, pero si el vaso está resquebrajado y usted tira 40 litros de agua, el agua se filtra, porque la persona no está emocionalmente disponible.

¿Qué pasa? Que para mí aquellos colegios e instituciones que cuiden del bienestar emocional y la seguridad de sus alumnos y tengan garantías de control de esto, permitirán que el alumno, que siempre va a tener un bache en la vida, porque es así, pueda recuperarse en un tramo de tiempo más corto con apoyo psicológico y pedagógico profesional, con un apoyo psicológico que se comunique con otros apoyos fuera del colegio… con sistemas y vías de comunicación que permitan que el alumno que se pueda recuperar. Lo que no puede ser, y es lo que siempre reivindico, es que tengamos una cantidad de capital humano escolar brutal de gente joven (que parece que no queda mucha gente joven en España, y la natalidad no pinta que vaya a haber mucha en diez años) se esté desperdiciando porque suceden problemas académicos, educativos, escolares o de cualquier índole durante la adolescencia o infancia, y esa gente no se recupere para el sistema; y no pueda volver a entrar en una FP, en un sitio de educación, se forme y genere cualquier tipo de beneficio para el país o la sociedad en general.

Todos los sistemas de seguridad, de prevención de bullying, de todo tipo de cosas que permitan que el alumno se encuentre mejor, son la prioridad absoluta de todos los directores. Porque si no los alumnos no van a recibir educación, la recibirán en una página web desde su casa. Y eso tiene unas ventajas, pero también unos inconvenientes muy claros. Por ejemplo, la falta de comunicación social, el aislamiento, la falta de empatía… Millones de factores que ya empiezan a enseñarse en las generaciones de alumnos que salen ahora, que tienen muchísimos amigos en Facebook pero luego no saben hacer caso a su compañero y decirle ‘bienvenido’. Porque no saben gestionar socialmente las cosas, se les tiene que volver a explicar.

Yo soy partidario, es un ejemplo muy radical, de que la mejor escuela del mundo es la que hace que un alumno tenga un amigo. Es muy radical, pero cuando tú tienes un amigo en el colegio, por lo menos tienes un amigo con quien hablar, con quien comer, con quien estar. Si los colegios somos capaces de crear políticas, estructuras, sistemas psicológicos que permitan favorecer a los alumnos el relacionarse y generar amistades parcialmente sólidas, permitiremos generar una estabilidad que prevendrá casos de bullying y casos graves de problemas emocionales. Porque esas amistades que existían en los colegios del pasado ya no existen. Y eso los alumnos también lo adolecen.

Ahora, a lo mejor no hay que hacer una inversión tan grande en que tengan tres tablets nuevas o cuatro profesores de Harvard, o lo último de todo… a nivel público y privado. A lo mejor hay que hacer una inversión para que cada niño en el colegio tenga al menos dos amigos con los que estar, y que eso se supervise y se gestione desde los centros, y se tome la seriedad que eso conlleva. Porque el que no los tenga, no sólamente será un alumno vulnerable por su necesidad, sino que lo será doblemente por verse desprotegido; porque no está protegido ni por el sistema ni por sus compañeros.

Pero ustedes dan formación online. ¿Cómo solventan eso precisamente?

La formación online que nosotros ofrecemos, y esta es la diferencia, sólo se ofrece cuando el alumno tiene la posibilidad de semipresencialidad y tiene la capacidad de incorporarse a una serie de actividades del colegio que consideramos indispensables. Para que nos entendamos: un alumno que por razones de ser deportista profesional tiene que irse dos semanas a jugar al rugby a Rusia, está estupendo, pero tendrá que poder luego volver a cierto nivel de semipresencialidad. Para tener ciertas actividades emocional y ciertas educaciones que son fundamentales, porque sólo se pueden dar en un contexto social.

