Verónica Basilotta y Alba García son las autoras de ‘Metodologías activas aplicando tecnologías digitales’, un ensayo publicado por las editoriales CEF.- y Narcea, que proporciona las bases teóricas y las claves esenciales para la implementación de diversas metodologías activas en entornos educativos, respaldadas por recursos digitales.
Estas metodologías resultan especialmente valiosas cuando se busca fomentar una educación centrada en el desarrollo de habilidades y fortalecer la responsabilidad de los estudiantes, su compromiso, interés y motivación en el proceso de aprendizaje. Además, aborda las pedagogías emergentes, una tendencia demandada por docentes, estudiantes y familias en la actualidad, debido a su relevancia en la promoción de una educación más significativa, equitativa y de alta calidad.
El libro también destaca las oportunidades ofrecidas por las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) desde una perspectiva educativa, en lugar de centrarse únicamente en aspectos tecnológicos o instrumentales. Estos recursos se presentan como herramientas fundamentales para crear ambientes de aprendizaje abiertos, interactivos, ricos en estímulos y motivadores, tanto para los estudiantes como para los educadores. Hablamos en ÉXITO EDUCATIVO con sus autoras.
Por empezar, ¿cuáles son las claves necesarias para implementar diversas metodologías activas en las aulas con apoyo de recursos digitales?
Alba: Lo primero que hay que tener claro es que los recursos digitales son eso: un apoyo. Un medio y no un fin en sí mismos. Deben emplearse siempre que realmente resulten útiles para el objetivo didáctico y la metodología que se vaya a plantear. Y esto también sucede a la inversa: la metodología debe adaptarse al objetivo que perseguimos, a lo que queremos enseñar y a las necesidades de cada estudiante. No debemos primar el uso de determinada metodología o recurso digital por encima de nuestro objetivo. Y esto es un error bastante común cuando hablamos de incorporar la tecnología en las aulas. A menudo se piensa en qué hacer para utilizar determinada herramienta o metodología cuando debiera ser al contrario: decidir claramente qué queremos que nuestros estudiantes aprendan y cuál es la mejor forma de conseguirlo.
¿Qué debemos entender por metodologías activas que ayuden a sembrar emociones positivas hacia el aprendizaje?
Verónica: Partimos de la base de que las emociones ocupan un lugar principal en nuestras vidas y por supuesto en nuestros aprendizajes. De hecho, consideramos que el aprendizaje se consolida mejor cuando se involucran las emociones.
¿No recordamos antes a un profesor que nos ha enseñado con emoción, que ha sabido captar nuestra atención a través de anécdotas y ejemplos prácticos, que a un profesor que nos ha transmitido conocimientos teóricos de manera repetitiva y monótona?
Pues este debe ser nuestro objetivo como docentes, enseñar con emoción, hacer interesante y atractivo el aprendizaje y llegar al corazón de nuestros estudiantes. En este contexto, las metodologías activas se convierten en una ayuda esencial para el docente, una vía muy interesante para movilizar emociones positivas.
Con este tipo de metodologías los estudiantes están más motivados, aprenden mediante el juego, se divierten y disfrutan con sus compañeros de un aprendizaje compartido. También puede experimentar emociones negativas, pero esto forma parte de la vida y tenemos que ayudarles a lidiar con dichas emociones y a saberlas autogestionar.
¿Acaso ya no se puede entender la educación hoy sin la implementación de las nuevas tecnologías?
Alba: Es cierto que vivimos rodeados de tecnología y que las aulas deben ir en línea con las demandas de nuestra sociedad. Aislar a los niños de las posibilidades que la tecnología ofrece sería un error tan grave como educarles únicamente en base a ella. Las TIC son una ayuda, un recurso, como muchos otros, que está a nuestra disposición y que podemos emplear. Pero eso no significa que deba emplearse a toda costa, ni que para innovar haya que usar lo último en tecnología…
¿Qué hacer con aquellos docentes que no cubren las expectativas en competencias digitales?
Verónica: Ayudarles y proporcionarles la formación necesaria para incorporar los recursos digitales en su práctica educativa, contagiarles nuestra pasión por esta forma de enseñanza. Y aquí la Administración educativa tiene un papel fundamental.
En la actualidad, la certificación, acreditación y reconocimiento de la competencia digital docente es un objetivo prioritario de nuestro país y del resto de países de la Unión Europea ya que forma parte del componente 19 del Plan Nacional de Competencias Digitales. Sin embargo, una cosa es lo que se está certificado y otra muy diferente lo que se posee realmente en la práctica. De hecho, considero que en muchos casos se están reconociendo niveles de competencia digital a docentes que no poseen las competencias necesarias para incorporar estos recursos y hacer un uso adecuado de los mismos.
