¿Por qué la industria edtech tiene que dar un paso adelante en los próximos años?

¿Por qué la industria edtech tiene que dar un paso adelante en los próximos años?

Desde la irrupción de Internet, el sector de la educación ha estado en una constante y titánica evolución, esforzándose por hacer que la experiencia de aprendizaje en los cursos online sea lo más parecida posible a la que se obtiene en un aula física. Este esfuerzo ha sido una respuesta natural a los avances tecnológicos y a las necesidades emergentes de una sociedad cada vez más globalizada y digitalizada. De hecho, la llegada de Internet no hizo más que amplificar y acelerar un fenómeno que ya estaba en marcha desde mediados del siglo XX: la búsqueda de herramientas y métodos para posibilitar el acceso a la educación a niños y niñas que vivían en zonas remotas y aisladas. Un ejemplo temprano de este tipo de iniciativas se encuentra en Australia, donde los niños que vivían en las zonas desérticas recibían su educación a través de la radio. En Rusia, aquellos que residían en las vastas estepas podían participar en clases a través del teléfono, un medio que, aunque primitivo en comparación con las tecnologías actuales, representaba un avance significativo en la democratización del acceso a la educación.

Este enfoque de utilizar la tecnología para superar las barreras geográficas y sociales en la educación ha sido una constante en el sector edtech, un campo que se ha expandido exponencialmente en las últimas décadas. Sin embargo, la mentalidad que ha prevalecido en este sector ha estado tradicionalmente centrada en cubrir una necesidad específica: la de escolarizar a niños y adultos en entornos donde el desplazamiento a un lugar físico era, o sigue siendo, imposible o impráctico. Este paradigma ha influido profundamente en el diseño y la implementación de un gran número de plataformas digitales educativas de todo tipo. Desde aquellas que están orientadas al aprendizaje de idiomas hasta las que ofrecen cursos de negocios y desarrollo profesional, pasando por las universidades abiertas que proporcionan acceso a una educación formal y reglada a través de la web.

Es interesante reflexionar sobre lo que ocurriría si los CEOs de todas estas empresas edtech tuvieran la oportunidad de aglutinar a sus alumnos-usuarios en un espacio físico concreto. No sería sorprendente que, ante esta posibilidad, muchos de ellos optarían por hacerlo sin dudarlo, puesto que gran parte de las plataformas educativas en línea han sido concebidas como una extensión, más que como una sustitución, de los modelos educativos tradicionales. Es decir, aunque estas plataformas ofrecen flexibilidad y accesibilidad, en muchos casos aún mantienen una estructura y una filosofía educativa que imita a la enseñanza presencial. La experiencia educativa se ha traducido, en muchos casos, en llevar el aula al entorno virtual sin realizar una transformación profunda de los métodos pedagógicos ni de la interacción educativa.

La pandemia del COVID-19, con sus cuarentenas y la imposibilidad de reunirse en persona, significó un trampolín sin precedentes para la industria edtech. De repente, millones de personas en todo el mundo se encontraron en una situación inédita: sin trabajo, sin proyectos inmediatos y con un vasto horizonte de tiempo libre por delante. En ese contexto, muchos decidieron invertir en sí mismos y en su desarrollo personal, aprendiendo algo nuevo o perfeccionando habilidades que no habían explorado antes. Todos recordamos el auge de actividades como la panadería casera, que se convirtió en un pasatiempo popular, o la reinvención de muchos como creadores de contenido, impulsada en gran medida por la explosión de plataformas como TikTok. Sin embargo, este boom del aprendizaje en línea durante la pandemia también puso de manifiesto las limitaciones inherentes de la industria edtech en su estado actual.

A pesar del incremento masivo de usuarios y de la adopción generalizada de tecnologías educativas, la edtech aún no tenía las herramientas suficientes para poder evolucionar más allá de su rol como una muleta de la educación tradicional. En otras palabras, aunque la pandemia aceleró la adopción de la educación digital, también subrayó la necesidad de que esta fuera algo más que una simple extensión de la educación a distancia convencional. La educación digital, para realmente revolucionar la manera en que aprendemos, debe ser repensada desde sus cimientos. Es imperativo que nos alejemos de la mera reproducción de modelos presenciales en entornos digitales y que empecemos a aprovechar las oportunidades únicas que el mundo digital puede ofrecer, como la personalización del aprendizaje, la creación de experiencias interactivas inmersivas, y la utilización de datos para mejorar continuamente los procesos educativos.