¿Qué es lo que sí es verdad? Que con los sistemas tan avanzados tecnológicos que existen hoy en día es tan sencillo como tener una cámara activada en cualquier aula y esa persona puede grabar la clase, estar incorporada o cualquier cosa. Pero tienes que partir de la base de que sean semipresenciales y que tengan que acudir al centro educativo con cierta asiduidad para conocer su estado emocional. Y se tiene que dar esa educación -100%- online en casos que sean necesarios, no a todos y porque sí, porque generan también consecuencias negativas: generan soledad, separación… Dan mucha flexibilidad, pero hay una diferencia, en mi opinión, entre alumnos menores y mayores de 18 años. Los mayores son adultos y pueden tomar esa decisión que crean más conveniente para su desarrollo profesional, y aquellos menores de 18 están bajo la supervisión de la educación nacional e internacional y los directores del centro, y por tanto su bienestar tanto emocional como personal son importantes. Y por tanto esa decisión tiene que estar valorada. Así lo gestionamos: con semipresencialidad y dando esas autorizaciones en ciertos casos, pero tiene que ser presenciales también.

¿Cuál es el perfil de profesores que busca en ese modelo tan particular? ¿Y el de directivos?

Es un modelo muy distinto que viene a romper un poco con ciertos estándares. Obviamente, como otros, ya lleva cuatro años funcionando y tiene un recorrido. Entonces, el modelo de profesores, para mí: buscamos profesores que, en un colegio internacional, sean extranjeros en un porcentaje muy grande, porque obviamente tienes que haber vivido ciertas cosas de la vida para tener una mentalidad crítica. Por eso tenemos ese porcentaje bilingüe nativo del 50% (el otro 25% americano y el otro 25% español). Todo se imparte en inglés salvo las asignaturas españolas que por ley se imparten en castellano. Tenemos una mentalidad internacional, lo que quiere decir que los alumnos están trabajando en todo momento en inglés y demás, pero si un alumno o dos hablan entre ellos en francés, porque son franceses, o en inglés, indio, chino entre ellos tienen todo el derecho del mundo a hacerlo entre ellos; mientras sea fuera del aula y en un ambiente personal. Porque no creemos que ningún idioma ni Estado esté por encima de otro, simplemente es por estructura.

¿Qué pasa con el profesorado? Que hay muy poco hoy en día, muy pocos quieren dedicarse: normalmente quieren dedicarse a Primaria y recibir los beneficios de tener niños adorables que te quieren y te cuidan, o se quieren dedicar a la universidad que tienen otro tipo de ingresos y de vida. Los que están en el medio, desgraciadamente, tienen otros problemas que atender.

¿Qué es lo que para mí es indispensable en un profesor de Secundaria o Bachillerato o de adolescentes? Lo primero de todo que ha que tener es una voluntad firme y de hierro por aprender, porque con los adolescentes aprendes todo el rato y todos los días. Y nadie puede decir que, haciendo un máster de profesorado, y sin ningún tipo de reciclamiento ni formación durante 30 o 40 años, puede enfrentarse a los retos de hoy en día. Eso quiere decir que la educación de hoy en día para este nivel requiere formación continua. Impartida por el colegio, impartida externamente; discutible. En cualquier caso, continuo. Si no hay evaluaciones al profesorado para que se siga haciendo esto, los profesores dejan de evolucionar, y por tanto para también su formación, sus capacidades y sus conocimientos.

¿Qué es lo fundamental? Obviamente su grado, su especialidad, y su máster en profesorado y en su formación específica, y ahí entra la parte de soft skills que son millones de opciones. Para mí tener un muy buen nivel de inglés es casi casi totalmente obligatorio, y por supuesto tener una serie de capacidades de gestión de situaciones en el aula desde el punto de vista emocional. El ejemplo que pongo siempre es que, en un máster o formación, te explican las cuestiones teóricas, la pedagogía, te cuentan la forma en que se tiene que gestionar académicamente un aula, pero ningún director viene y te explica el primer día cómo te tienes que enfrentarte a 25 adolescentes que dan problemas. No te explican cómo generar autoridad, cómo generar un vínculo de conexión, hasta qué punto las conexiones son aceptables, dónde está el punto entre ser profesor y otro tipo de referencias que pueden tener ellos.

¿Qué pasa? Hay mucha formación en España, hay gente muy cualificada para hacer cosas muy buenas, hay mucha capacidad y mucho talento, pero hay muy poca formación continua y muy poco seguimiento.

