El bienestar emocional y la salud mental sobrevuelan el XVII Congreso de Escuelas Católicas

Bien fuera porque el XVII Congreso de Escuelas Católicas se celebró en medio de un escenario de desolación y afección como consecuencia de la DANA, con seguras repercusiones sobre la comunidad educativa más dañada, o bien porque en los años más recientes las diferentes citas educativas han puesto en el foco la salud mental y el bienestar emocional en la agenda de la escuela, lo cierto es que ambas cuestiones fueron de las más atendidas en un evento al que asistieron más de dos mil personas, buena parte de ellas directivos de centros educativos, responsables de garantizar todo ello.

Tres jornadas dan para poco, a pesar de su intensidad, pero Escuelas Católicas no perdió la oportunidad de llevar, por medio de los mayores expertos en este ámbito, desafíos de la educación integral como son la frustración, la atención, la salud mental, la escucha, la familia-escuela y los valores. En suma, todo lo que podría resumirse en lo que se conoce como bienestar emocional, tanto de los alumnos como de los profesores, pero que cada vez alcanza a más agentes, como el personal administrativo o la propia familia.

Precisamente, de todo ello se habló, y aprendió, en el ecuador del Congreso, durante el segundo día, de la mano de expertos del ámbito educativo, psicológico y cultural, con el fin de explorar los fundamentos de una educación enraizada en la frustración, la salud emocional, la atención, la gestión de equipos, la familia o el futuro.

Así, se abordaron aspectos esenciales del “estar”, entendido como la disposición de ser plenamente presente en la relación educativa, y el “educar”, un compromiso que trasciende la transmisión de conocimientos para forjar valores y un sentido de comunidad.

Víctor Amat, psicólogo, psicoterapeuta y “orador Punk” abrió la segunda jornada del congreso con la ponencia “Ser frustrado o estar frustrado”. Con un tono reflexivo y cargado de humor, Amat invitó a los asistentes a explorar el concepto de frustración desde una perspectiva fresca y accesible. Reconocido por su estilo “punk” y su enfoque innovador en la salud mental, el ponente abordó cómo enfrentarse a la frustración en la vida cotidiana, enfatizando la importancia de «surfear» estos momentos en lugar de evadirlos. Para Amat, aceptar la frustración es clave para vivir de manera plena, y en sus palabras, no hay “recetas mágicas”, sino un trabajo consciente para comprender y adaptarse a las adversidades.

Durante la conferencia, cuestionó los conceptos de «normalidad» y los enfoques convencionales hacia las dificultades emocionales, animando a docentes y estudiantes a desapegarse de la idealización de la vida sin problemas. Con un enfoque pragmático y sin adornos, defendió la idea de que la frustración es una emoción natural y que, lejos de evitarla, es fundamental aprender a gestionarla.

“Para eso ya estaba la abuela: el pensamiento naif”, comentó con humor, subrayando la necesidad de construir resiliencia en el contexto educativo. Su intervención resaltó la importancia de formar a los estudiantes en herramientas emocionales reales, más allá de soluciones simplistas.

Enfoque diferente

Además, propuso un cambio de enfoque en la manera de abordar la salud mental en los colegios que pase por reconocer que no estamos bien cuando así nos sentimos; asumir que las mismas soluciones no funcionan siempre y exigen cambio; trabajar la retórica y la persuasión; reconocer al otro; tener el valor de ser irreverente; e incluso, expresar la negatividad eficiente.

Por su parte, Silvia Álava, especialista en Psicología General Sanitaria y Educativa, abordó la importancia de «estar» en el ámbito educativo. Durante su intervención, destacó que este acto va más allá de la simple presencia física y se convierte en una toma de consciencia que involucra a docentes, alumnos y directivos. “Estar implica educar con conciencia, reconociendo nuestras emociones y necesidades, así como las de los alumnos», explicó Álava, quien comparó esta conciencia con «pasar de una conducción automática a una manual».

Para ella, «estar» también significa ser capaces de “escuchar y sostener emocionalmente a los demás”, una práctica clave en tiempos donde, paradójicamente, nos sentimos más solos que nunca a pesar de estar constantemente conectados a nivel tecnológico. “Sostener al alumno supone que los chicos y chicas sientan que si lo necesitan siempre va a estar alguien para escucharle”, dijo.

Álava alertó sobre la creciente prevalencia de problemas de salud mental entre los adolescentes y la necesidad urgente de un enfoque educativo integral.

En la actualidad, el 20% de los adolescentes europeos sufre trastornos mentales, y en España, la situación en las aulas se ve reflejada en trastornos como ansiedad, depresión y conductas autolesivas. «No se trata de alarmar, sino de tomar conciencia para poder actuar», puntualizó. Subrayó también la importancia de cuidar a los docentes, recordando que el 38,4% de ellos presenta síntomas de depresión. “Cuidar de los profesores es esencial para que ellos puedan cuidar a los alumnos; necesitamos crear un modelo de cuidado mutuo dentro de los centros educativos para afrontar estos desafíos”, afirmó.