Uno de los aspectos más significativos de esta transformación es la posibilidad de que, en este nuevo mundo digital, los alumnos puedan aprender desde cualquier lugar y al ritmo que mejor les convenga. Este enfoque más flexible y adaptativo es una desviación importante del modelo tradicional, que ha sido históricamente lineal y estandarizado. En lugar de seguir un horario fijo y un currículum uniforme, los estudiantes en un entorno digital pueden tener la libertad de explorar temas a su propio ritmo, profundizando en las áreas que les interesan y avanzando rápidamente en aquellas en las que ya tienen competencia.

Sin embargo, incluso con toda esta revolución en marcha, no podemos perder de vista un aspecto crucial: el papel de los educadores. Aquellos que se encargan de promover y guiar los contenidos educativos – profesores, tutores, mentores, guías educativos, maestros – seguirán siendo esenciales para asegurar que los estudiantes no solo adquieran conocimientos, sino que también alcancen los objetivos establecidos. Al fin y al cabo, la adquisición de nuevos conocimientos es un proceso que no se completa hasta que el estudiante no solo iguala, sino que supera al maestro. En este sentido, el soporte pedagógico y el acompañamiento personalizado serán cada vez más importantes en un entorno de aprendizaje digital, donde la autodisciplina y la motivación personal juegan un papel fundamental.

Es relevante destacar un dato alarmante que pone de relieve uno de los principales desafíos del sector edtech: hoy en día, de cada 10 personas que se matriculan en un curso online, solo una lo termina. Este índice de finalización tan bajo es un claro indicador de que la industria edtech no funcionará si se limita únicamente a vender cursos sin proporcionar el soporte necesario para que los alumnos cumplan con los objetivos impuestos. Es crucial que las plataformas educativas evolucionen para ofrecer un acompañamiento más cercano y efectivo, que incluya no solo contenido de calidad, sino también herramientas para la motivación, la autoevaluación y el feedback continuo.

El lanzamiento de ChatGPT en 2022 marcó un punto de inflexión en la popularización de las herramientas de inteligencia artificial (IA). Desde entonces, el sector educativo ha comenzado a explorar cómo estas tecnologías pueden transformar verdaderamente la educación digital. ChatGPT, junto con otras herramientas de IA, ha demostrado un enorme potencial para personalizar el aprendizaje, proporcionando respuestas y explicaciones adaptadas al nivel de comprensión de cada estudiante. Además, la IA puede ayudar a identificar las áreas en las que un alumno necesita mejorar, sugiriendo recursos específicos o enfoques alternativos para facilitar su progreso. Este tipo de personalización es algo que simplemente no es posible en el modelo educativo tradicional, donde un profesor debe atender a un grupo grande de estudiantes con diferentes niveles de habilidad y conocimiento.

La inteligencia artificial también puede jugar un papel crucial en la creación de experiencias educativas más inmersivas e interactivas. Por ejemplo, la IA puede ser utilizada para desarrollar simulaciones y entornos de aprendizaje en realidad virtual, donde los estudiantes pueden practicar habilidades en un entorno seguro y controlado. Este tipo de aprendizaje experiencial es particularmente valioso en campos como la medicina, la ingeniería, y otras disciplinas donde la práctica es esencial para el dominio. Además, la IA puede facilitar la colaboración entre estudiantes, conectando a individuos con intereses y objetivos similares y proporcionando un espacio para el intercambio de ideas y el aprendizaje conjunto.

Sin embargo, para que el sector edtech pueda realmente aprovechar todo el potencial de la IA y otras tecnologías emergentes, es necesario un cambio de mentalidad. Las instituciones educativas y las empresas del sector deben dejar de ver la educación digital simplemente como una alternativa a la educación presencial y empezar a considerarla como una oportunidad para rediseñar radicalmente la forma en que enseñamos y aprendemos. Esto requiere una inversión en investigación y desarrollo, así como una disposición para experimentar con nuevos enfoques pedagógicos y tecnológicos.

La evolución del sector edtech está en un punto crucial. Si bien la pandemia del COVID-19 y la popularización de la IA han impulsado avances significativos, todavía queda mucho por hacer para que la educación digital se convierta en una auténtica revolución. La clave para el futuro de la edtech reside en su capacidad para ofrecer una experiencia de aprendizaje verdaderamente personalizada, inmersiva e interactiva, que no solo imite la educación tradicional, sino que la supere. Esto solo será posible si el sector adopta una mentalidad de innovación constante, centrada en las necesidades y el potencial de cada estudiante, y si se asegura de que nadie quede atrás en este nuevo y emocionante paisaje educativo.

Por Ilya Rouss, CEO de Masterplace

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