No pinta bien el panorama docente…

Lo que sucede es que, hasta la persona con la mejor voluntad y la mejor capacidad de sacrificio y trabajo, eventualmente a lo largo del tiempo se desmotiva y deja de hacer ese esfuerzo. Y en la educación eso a nivel nacional está desgraciadamente muy permitido. Eso desmotiva a la plantilla, al profesorado, al staff, a las familias, al alumnado… porque se entiende que cualquier tipo de actitud en el aula, en su independencia de aula, es parcialmente admitida.

Pues no, no es parcialmente admisible que un profesor llegue al aula y se dedique un año entero a leer del libro palabra por palabra. Eso era admitido hace sesenta años, a lo mejor, y discutible. No, un profesor, aunque haga clase magistral, debe prepararse sus clases, debe resumir el contenido a sus alumnos, debe hacerlo lo más sencillo para ellos para entender. A poder ser debe de hacerlo ameno, porque no deja de ser algo que tiene que transmitir. Y todo el mundo prefiere que le cuenten algo de forma amena y con cosas interesantes a que se lo cuenten de forma muy compleja, porque tienen el derecho.

Al final la clave en la búsqueda del profesorado es dar con esos soft skills… a resumen grande son esos profesores que yo entiendo que tienen capacidad técnica y emocional para permitir un desarrollo continuo y permanente. Quiere decir que, en cinco o diez años cuando se lleve veinte, he visto a esa persona tanto a nivel de profesor como a un puesto de liderazgo u otro tipo de progresión suya en la vida. Es decir, necesitamos gente que quiera seguir trabajando durante muchos años y que esté dispuesto a asumir responsabilidades. Eso sólo se hace con una mentalidad muy concreta (y para no ser excluyente), que no es sólamente de una persona extranjera, hay mucho talento español que tiene esa mentalidad, pero tiene que ser gestionado y estructurado con gente con la misma mentalidad. Si no es una gota de agua en un océano enorme de conformismo. Y eso a la larga lleva a que los colegios se estanquen.

Como responsable de un colegio innovador, que sabe cómo se conforman los colegios y cómo terminamos en el mismo punto todos, para mí es clave que la gente se pueda desarrollar y que tenga claro que siempre va a tener que haber un cambio. Y que, cualquier colegio que no está en cambio o en un punto en el que se cuestiona si lo que está haciendo está bien (si está ayudando al alumnado o no, si una técnica es más efectiva u otra), y se conforma porque dice que su técnica es la más efectiva de todas (ninguna es tan efectiva con todo el mundo), se equivoca.

Porque al final las técnicas y la forma de educar cambian, los conocimientos científicos cambian. Lo que no cambia es la parte humana con el alumno, que es lo que se mantiene desde los principios de la historia y que va cambiando a lo largo del tiempo. Pero lo que la gente demanda, sobre todo el adolescente y las familias, es una conexión humana con el profesorado y el centro. Para que sientan que son importantes. El resto lo puede hacer la inteligencia artificial, la tecnología, los temas algorítmicos… hay millones de cosas que pueden facilitar la vida del profesorado. Pero nada jamás sustituye el que tu profesor se siente contigo y te diga ‘creo en ti, creo que lo puedes sacar adelante, vamos a por ello’. Nada.

Porque sólo el factor emocional y psicológico predispone al alumno a dar más de sí, que es lo que podría ser normal. Todos los efectos del mentoring, coaching, que empiezan a entrar en los colegios y se empiezan a trabajar porque, si han sido efectivos en la empresa, también son efectivos en el alumnado en generar conductas más responsables y de más sacrificio a largo plazo. Para mí eso es lo que busco en un profesor.

¿Y en el director, como le preguntaba?

En un directivo o persona de responsabilidad se busca una mentalidad totalmente distinta. Lo que se busca es una capacidad de, una de dos, o generar futuros líderes que es lo más complicado que hay, o generar un equipo que trabaje de forma conjunta para un bien común. Hay un artículo que salió el otro día muy bueno, no recuerdo en qué periódico, que decía se había olvidado en la educación la importancia del líder que sirve a su comunidad. Y en el caso de la educación es todavía más importante, porque el director o cualquier miembro del equipo directivo o del staff debe ser éticamente lo más profesional posible para poder forzar un cambio de profesionalidad a la gente que trabaja. Y eso se exige a todos por igual.