En este marco, el publicista y reconocido director creativo, Toni Segarra, afirmó en su intervención que a la hora comunicar es necesario saber quiénes somos y además ser constantes, saber hacia dónde queremos ir. Aseguró que la Iglesia lo ha sabido hacer muy bien, porque lleva 20 siglos comunicando a través de una “campaña de evangelización”. La clave, en su opinión, ha sido que la Iglesia ha pensado a largo plazo, porque “la Iglesia piensa en la eternidad”, porque ha construido, con la cruz, un símbolo que las personas han hecho suya, y porque ha añadido un toque de misterio que en publicidad siempre funciona.

Ante la constancia de que hoy día vivimos en un mundo plagado de mensajes que nos llegan por infinidad de vías, y que la dispersión impera, Segarra añadió la presencia de la inteligencia artificial, que precisa de una forma de comunicar distinta. Para el publicista, el uso de la IA supone una oportunidad y una amenaza, pero considera que la mayoría de las personas la usan de forma positiva, y que la IA “pondrá en valor el ser humano”, además de ayudarnos a descubrir potencialidades del cerebro.

La ponencia de Margarita Álvarez, directora del Human Age Institute y ex presidenta del Instituto Coca-Cola de la Felicidad, giró en torno a la importancia de las relaciones humanas en el ámbito educativo. Álvarez, experta en el estudio de la felicidad y la empatía, invitó a los asistentes a reflexionar sobre cómo conceptos como la humildad, la ilusión, la empatía, la confianza y el agradecimiento son pilares esenciales para fomentar un entorno positivo tanto en las aulas como en el ámbito profesional.

Para Álvarez, el crecimiento personal y colectivo surge cuando cultivamos estos valores, creando así un impacto duradero en quienes nos rodean. Su charla estuvo cargada de mensajes inspiradores que recordaron a los docentes el poder transformador de la empatía y la gratitud. “Dar las gracias hackea el sesgo negativo de tu cerebro”, dijo

A lo largo de su intervención, Margarita Álvarez también exploró la paradoja del altruismo, que describió como un “egoísmo bien entendido”. Según Álvarez, al cuidar de los demás, nos beneficiamos personalmente, generando una retroalimentación positiva que fortalece los vínculos y mejora el ambiente educativo.

Con un enfoque práctico, animó a los asistentes a mantener “la sonrisa y la ilusión” en sus interacciones diarias, destacando cómo estas pequeñas acciones pueden contagiar bienestar. Al concluir, subrayó que, al reconocer y valorar a cada persona con humildad, los educadores contribuyen a construir comunidades educativas basadas en la confianza y el respeto, y recordó que “la felicidad es la paz interior, la satisfacción con nosotros mismos”, concluyó.

Educar en familia y con visión de futuro

Virginia Cagigal, investigadora y terapeuta familiar en la UNINPSI, y Belén Blanco, educadora y pedagoga de la Red de Colegios Marianistas de España, fueron las encargadas de profundizar en el bloque “educar”. Cagigal habló de la importancia de la educación en el entorno familiar, destacando el rol de los adultos como pilares para el desarrollo saludable de niños y adolescentes. En su presentación, exploró cómo los adultos, al ofrecer cuidados, límites y atención emocional, ayudan a construir una identidad sólida en los jóvenes, desde la niñez hasta la adolescencia, favoreciendo una autorregulación emocional y un sentido de pertenencia teniendo presente que la “identidad siempre se construye en relación”.

También destacó el valor de la alianza entre la familia y la escuela, subrayando cómo ambos entornos pueden colaborar para favorecer el crecimiento integral de los estudiantes, porque “nada de lo que hacemos con nuestros alumnos y familias cae en saco roto”, dijo. Según Cagigal, este enfoque colaborativo permite que los niños se sientan vistos y valorados, fortaleciendo su sentido de identidad y bienestar emocional.

Su intervención buscó además dar luz a la importancia del autocuidado de los profesores, quienes desempeñan un papel esencial en la educación, a menudo sin ver los frutos de su labor inmediata. En conjunto, esta ponencia ofreció una visión integral sobre cómo el acompañamiento en la educación desde la familia y la escuela puede hacer una diferencia positiva y duradera en la vida de los jóvenes.

La visión de futuro sobre la educación la dio Belén Blanco quien destacó la educación católica como un medio transformador y una misión de profundo compromiso. A través de la historia de Pedro, un niño de Brasil que busca superar su entorno desfavorable a través de la educación, Blanco enfatizó la responsabilidad de las escuelas católicas para ofrecer una formación integral, basada en valores sólidos y en el encuentro humano.

