Ricardo Díaz, decano de los químicos de España, ve “sumamente imprudente” la presencia de ácido pícrico en los institutos

Recientemente, se han intensificado las campañas para retirar ácido pícrico de institutos y centros educativos en España. Los últimos casos han tenido lugar en Madrid y en Galicia. Este compuesto químico, que fue ampliamente utilizado en laboratorios educativos hace décadas, presenta riesgos graves debido a su potencial explosivo, especialmente cuando se cristaliza con el tiempo. Además, es tóxico al contacto con la piel y puede liberar vapores dañinos para las vías respiratorias si no se maneja adecuadamente.

El ácido pícrico había sido distribuido como parte de kits químicos hace más de 30 años, pero su peligrosidad en el almacenamiento prolongado llevó a las autoridades a priorizar su retirada y destrucción. En Madrid, la semana pasada, y en otras zonas como Galicia hace poco más de un mes, los equipos especializados en desactivación de explosivos han liderado estas operaciones para garantizar la seguridad en los centros educativos y minimizar riesgos para estudiantes y personal docente​

En Galicia, las autoridades retiraban más de 50 recipientes con ácido pícrico, hallados en laboratorios de 23 centros educativos, incluidos institutos de secundaria y formación profesional. Esta sustancia, almacenada durante décadas, se volvió potencialmente explosiva debido al deterioro y las condiciones inadecuadas de conservación.

El ácido pícrico, empleado históricamente en laboratorios educativos, presenta riesgos significativos por su sensibilidad a impactos, fricción o calor. Todas las sustancias fueron destruidas en condiciones seguras por especialistas en explosivos.

“Altamente inestable”

Pero ¿qué es, exactamente, el ácido pícrico? Se trata de un compuesto químico también conocido como trinitrofenol (TNP), caracterizado por ser un sólido cristalino amarillo. Se utiliza principalmente en la industria como explosivo, en tintes y en la fabricación de productos químicos. Aunque históricamente se empleaba en laboratorios educativos y análisis químicos, presenta riesgos significativos, ya que es altamente inflamable y explosivo, especialmente cuando se seca o se cristaliza. Por su sensibilidad al calor, fricción e impacto, el ácido pícrico requiere manejo y almacenamiento cuidadoso para evitar accidentes.

Ricardo Díaz, decano-presidente del Consejo General de Colegios de Químicos de España, consultado por ÉXITO EDUCATIVO, detalla que el ácido pícrico es un ácido que se presenta en fase sólida. Se trata de un compuesto que, advierte, es “altamente inestable y, por lo tanto, como es muy inestable, pues lógicamente tiene peligro de explosión”.

Ricardo Díaz
Ricardo Díaz

En esencia, se utiliza como detonante, es decir, que el producto “es tan sumamente inestable que, con agitarlo, con una fricción, con tirarlo contra el suelo, puede producir una explosión. Es decir, necesita una energía umbral mínima para producir una explosión”.

El ácido pícrico se usaba en institutos y laboratorios educativos como reactivo químico para experimentos en química analítica y orgánica. Su utilidad radicaba en su capacidad para identificar metales, realizar pruebas de nitrógeno y fabricar indicadores. Sin embargo, debido a su naturaleza explosiva y la sensibilidad al calor y fricción, ha caído en desuso en contextos educativos. Sin embargo, su presencia se mantiene. Su almacenamiento prolongado o inadecuado lo hace peligroso, como se ha evidenciado en recientes hallazgos en laboratorios escolares.

Dicho esto, ¿para qué se usa en un laboratorio? Ricardo Díaz explica que se utiliza, por ejemplo, en ensayos de química analítica y química analítica cualitativa. “¿Qué quiere decir eso? es la manera en que uno puede identificar si hay iones, por ejemplo, una disolución. Este ácido”, prosigue, “lo que hace es que genera unos complejos cuando hay cierto tipo de iones metálicos y hacen cambiar de color la disolución, de manera que, lógicamente, si uno quiere identificar si en una disolución hay un metal, pues se pone un poco de ácido pícrico y si cambia de color, pues se observa que hay un metal determinado según el color”.

También sirve en biología para tratar tejidos y que puedan ser posteriormente vistos al microscopio. Es una manera de fijar esos tejidos biológicos para poderlos ver al microscopio, agrega Díaz.

El ácido pícrico aún puede encontrarse en institutos debido a su uso histórico en experimentos de química y a la falta de una revisión sistemática de los materiales almacenados en laboratorios educativos. En muchos casos, estos compuestos han permanecido durante décadas, olvidados y sin ser desechados adecuadamente.

Además, la falta de conciencia sobre su peligrosidad y de protocolos actualizados para gestionar químicos peligrosos ha contribuido a que siga presente en algunas instituciones, lo que pone de manifiesto la necesidad de inspecciones y control rigurosos.

“Desde un punto de vista docente”, advierte Ricardo Díaz, “lo último que ha de tener alguien en un laboratorio de alumnos y mucho más, si son alumnos de bachillerato o alumnos de la ESO, es un producto con poder detonante a su alcance”. “Es algo, no sé si negligente o sumamente imprudente. Yo, desde luego, no lo tendría nunca al alcance de los estudiantes o de los alumnos, sobre todo si son absolutamente novatos”.

“De cualquier forma”, concluye, “esto es un compuesto que tiene que estar en manos, fundamentalmente, de especialistas y de gente que sabe manejarlo, pero, desde luego, en ningún caso en manos de alumnos y mucho menos de la ESO o de Bachillerato”.

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