Nadie es perfecto, pero sí que son las cosas que se viven o exigen a una persona que va a ser responsable del futuro académico de muchas personas, más de muchos otros profesionales. Necesitan ser gente que esté dispuesta a sacrificarse, sacrificar su tiempo y su esfuerzo, para mejorar la vida de otras personas.

 

Igual ha trabajado al respecto de la cuestión de la natalidad… ¿Tiene algo que decir?

Respecto a la natalidad lo que tengo claro es que, si tú ves la tasa que tiene ahora España y haces más o menos una extrapolación, con los estudios que manejo -señalan- que los colegios grandes o que tengan más allá de 15-20 alumnos por aula en Madrid, en 15-20 años si la natalidad no cambia de forma radical (hay diferencias entre públicos, privados y concertados, porque los públicos se vienen sustentando por la inmigración), iremos a un modelo con muchos menos alumnos en el aula. Donde cada alumno y cada niño es un don que el Estado, las personas y todo el mundo tiene que proteger, porque es lo que garantiza el futuro de la continuidad. Por eso no es lo mismo cuando tienes 40 alumnos por aula que cuando tienes 15. Y esos 15 tendrán que ser los garantes de la capacidad económica del país y muchos otros factores que obviamente permitirán que se mantenga el Estado de bienestar. Pero lo mantienen los alumnos, las futuras generaciones que se entrenan ahora para llegar a un mercado muy competitivo.

Para mí la natalidad es un tema preocupante pero que ya se sabe cómo está, y creo que los colegios lo que tienen que hacer es adaptarse a dar formación de calidad para que los alumnos que salen de nuestros colegios sean competitivos y puedan generar beneficios y riqueza, tanto a nivel social para todos, como a nivel personal que también es importante.

Marketing y comunicación. ¿Qué comenta en este caso?

El marketing es fundamental en general porque la gente tiene que conocer los proyectos que tú tienes. Y una cosa que no se comunica no existe, pero, como ya avancé antes, para mí el marketing no es tan importante. Lo sí que es importante es la comunicación. Hay un problema enorme en todos los niveles sobre el concepto de qué es la comunicación. Para mí, esto es muy sencillo, hay una diferencia entre comunicación y comunicación útil. Creo que la mayoría de los colegios grandes están apostando por una comunicación que no es útil.

¿A qué me refiero? Que tengas una app que te diga que tu hijo llega cinco minutos -tarde- cada día al colegio con un montón de popups que hace que te digan que se ha perdido, que si ha perdido un zapato… esto permite que el colegio le a los padres una cantidad de información absolutamente extraordinaria de la situación -del hijo- a tiempo real, pero ninguna de las cosas que le mandan a los padres tiene ningún tipo de efecto inmediato. No poseen capacidad de generar un cambio. Lo único que hace es descargar la responsabilidad del colegio porque les estoy comunicando. ¿Cuál ha sido mi experiencia cuando hemos puesto apps de este estilo, que las hemos puesto, en un proyecto como este? Que la mayoría de los padres desconecta la app, y por tanto el problema de comunicación se vuelve más grande incluso, porque o la información no es interesante o no es interesante para un padre a día de hoy (siempre ocupado y con millones de cosas que hacer) o simplemente no es lo que el padre espera de nosotros.

¿Cómo trabajamos la comunicación, que es esencial? Debe ser de humano a humano, en persona, a poder ser presencial porque la gente se entiende mejor, pero que sea sobre temas importantes respecto a la situación del alumnado. Por eso lo que nosotros hemos puesto como innovador es que, una vez que hacemos ese pacto inicial -entre familia, alumno y centro- cada tres meses se renueva y, aunque puedes tener una entrevista con todo el personal del colegio, tú puedes garantizar que una persona del equipo de dirección (con experiencia educativa más que sobrada) se reúne contigo para darte información, valiosa e importante, sobre cómo evoluciona tu hijo respecto a los objetivos que se ha fijado a sí mismo y sus expectativas. No comunicarle a los padres cada diez segundos si ha tenido una nota más alta o más baja.

