La Inflación de notas en la EVAU, otro efecto secundario de la pandemia de COVID

Examen de la EVAU en época de Covid. Universidad Complutense de Madrid

Este año se han conseguido las mejores notas de Bachillerato de la historia y cifras récord de aprobados en la EVAU. En La Rioja, por ejemplo, se llegó al 99,36%, y ninguna comunidad ha bajado del 90% de aprobados en el primer examen. La flexibilización en las pruebas selectivas, lo que se ha llamado la opcionalidad, que permitía mayor flexibilidad a la hora de elegir qué preguntas responder, y la reducción de parte del temario, podrían estar detrás de esta circunstancia que es, también, otro efecto secundario del COVID.

Hijos de la pandemia

“Se han juntado varios factores”, explica Lucía Yagüe Mayans, profesora de Matemáticas en Secundaria y Bachillerato en el Colegio Las Colinas de Gandía. ”El principal problema es que los que acaban de hacer ahora la EVAU, son los hijos de la pandemia. Con lo que supuso de nivel más bajo, conocimientos que no habían adquirido, etcétera, etcétera”. Y cree que el hecho de que las notas hayan sido más altas en Bachillerato “en parte ha sido porque, inconscientemente, todos hemos bajado el listón sin quererlo”.

Para Ismael Sanz, Vicerrector de Calidad en la Universidad Rey Juan Carlos y profesor de Economía Aplicada, «hay inflación de notas en el sentido de que hemos llegado a acercarnos a un 25% de sobresalientes en la EVAU. Para saberlo seguro tendríamos que esperar a las pruebas externas estandarizadas que se hacen a nivel internacional, como PISA”. Si esas pruebas no indican un aumento de competencias similar al de las calificaciones, entonces hay inflación de notas.

Fernando Peinado, Director del Departamento de Comunicación y Periodismo Global y profesor evaluador de la EVAU en Madrid por la UCM, ve una gran diferencia entre las calificaciones y los conocimientos que demuestran los alumnos. «Me parece increíble que estas súper notas en la EVAU, unidas a la medias de Bachillerato, luego no se correspondan con el nivel que esos alumnos traen a la universidad«.

En todo caso, la mera subida de las calificaciones no supone un perjuicio directo para los alumnos. Puede que el aumento importante de las notas de corte desaliente a algunos a esforzarse más para conseguir entrar en el grado que desean, porque consideren que es inalcanzable. Pero como explica el profesor Sanz, “si no cambia el ranking, si no cambia el orden en el que estás, no tiene efecto. Si yo estoy en el puesto 17, hay inflación de notas, y sigo en el puesto 17, no me influye”.

A vueltas con la opcionalidad

La opcionalidad ha cambiado la forma en la que los alumnos de este curso de 2º de Bachillerato han preparado sus exámenes selectivos. Anted del COVID en una asignatura se podía elegir entre el examen A y el B, pero para ayudar a los alumnos afectados por la pandemia desde el año 2020 se flexibilizó esa elección. Ahora se podían elegir preguntas de las dos opciones.

Ismael Sanz defiende que “la flexibilización en un año no está mal, porque es verdad que estamos ante una situación inédita, una crisis importantísima, con muchas personas fallecidas, con problemas muy graves en los hogares… No todos los estudiantes han tenido acceso a internet, no todos los centros educativos reaccionaron de la misma forma. Eso dificultaba la igualdad de oportunidades”.

Pero subraya que “el problema es cuando lo haces permanente, porque entonces sí que puedes hacer que el estudiante reaccione, y al bajar los niveles de exigencia, entonces algunos reduzcan la dedicación, el número de horas que estudian y el esfuerzo que hacen”.

Como explica Lucía Yagüe, “yo la materia la continuó dando igual. Pero con la opcionalidad de los exámenes ¿qué ha pasado? que en cuanto llegamos al final del curso, ellos empezaron a decirme: Lucía, yo me dejo el bloque de cálculo diferencial. Y yo les decía, pero como no te vas a estudiar eso si luego lo vas a necesitar en la carrera. Bueno, ya lo aprenderé, contestaban”.

El profesor Peinado va aún más allá, al afirmar que «el Bachillerato se ha convertido en el segundo año en la preparación de una oposición, donde solo se trabajan ciertos temas y se seleccionan contenidos sobre el modelo de examen que el alumno prepara, lo que condiciona el temario mismo».

