El Centro de Conocimiento e Innovación de CaixaBank Dualiza y el Laboratorio de Investigación e Innovación en Formación Profesional de la Universitat de les Illes Balears han presentado el estudio “El abandono de los estudios en la Formación Profesional en España: diagnóstico y propuestas de mejora” a través del que tratan de tener un conocimiento mayor sobre cuál es el abandono real de los diferentes grados de FP y cuáles son los motivos que lo condicionan.
La investigación refleja que el comportamiento que tienen las autonomías a la hora de abordar el abandono de la FP desde los primeros niveles educativos marca el desarrollo de los estudiantes en etapas posteriores. De este modo, quienes mejores registros tienen en titulación en la Educación Secundaria Obligatoria encuentran que su alumnado tiene un menor abandono en la formación profesional.
Una de las autoras del estudio, Mónica Moso, responsable del Centro de Conocimiento e Investigación del Centro de Conocimiento e Innovación de CaixaBank Dualiza, ha señalado que “esta investigación permite dilucidar que hay un patrón cuando hablamos de abandono educativo en la FP, aquellas comunidades que lo abordan bien desde Grado Básico obtienen también mejores resultados en Grado Medio y Grado Superior, lo cual indica que se puede prevenir en las etapas más tempranas”.
A todo ello hay que sumar algunas variables que afectan del mismo modo y que hasta ahora apenas se habían evaluado, como que, cuanto más elevado es el nivel de FP, menor es el abandono, de modo que las tasas más altas las encontramos en FP de Grado Básico y las más bajas en FP Grado Superior, que el abandono es menor en mujeres que en hombres en todos los niveles de la FP y que la edad de matriculación influye en los resultados académicos, condicionando el mayor o menor abandono de los estudiantes.
La directora del Laboratorio de Investigación e Innovación en FP de la UIB e investigadora principal del estudio, Francisca Salvá, ha señalado que con las características del sistema educativo de cada territorio: las autonomías con porcentajes más elevados de titulación en la Educación Secundaria Obligatoria, tienen menor abandono en la formación profesional. Por tanto, el logro educativo anterior, que es un factor predictivo del abandono muy relevante a nivel individual, también lo es a nivel territorial”.
Por nivel de FP
La investigación demuestra que hay patrones a la hora de analizar el abandono educativo en la FP. El principal es la fuerte incidencia de este en la FP de Grado Básico, donde casi el 40% del alumnado dejó los estudios a los cuatro años de haberse matriculado. Esas cifras se reducen aproximadamente a un 30% en el caso de Grado Medio y cerca de un 20% en Grado Superior.
Sin embargo, ese mismo estudio refleja las diferencias a nivel territorial, probando que aquellas comunidades autónomas que abordan mejor la atención al estudiante desde etapas tempranas consiguen una reducción del abandono que se refleja en los niveles posteriores.
Es el caso de País Vasco y Galicia. Las dos autonomías registran los mejores niveles de abandono en Grado Básico, pero también en Grado Medio y Grado Superior. Junto a ellas, Navarra y Extremadura también aparecen con buenos datos en Grado Medio y Superior. Esa tendencia positiva mejora además con el tiempo como muestran los datos recogidos del alumnado matriculado en dos cursos consecutivos (2016-2017 y 2017-2018).
Por el contrario, en aquellas comunidades donde el sistema educativo actúa tarde en frenar el abandono educativo, difícilmente se encuentran una mejora de la tendencia.
Por otra parte, la edad de ingreso está directamente conectada con el abandono, lo que se traduce en que el alumnado que se matricula en el momento que teóricamente le corresponde por edad tiene mayores tasas de titulación. A medida que la edad va aumentando, el abandono va creciendo con una excepción, quienes se matriculan en Grado Medio a partir de los 29 años consiguen los segundos mejores datos de titulación.
El grado de masculinización y feminización de las distintas familias profesionales condiciona también los grados de abandono. Eso teniendo en cuenta que en la distribución total de nuevos matriculados se observa una predominancia de los hombres en los tres niveles formativos.
La relación entre el grado de segregación por sexo y el abandono solo se ha podido observar en la FPGM en las familias profesionales con un grado de feminización o masculinización a partir del 85%: en las feminizadas se produce un mayor abandono en los hombres que en el resto de familias profesionales y, a la inversa, el abandono es mayor en las mujeres en las familias con un elevado grado de masculinización.
Causas del abandono
El equipo de investigación ha querido completar esa fotografía del abandono educativo temprano con otra que analice las causas que lo provocan. Algunas de ellas vienen condicionadas por el entorno del alumnado: la vulnerabilidad socioeconómica, personal y educativa, su falta de apoyo familiar, salud emocional o problemas de comportamiento tienen una influencia directa.
Otras causas vienen determinadas por la organización de la educación y la formación: no poder cursar la formación elegida como primera opción por falta de oferta o porque no alcanza la nota exigida; falta de estabilidad y de especialización del profesorado; y procesos de orientación muchas veces marcados por una falta de medios que impide una adecuada derivación del alumnado.
Y a todos ellos hay que añadir las que están relacionadas con el mercado laboral. Se observa un menor abandono en contextos con sectores más industrializados, donde el porcentaje de ocupación es elevado y hay una mayor exigencia de cualificación por parte del mercado. En cambio, en los territorios con mayor presencia del sector servicios hay más abandono debido en parte a que muchas empresas de este sector apenas exigen titulación para desempeñar ciertos puestos.
La reducción del abandono en la Formación Profesional se plantea como uno de los grandes retos sociales con el fin de contribuir a capacitar profesionalmente a nuevos trabajadores que respondan a las demandas del mercado laboral.
Para hacerle frente, Elena Quintana, la subdirectora del Laboratorio de Investigación e Innovación en FP de la UIB y otra autora del estudio, ha señalado que “la intervención educativa y social debe realizarse durante las primeras etapas de la Educación Secundaria Obligatoria para prevenir trayectorias de bajo rendimiento educativo, las cuales son una de las principales causas del abandono. Además, es crucial considerar la falta de orientación académica y profesional, así como la atención a la diversidad del alumnado, para hacer frente a este desafío”.
El estudio refleja una serie de recomendaciones basadas en el análisis llevado a cabo por el grupo de trabajo con el que han colaborado para la elaboración del estudio. Una serie de ellas demandan un trabajo conjunto de toda la sociedad para poder reducir esas tasas, a través de una mayor coordinación de centros educativos, y de trabajo para facilitar la transición de estudiantes hacia la FP, así como una mayor cooperación con los servicios sociales y comunitarios para abordar de manera integral los factores externos que pueden influir en el rendimiento del alumnado.
Esa coordinación multilateral también ayudaría a la hora de facilitar información real al estudiante sobre los distintos perfiles ocupacionales de cada especialidad formativa, las competencias necesarias para su realización y los posibles itinerarios de continuación dentro del sistema.
Una mayor cantidad de recursos para una orientación integral podría facilitar también una educación personalizada que permitiera incluir programas de apoyo educativo y emocional en la FP, además de cursos de transición donde quienes van a integrarse en el sistema pudieran trabajar todas las competencias que se le demandarán.
El estudio sugiere también una reducción de las ratios a un máximo de 18 alumnos por clase, o un apoyo mayor a través de becas o medios para que el alumnado pueda desplazarse hacia los centros de estudio o trabajo. De modo paralelo, el papel de la empresa será clave a la hora de asumir una mayor responsabilidad en las contrataciones adecuando los salarios a las competencias demandadas por cada puesto, y exigiendo una titulación acorde para ejercerlo.