Desde mi punto de vista esto se debe principalmente a que sigue habiendo un vacío importante en la formación docente, tanto en los programas de formación inicial del profesorado, como en los de formación permanente.
En este ámbito, las universidades y la administración educativa deberían trabajar de la mano y favorecer programas de formación relacionados y continuos, vinculados a la práctica y que respondan a las necesidades reales de los docentes y estudiantes. En definitiva, una serie de medidas que suplan las principales necesidades de formación de nuestros docentes y futuros docentes y contribuyan a mejorar la calidad de estos programas de formación.
Aun siendo una pregunta retórica, lo cierto es que no pocos profesores se sienten molestos, por ejemplo, con la inteligencia artificial ¿Qué opinión expresan en su libro al respecto?
Alba: No es un aspecto que abordemos directamente en el libro, pero en los primeros capítulos dejamos claro que las TIC son un recurso con un potencial inmenso, como es el caso de la IA, y que deben emplearse siempre que resulte útil para lo que queremos enseñar. En lugar de ver a la IA como un enemigo, el profesorado debe comenzar a conocer sus infinitas posibilidades y sacarlas provecho didáctico. La IA ha llegado para quedarse y es primordial que tanto estudiantes como docentes aprendamos a utilizarla correctamente.
¿Qué riesgo hay de pasar del desastroso modelo de ‘con sangre la letra entra’ al de que los algoritmos pueden acabar con el rol de un profesor que podría convertirse en un mediador sin más?
Alba: Esa mediación no es tan nimia como podría parecer. Los conocimientos que debe adquirir el alumnado deben repensarse. No tiene ningún sentido que memoricen ciertos datos o fórmulas que el día de mañana van a olvidar con toda seguridad y que, además, tienen completamente a su alcance con tan solo un clic. Por ello, el rol docente debe dar un giro de 180 grados y convertirse, precisamente, en un mediador entre esos conocimientos y las competencias que cada estudiante debe desarrollar. El enfoque competencial en educación está cobrando cada vez una mayor importancia y el profesorado va a seguir siendo siempre relevante en el proceso de aprendizaje.
Ahora bien, para ello debe comprender que sus funciones han cambiado y que lo que los estudiantes deben aprender también. En estos momentos en que la inteligencia artificial puede hacer tantas cosas por nosotros, hay que comenzar a saber cómo emplearla ética, útil y eficazmente. Aprender a gestionar las posibilidades que nos ofrece comenzará a ser materia de estudio obligatorio más pronto que tarde.
¿Están observando que los directivos de los centros educativos han asumido los nuevos modos formativos, sobre la base de la tecnologización de los procesos?
Verónica: Sí, claramente los equipos directivos de los centros educativos se han renovado y cada vez se implican más en este tipo de iniciativas. Sin embargo, la realidad de sus centros y los miles de tareas de gestión que les invaden cada día no les permiten liderar y participar en todas las actividades y proyectos que querrían.
El apoyo, implicación y seguimiento del equipo directivo en este tipo de iniciativas es fundamental y cuando esto ocurre se genera un clima a nivel de centro muy positivo. Todo el centro, en su conjunto, asume este tipo de propuestas como propias y en definitiva, gozan de un mayor reconocimiento y optimismo, los docentes encuentran en ese reconocimiento un aliciente, un incentivo para continuar trabajando con compromiso y con ilusión en esa misma línea.
¿Y qué se le dice a aquel docente que lo de la gamificación está muy bien para jugar a las preguntas y respuestas, pero que no ayuda a pensar a sus alumnos?
Alba: Pues que no ha entendido lo que supone un verdadero proceso de gamificación ni lo que implican los juegos serios… Porque lógicamente, todo va a depender del uso que se haga de esta metodología y lo que se persiga con ella. Si el docente quiere desarrollar el pensamiento crítico gamificando el aprendizaje, solamente debe pensar cómo hacerlo y cómo integrarlo a través de los elementos y dinámicas que proponga. Gamificar el aprendizaje no es pasar un rato divertido sin más…
¿Tienen hueco las humanidades en estos tiempos educativos? ¿Estudiar latín, historia, filosofía, religión o griego está pasado de moda?
Verónica: Mi respuesta es firme al respecto. Estas disciplinas no han pasado de moda y claro que tienen cabida en nuestra sociedad hiperdigitalizada.
Las tecnologías amplían claramente las posibilidades de estas y otras muchas disciplinas del ámbito de las humanidades y, a su vez, dichas disciplinas ofrecen múltiples habilidades y capacidades, como la creatividad, la flexibilidad, la comunicación, el pensamiento crítico, etc., que son esenciales para desarrollar tecnologías como la inteligencia artificial y transformar organizaciones a nivel tecnológico.
De hecho, los principales fundadores y directores de muchas empresas del sector tienen un perfil de letras.