Perjudicados el próximo curso

Parece ser que, en principio, en el próximo examen de la EVAU se suprimirá la condicionalidad. Para Lucía Yagüe se tenía que haber suprimido ya. “En este año creo que ya sobraba”. Y señala a quienes pueden salir perjudicados con esta decisión. Si el examen vuelve a la normalidad precovid, lo lógico es que las notas de corte bajen. Y eso dará una nueva oportunidad a aquellos que este año no hayan podido acceder al grado que deseaban porque su nota no era suficiente. Como la nota de la Evau se “guarda” durante dos años, pueden volver a intentarlo en el verano de 2023, probablemente con mejores opciones.

Por eso la profesora Yagüe sostiene que “los que han terminado ahora Primero de Bachillerato van a ser los más perjudicados de todos. Porque el año que viene todos los que este año no entran en el grado que quieran, el año que viene vuelven a preinscribirse y van a ir por encima de los que hagan 2º de Bachillerato, seguro”.

Sanz cree que esta circunstancia “puede ocurrir, pero también se han visto más afectados por el COVID los estudiantes que este año han acabado Bachillerato y sobre todo el año pasado y hace dos cursos”.

Conocimientos perdidos

Y tras superar Bachillerato y la EVAU, ¿realmente llegan los alumnos a la Universidad con suficiente preparación? Fernando Martínez, catedrático de Redacción Periodística de la Universidad Pontificia de Salamanca, considera que muchos alumnos «llegan con escasez de lecturas, y con poca capacidad para la lectura crítica. Viven en una cultura más visual, lo cual para algunos casos es positivo, pero para desarrollar un pensamiento crítico, tan necesario en la sociedad actual, no es suficiente». Por eso, reclama que en el Bachillerato se haga más hincapie en la lectura y comentario de libros por parte de los profesores para afrontar la etapa universitaria.

Fernando Peinado coincide en que «deben leer más textos que les aporten un conocimiento para mejorar el pensamiento crítico. Pero es conveniente también que se adecúe todo el proceso a los cambios que la tecnología, sobre todo el uso del smartphone, provocan en sus nuevas maneras de afrontar realidades. Además la concentración ha disminuido, la manera de comprender es muy diferente, sus objetivos son distintos a lo que hasta ahora se les ofrece».

También le preocupa a Ismael Sanz “el efecto negativo del COVID en las competencias”. Según estudios internacionales, dependiendo sobre todo del tiempo que duró el cierre de las escuelas, se estima que los estudiantes han perdido el equivalente a tres meses de estudios por curso.

“Mira que yo soy partidario de la exigencia, pero es verdad que con estas dos promociones hay que tener en cuenta que han vivido una situación inédita, difícil incluso en sus propios hogares”, reconoce Sanz. Por eso pide a la administración pública que sea consciente de que hay que trabajar para recuperar ese aprendizaje. En su opinión, el programa PROA, que da apoyo a alumnos con dificultades, debería reforzarse con la vista puesta en experiencias como las de Estados Unidos e Inglaterra, donde tutorías personalizadas, incluso online, sobre todo en asignaturas como matemáticas y lengua, están teniendo un efecto muy positivo.

¿Qué examen hacer?

Al final el objetivo de todos los estudiantes es sacar la mejor calificación posible entre Bachillerato y Evau, para tener una nota que les permita el acceso al grado que quieren estudiar. El profesor Peinado sostiene que «sería fundamental que los centros universitarios realizaran exámenes de capacidad para los estudios superiores que se desean cursar, ese primer filtro es básico. De esta manera los resultados de la EVAU serían una referencia, pero solo eso, para que el porcentaje de abandono que hay en los primeros cursos universitarios sea menor, algo que también ocurre por la no preparación adecuada en los institutos y la falta de información precisa».

Para Lucía Yagüe la EVAU es una prueba “totalmente subjetiva, totalmente memorística, que, para mí, no está adaptada a la realidad de la sociedad de hoy en día”. Pero reconoce, con un toque de humor, que no sabe cuál es la mejor forma de cambiarla: “No lo sé, si la encuentras me llamas y me lo cuentas”.

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