Por supuesto que hay que mandar notas e informes, pero no sobre informar, y sobre todo no hacerlo con propósitos no educativos. Se informa a los padres de forma puntual cuando es necesario y se ponen unos sistemas de comunicación abiertos (conferencias de padres). En mi experiencia los padres valoran mucho más una hora de verdad hablando con alguien que puede tomar decisiones sobre cosas importantes que le afectan a su hijo, que 2.500 wasaps o popups que dicen ‘mi hijo a llegado tarde’, ‘mi hijo no encuentra un zapato’, ‘no ha traído el documento’, porque eso descarga mucha presión de los colegios, es verdad y tiene su utilidad, pero no resuelve el problema de comunicación entre las familias, los alumnos y -el centro-.

Lo único que lo soluciona es sentarse en una misma mesa y acordar qué se quiere hacer con cada alumno. Y qué esperan los padres del colegio, qué espera el colegio de los padres, y qué espera el alumno, lo más importante y que nadie le pregunta a él: ‘oiga, querido alumno, tienes unas decisiones importantes que hacer en la vida’; ‘¿eres consciente de lo que estás haciendo y las razones por las que lo estás haciendo?’; ‘¿sabes las consecuencias de elegir cada opción?’; ‘¿entiendes lo que te puede quitar y aportar?’. Y en el momento en que haces partícipe al alumno, a las familias y los profesores se sienten parte se genera una comunidad. Y cuanto mejor hagas ese proceso más fuerte será la comunidad y más posibilidades habrá de que ese colegio a largo plazo sea exitoso. Porque depende de -ello- mucho más que de una herramienta tecnológica de comunicación: depende de las conexiones humanas, que son mucho más importantes y fuertes que cualquier tipo de videoconferencia o documento.

Por eso es fundamental que los padres acudan a los centros y hablen con los profesores (que es difícil porque no hay tiempo), con los miembros del equipo directivo, hablen con sus hijos respecto a lo que quieren y cómo en el futuro para que todo el mundo en conjunto tome la decisión mejor para cada alumno individualmente. Eso para mí es la verdadera individualización: que cada persona tenga lo que necesita para ser exitosa bajo su propia decisión personal.

¿Cómo sería el mejor colegio del mundo?

Respecto a currículums académicos está el nacional, a nivel internacional hay dos grandes contendientes que son el británico y el sistema IB para Secundaria. Creo que no hay un currículum correcto, creo que hay un alumno para cada currículum. Lo que hay que hacer, cuando un padre busca un colegio, es ver si las características de su hijo encajan con el currículum y las propuestas del centro. En general en mi experiencia es que aquellos alumnos que tienen ciertas características, cuando les ofrecemos nuestro currículum que tiene mucha libertad de elección y es muy motivador, les favorece. Pero también es verdad que, como cualquier otro colegio del mundo, hay otras ofertas muy razonables, profesionales y bien hechas que a lo mejor a ese alumno le pueden dar mucho mejor servicio.

Por eso es muy importante el proceso de admisión de un centro. El nuestro es bastante exhaustivo (donde decidimos si le ofrecemos la plaza o no al alumno). Hay que dedicar su tiempo a conocer al alumno para ver si encaja con la mentalidad y la visión que tiene el centro. Porque, de lo contrario, ese alumno será disruptivo, y se encontrará en un lugar donde él no quería verse. Esto es fundamental trasladárselo a las familias: no hay un colegio perfecto. Hay niños perfectos que tienen que encajar en un currículum académico que les favorezca técnicamente, y que se ajuste a sus necesidades.

En mi caso el sistema a se ajusta muy bien para cinco grandes grupos: deportistas de élite, altas capacidades, niños con dificultades de aprendizaje, alumnos que han tenido dificultades médicas de cualquier tipo, gente que ha tenido problemas graves de bullying… más cualquier alumno que necesite un cambio de efecto inmediato, un cambio de motivación, más cualquier alumno estándar que quiera tener esa sensación de un colegio pequeño que tiene ese nivel. Pero hay otros alumnos con otras inspiraciones que quizás estarían mejor servidos, estaría más contentos o tendrían un progreso académico más grande en otro centro. Y cada director tiene que decidir qué tipo de alumnado quiere servir para especializarse en él e intentar ver qué alumnos, que son todos perfectos, pueden encajar mejor en su sistema. Ningún currículum es perfecto, todos tienen defectos, pero hay currículums mejores para alumnos distintos.

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