Los jóvenes con necesidades especiales padecen el doble de ciberacoso

Así lo apunta un estudio elaborado por los investigadores Àngels Esteller-Cano, Albert Flexas, Eva Aguilar-Mediavilla y Daniel Adrover-Roig, del Institut de Recerca i Innovació Educativa (IRIE) de la Universitat de les Illes Balears, recién publicado por el Observatorio Social de Fundación laCaixa.

Este estudio muestra que casi la mitad de los jóvenes españoles ha sufrido alguna agresión por medios cibernéticos (como redes sociales, correo electrónico o mensajes de texto) y que uno de cada diez sufre ciberacoso. Las víctimas de ciberacoso sufren una pérdida de calidad de vida: manifiestan más síntomas de depresión, ansiedad y estrés, y menos satisfacción vital.

En este marco, los adolescentes con necesidades específicas de apoyo educativo (NEAE) tienen el doble de riesgo de ser víctimas del ciberacoso y, además, muestran peores resultados en los indicadores de bienestar psicosocial. No obstante, se han identificado dos estrategias para afrontar estas situaciones que, según juzgan los investigadores, podrían reducir el impacto negativo del ciberacoso en las víctimas: la búsqueda de apoyo social y la capacidad de resolver los problemas.

Para comprender el escenario, qué mejor que los datos, como que casi la mitad de los jóvenes españoles encuestados de entre 12 y 17 años ha sufrido algún tipo de ciberagresión en los dos últimos meses, mientras que un 9,5%, además, ha sufrido ciberacoso, y que cuatro de cada cinco víctimas no son conscientes de que están sufriendo ciberacoso.

Otro parámetro a tener en cuenta es que los jóvenes que han sido objeto de algún tipo de conducta agresiva por medios cibernéticos manifiestan mayor sintomatología asociada a la depresión, la ansiedad y el estrés, así como menor satisfacción con la vida. Se suma que el alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo muestra una especial vulnerabilidad a sufrir ciberascoso. En concreto, un joven tiene el doble de probabilidad de ser ciberacosado si presenta alguna NEAE. Además, las víctimas con NEAE sufren más malestar emocional que las victimas sin NEAE.

Las estrategias que podrían reducir el impacto asociado al ciberacoso (depresión, ansiedad, estrés y menor satisfacción con la vida) son, reiteran los autores del estudio, la búsqueda de apoyo social y la capacidad de resolver los problemas.

La investigación sobre este fenómeno sugiere que, de forma similar al acoso tradicional, la victimización por ciberacoso se asocia con múltiples consecuencias negativas, incluido el bajo rendimiento académico, las dificultades de aprendizaje, la ansiedad, la depresión, el abuso de sustancias o la autolesión y la ideación suicida. Además, las investigaciones realizadas hasta la fecha muestran que las consecuencias negativas del acoso persisten en el tiempo, incluso mucho después de que éste haya finalizado.

Sin embargo, aunque el estudio del ciberacoso en entornos educativos está recibiendo mayor atención en los últimos años, pocos estudios se centran en las víctimas con necesidades específicas de apoyo educativo (NEAE). Estas necesidades específicas incluyen discapacidades físicas, cognitivas o sensoriales; dificultades del habla, el lenguaje y la comunicación (como el trastorno del lenguaje o el trastorno del espectro autista); trastornos del aprendizaje y la atención (como la dislexia o el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, TDAH), o las altas capacidades.

Según fuentes oficiales, casi 750.000 estudiantes no universitarios presentan NEAE en España, lo que constituye aproximadamente uno de cada diez, con tasas que aumentan notablemente cada año. Teniendo en cuenta estos datos, el objetivo de los estudiosos con su investigación ha sido examinar las prevalencias, ciertos indicadores de salud mental y los factores protectores del ciberacoso en jóvenes españoles con y sin necesidades específicas de apoyo educativo.

Para examinar las cuestiones planteadas en el estudio se encuestaron 2.400 adolescentes españoles de entre 12 y 17 años que estaban cursando, en su mayoría, Educación Secundaria Obligatoria.

De las respuestas a la encuesta se observa que el 46,8% de los jóvenes manifiesta haber experimentado algún tipo de violencia por medios cibernéticos en los dos últimos meses. Algunas de las ciberagresiones reportadas eran haber recibido palabras ofensivas o insultos por internet (siendo este el tipo de ciberagresión más frecuente, informado por casi 3 de cada 10 alumnos), haber sido excluido o ignorado de una red social o chat, o haber sido amenazado a través de mensajes al ordenador o el móvil.  Al considerar la frecuencia de estas ciberagresiones, se evidencia que el 9,5% de los encuestados, además, ha sufrido ciberacoso.