Subrayó que, en un mundo de constante cambio y desafíos, es crucial para las instituciones educativas no caer en adaptaciones superficiales, sino construir un presente fundamentado en principios sólidos. Asimismo, hizo hincapié en la importancia de las relaciones humanas dentro de la educación, promoviendo un modelo en el que el encuentro y la calidez en las relaciones sean el centro del proceso formativo. Concluyó invitando a los educadores a mantener una «esperanza activa» en su labor, para que las escuelas católicas sigan siendo espacios de encuentro, aprendizaje y comunidad.

Del VUCA al BANI

Ya el sábado, última jornada, Álvaro Merino, experto en talento y exdirector académico de la Escuela Universitaria del Real Madrid, destacó la importancia de cultivar una mentalidad BANI (frágil, ansiosa, no lineal e incompleta), en contraposición al enfoque VUCA tradicional, que se centra en la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad. Este enfoque, diseñado para tiempos de alta complejidad, invita también a los educadores a desarrollar la valentía en sus alumnos, la humildad y la capacidad de adaptarse continuamente como herramientas para enfrentar los retos actuales.

Durante su intervención, Merino enfatizó valores fundamentales como la humildad y el propósito vital, utilizando ejemplos inspiradores como el de Marta Huerta, primera árbitra española en la segunda división de fútbol, para ilustrar cómo la atención al detalle y el esfuerzo por hacer bien e incluso las pequeñas tareas, fortalecen el carácter y la misión personal. Su enfoque promueve una visión de liderazgo donde las personas se atreven a retarse a sí mismas, abrazando el cambio y el crecimiento personal en un entorno de constante transformación.

Por su parte, la presidenta de la Fundación Acción por la Música, María Guerrero, compartió con el auditorio la atracción que siente por la música desde su infancia. Una pasión que la llevó a crear hace 12 años dicha fundación, con el objetivo de ofrecer, a través del arte, un espacio para niños y jóvenes con situaciones familiares complicadas. Una oportunidad que les aporta no solo el aprendizaje de la música, sino también una mejora del rendimiento académico, de la capacidad cognitiva y de la capacidad psico-social.

De este modo, para Guerrero es posible transformar la sociedad a través de la música, y aseguró que en la búsqueda de este cambio es necesario abrirse a lo que transforma, es decir, tocar “lo más profundamente humano”; vivir la experiencia de la belleza; abrazar la ética, porque “los valores no se cuentan, solo pueden vivirse”; y prestar atención a la interioridad.

Escuela de sabiduría, hospital de campaña y lugar de encuentro

Para hablar del perfil del educador cristiano en la realidad actual, se contó con Nando García, filósofo, teólogo y provincial de la Inspectoría Salesiana Santiago el Mayor, quien envió un mensaje esperanzador, al tiempo que subrayó la importancia de acompañar a las personas que educan en una escuela que debe ser “escuela con alma”, que escucha para comprender y cultiva una mirada contemplativa.

Habló, desde su experiencia personal, de esas máscaras que nos protegen y nos impiden aprender: la inmediatez que genera insatisfacción, la prisa que evita la reflexión y el funcionalismo que nos reduce a estructuras educativas. Aseguró que debemos quitarnos esas máscaras para ser una escuela de sabiduría para la vida, un hospital de campaña (para prevenir las enfermedades espirituales y morales de la sociedad) y un lugar de encuentro y conversación (donde acompañar espiritualmente a la persona).

“Tenemos que redescubrir el corazón del cristianismo: distinguir la fe de la convicción religiosa, la esperanza del optimismo y el amor de la mera emoción”, concluyó.

Clausura y agradecimientos

El secretario general de Escuelas Católicas, Pedro Huerta y la directora del Congreso, Victoria Moya, clausuraban el XVII Congreso “Ser, estar, educar… con nombre propio” que ha reunido durante los días 7, 8 y 9 de noviembre en Madrid a cerca de 2.000 educadores, directores, titulares y miembros de la escuela católica. En él se ha puesto de manifiesto la necesidad de poner a la persona en el centro.

Pedro Huerta, secretario general de Escuelas Católicas, como resumen de los tres días de celebración del Congreso, puso el acento en el lema del mismo a través de una metáfora gramatical. Un título compuesto por tres verbos a los que a lo largo de los meses de preparación de esta cita se han ido incorporando otros atributos, como los complementos directos, complementos indirectos y sujetos, que son “los que dan vida, dan fuerza y se apartan del infinitivo de los verbos para hacerlos realidad”.

Sujetos, que son, según sus palabras, los congresistas, los miembros de EC organizadores del Congreso, las familias, los alumnos, las comunidades educativas, parroquiales, religiosas… y preposiciones que “con nombre propio”, pero no en nombre propio, sino en nombre de Jesús que hoy vuelve a decir “Id y enseñad”.

El acto de clausura estuvo precedido por la Eucaristía celebrada a primera hora de la mañana, presidida por monseñor Alfonso Carrasco Rouco y animada por un coro compuesto por representantes de 10 instituciones educativas.

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