Así se curan las heridas emocionales en escolares afectados por la DANA

La Conselleria valenciana de Educación, Cultura, Universidades y Empleo ha organizado cursos específicos de acompañamiento emocional por etapas educativas para los docentes que atienden a alumnado afectado por la DANA. Estos cursos se desarrollarán a lo largo de este mes y finalizarán antes del 15 de diciembre.

Estos cursos tienen una duración de 8 horas y están destinados a maestros especialistas que atienden a alumnado con necesidades educativas especiales, a la orientación educativa ya los profesionales de Educación Infantil, Primaria, Secundaria, Bachillerato y Formación Profesional de centros públicos, concertados y privados.

También se creará el espacio ‘Hablando con Alma’ para que los docentes de las zonas afectadas por la DANA puedan consultar con especialistas en la materia sobre el desarrollo de su práctica profesional para gestionar las diferentes casuísticas, en ese contexto de crisis y trauma.

Esta formación es complementaria al curso ‘Intervención en situaciones de crisis y escuelas sensibles al trauma‘ organizada por la Dirección General de Inclusión e Innovación Educativa y el CEFIRE de Educación Inclusiva, Bienestar y Salud Mental, que comenzó el pasado 4 de noviembre y finalizó hace unos días.

En este curso han participado un total de 10.000 docentes que han recibido herramientas prácticas y estrategias de acompañamiento emocional, esenciales para ayudar a los docentes a gestionar el bienestar emocional de su alumnado.

Esta formación ha sido impartida por el especialista Alma Serra y se han abordado temas clave sobre cómo crear entornos educativos seguros y sensibles al trauma, favoreciendo una respuesta adecuada a las necesidades emocionales de los estudiantes.

Todos los materiales de la formación, así como las sesiones grabadas, están disponibles para los docentes a través de la plataforma Aulas Autoformació, con el fin de facilitar el continuo acceso al contenido formativo.

El pasado 30 de octubre, un  días después de la riada, la Dirección General de Innovación e Inclusión Educativa trasladó a los centros educativos un documento con pautas para atender la situación después de la catástrofe. Paralelamente, se han puesto a disposición del profesorado dos guías prácticas elaboradas que abordan el acompañamiento emocional en centros receptores de alumnado afectado por crisis y el acompañamiento en situaciones de crisis en general.

La Conselleria de Educación reitera su compromiso con la salud mental del alumnado y profesorado, aportándoles recursos y orientación para gestionar eficazmente sus diversas necesidades emocionales en el ámbito educativo, explica en un comunicado.

Normalizar lo extraordinario

En particular, explicar los daños causados por una catástrofe natural a alumnos con necesidades educativas especiales requiere una aproximación adaptada a sus capacidades cognitivas, emocionales y comunicativas. Lo primero es adaptar el lenguaje y los medios. Explicar conceptos básicos con palabras claras, evitando tecnicismos o términos complejos es la clave.

También es preciso apoyarse en recursos visuales, usando imágenes, videos, diagramas o ilustraciones que expliquen cómo se produjo el desastre y sus efectos. Para niños con discapacidades visuales o auditivas, lo suyo es emplear maquetas táctiles o narraciones en audio.

Para todo es esencial crear un espacio seguro que asegure que los alumnos puedan expresar sus emociones y hacer preguntas sobre lo sucedido. También hay que reconocer sus miedos o preocupaciones y explicar que es normal sentirse así en situaciones difíciles. Sin olvidar que resulta más que beneficioso destacar historias de resiliencia o solidaridad de personas afectadas por el desastre.

También hay que relacionar la explicación con elementos de su entorno cotidiano para que puedan comprender la magnitud del daño y mostrar cómo ocurre un desastre natural, por ejemplo, mediante simulaciones simples como agua para representar una inundación como la ocurrida en Valencia, Andalucía o Castilla-La Mancha.

Ayudan, y no poco, los talleres prácticos. Se trataría de diseñar actividades que les ayuden a comprender, como crear una maqueta de una comunidad afectada o usar juegos de roles donde puedan aprender sobre cómo responder en situaciones de emergencia.

Luego está el apartado de la recuperación, donde habría que explicar cómo las personas reconstruyen sus comunidades después del desastre y mostrar cómo prepararse para futuros eventos naturales de manera simple y práctica. En todo este proceso, lo ideal es contar con la intervención de psicólogos para abordar emociones más complejas y, desde luego, involucrar a padres o tutores para reforzar el mensaje en casa.

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