Después de haber registrado las diferentes ciberagresiones sufridas y la frecuencia de estas, se proporcionó a los jóvenes una definición de ciberacoso y se les preguntó si consideraban que ellos mismos habían sufrido ciberacoso en los últimos dos meses. Solo el 21% de las víctimas respondieron afirmativamente.

Por lo tanto, se puede observar que la percepción de ser acosado es baja, ya que 4 de cada 5 víctimas no serían conscientes de que sufren ciberacoso. En cuestión de sexo, los hombres manifiestan mayores prevalencias de ciberacoso, 10,9%, frente al 8% que presentan las mujeres.

El ciberacoso y la depresión

Los jóvenes que presentaban señales de haber sufrido algún tipo de ciberagresión según sus respuestas mostraron peores indicadores psicosociales que sus compañeros. Así, las víctimas de ciberacoso mostraron más sintomatología depresiva (dificultad para tomar la iniciativa para hacer cosas, sentirse triste y deprimido…), ansiosa (dificultades para respirar, preocupación…) y de estrés (reaccionar exageradamente, tener dificultades para relajarse…).

Igualmente, proporcionaban un juicio global más bajo sobre la satisfacción con sus vidas. Es importante destacar que la salud mental era peor cuanto mayor era el ciberacoso sufrido. Es decir, aquellos jóvenes que habían sufrido más ciberagresiones y de forma más frecuente mostraban peores índices de depresión, ansiedad y estrés y satisfacción con la vida.

El alumnado con necesidades educativas específicas muestra mayor prevalencia de ciberacoso

Alrededor de un 28,4% de la muestra encuestada manifestó presentar alguna NEAE (cifra superior al 12,2% informado por fuentes oficiales en Educación Secundaria Obligatoria en el curso 2020-2021), como trastorno de atención sin o con hiperactividad (TDAH), trastorno de desarrollo del lenguaje, trastorno de aprendizaje o altas capacidades.

Al examinar específicamente la implicación de estos jóvenes como víctimas de ciberacoso, se encontró que la probabilidad de que fueran víctimas de ciberacoso era el doble que la de sus compañeros sin NEAE.

Al profundizar sobre los indicadores de salud mental, los investigadores observaron que los jóvenes que son víctimas de ciberacoso y además tienen algún tipo de NEAE muestran peores resultados que las víctimas sin NEAE. Por lo tanto, las personas con NEAE muestran una mayor vulnerabilidad tanto a ser víctimas de ciberacoso como a sus efectos adversos.

En este estudio también se examinaron estrategias que pudieran aminorar las consecuencias negativas asociadas al ciberacoso. Es decir, el interés se centró en averiguar qué estrategias estaban relacionadas con una reducción en la depresión, la ansiedad, el estrés y la insatisfacción con la vida, ya que estas podrían formar parte de programas de prevención en el contexto educativo.

En este sentido, se identificaron principalmente dos: la búsqueda de apoyo social y la capacidad de resolver los problemas. La primera de ellas, la búsqueda de apoyo social, hace referencia a aquellas acciones como recibir la ayuda de un amigo, pedir consejo a un familiar o hablar con el profesor al respecto. La segunda, la capacidad de resolver los problemas, se refiere a estrategias como pensar en diferentes soluciones, saber que hay cosas que se pueden hacer para mejorar el problema o esforzarse más para evitar que algo vuelva a suceder.

Por el contrario, no resultaron efectivas frente al ciberacoso las estrategias de evitación, como es el distanciarse de la situación: hacer como que no ha pasado nada, negarse a pensar en ello o intentar olvidar el asunto.

En cuanto a las tasas de ciberacoso en España, los datos muestran que prácticamente la mitad de los jóvenes españoles ha padecido algún tipo de ciberagresión en los últimos dos meses. Si se atiende al criterio de frecuencia, casi uno de cada 10 jóvenes está sufriendo ciberacoso actualmente. Esto supone que en un aula de 30 alumnos podría haber hasta 3 alumnos padeciendo ciberacoso. Sin embargo, los resultados también muestran que cuatro de cada cinco víctimas no parecen ser conscientes de que están sufriéndolo.

Con respecto a los indicadores de bienestar psicológico, los resultados muestran que entre las víctimas se da una mayor presencia de síntomas de depresión, ansiedad y estrés, y están menos satisfechas con su vida. Estos resultados son congruentes con la evidencia empírica anterior y ponen de manifiesto las severas consecuencias que el ciberacoso tiene para la salud mental de quien lo padece.

Las personas con necesidades específicas de apoyo educativo presentan una mayor vulnerabilidad al ciberacoso y, además, manifiestan mayores problemas sociales y emocionales en comparación con sus compañeros también victimizados.

Por último, este estudio también trató de identificar factores protectores que pudieran reducir los efectos negativos del ciberacoso. En este sentido, dos estrategias de afrontamiento se mostraron relevantes: la búsqueda de apoyo social y la capacidad de resolver los problemas.

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