La magistrada del Juzgado de lo Penal número 1 de Ourense ha condenado a una madre a pagar una multa de 810 euros por no llevar a su hijo, nacido en 2004, a clase durante el curso 2020-2021 alegando que tenía “miedo” a contagiarse de la pandemia del COVID-19.
En la sentencia, la jueza considera probado que la acusada, que ha sido considerada responsable de un delito de abandono de familia del artículo 226.1 del Código Penal, incumplió “los deberes de asistencia a los que estaba legalmente obligada respecto del hijo menor de edad a su cargo”, pues “con pleno conocimiento, consintió que no asistiera de forma regular a las clases del centro de enseñanza en el que cursaba Educación Secundaria Obligatoria, presentando un importante absentismo escolar injustificado durante el curso escolar 2020-2021, que asciende al 100 %, y también numerosas faltas de asistencia no justificadas durante el curso escolar 2021-2022”.
En la resolución, destaca que el personal educativo del centro “mantuvo los correspondientes contactos con la denunciada a fin de informarle de la obligatoriedad de la escolarización de su hijo durante el curso escolar 2020-2021”, así como que la situación del menor fue analizada por la comisión provincial de Ourense de seguimiento ante las posibles situaciones de absentismo con origen en la COVID-19, celebrada el día 18 de enero de 2021, apreciando una posible situación de vulnerabilidad del menor.
La magistrada asegura que ha quedado acreditado “tanto el absentismo del menor a las clases, por encima del reglamentariamente permitido, como la voluntariedad por parte de la madre en la decisión de no llevar a su hijo al colegio y la persistencia de la acusada en su decisión, a pesar de haber sido advertida por la tutora en dos ocasiones”. La sentencia no es firme, pues cabe presentar recurso de apelación ante la Audiencia Provincial de Ourense.
La pandemia de COVID-19 tuvo un impacto profundo en la educación en España, generando cambios en la enseñanza, el acceso a la tecnología y el bienestar de los estudiantes y docentes.
Entre los principales efectos de la COVID-19 en la educación en España destaca el cierre de centros y transición forzada a la educación online. En marzo de 2020, todos los colegios y universidades cerraron, obligando a una transición rápida a la enseñanza online. No obstante, la educación a distancia expuso brechas digitales: muchos alumnos no tenían dispositivos o acceso a internet en casa. Además, los docentes tuvieron que adaptarse rápidamente a herramientas digitales, sin formación previa en muchos casos.
¿Hubo brecha digital y desigualdades educativas? La respuesta es sí. Se amplificó la desigualdad socioeconómica, pues estudiantes de familias con menos recursos tuvieron más dificultades para seguir el ritmo. En zonas rurales o desfavorecidas, la falta de conexión afectó gravemente el aprendizaje y, aunque se implementaron ayudas con reparto de dispositivos y conexión a internet, no llegaron a todos.
Por otra parte, estudios indican que los estudiantes aprendieron menos en comparación con años anteriores. Las evaluaciones, ciertamente, se flexibilizaron, lo que generó debate sobre la pérdida de exigencia académica. En las universidades, además, la adaptación de exámenes online generó problemas con el fraude académico.
La pandemia, por si fuera poco, tuvo también consecuencias emocionales y psicológicas, con un aumento del estrés y ansiedad en alumnos y profesores debido a la incertidumbre y la falta de interacción social. Crecieron, igualmente, los problemas de salud mental, con más casos de depresión y dificultades de concentración.
Para paliar la situación, eso sí, se fortaleció la figura del orientador escolar y se promovieron programas de apoyo psicológico.
¿Qué cambió con la pandemia en los centros?
Al reabrirlos en 2020-2021, se aplicaron grupos burbuja en colegios; reducción de aforos y enseñanza híbrida (presencial-online) en universidades, y medidas de ventilación y mascarillas obligatorias en aulas.
En paralelo se impulsó el uso de plataformas online, herramientas digitales y formación en competencias digitales. De hecho, muchas universidades y centros han mantenido modelos híbridos tras la pandemia.
Desde luego que la COVID-19 cambió el modelo educativo en España, acelerando la digitalización y evidenciando desigualdades. Aunque la situación ha mejorado, la crisis dejó desafíos pendientes en rendimiento académico, salud mental y equidad en el acceso a la educación.