Un 45% de docentes catalanes, sobre todo los más jóvenes, ve su salud psicológica “mala o muy mala”

Un 45% de los docentes catalanes valora su salud psicológica como “mala o muy mala”, y solo un 27% la califica de “buena o muy buena”. La tendencia es de mayor malestar entre la gente más joven, especialmente en el tramo de edad de 31 a 40 años, y entre el personal interino, según el ‘Estudio sobre el estado de la profesión docente en Cataluña y los factores que inciden’, promovido por el sindicato USTEC-STEs.

En este ranking de malestar psicológico, destacan los docentes que imparten enseñanza en los institutos-escuela, que son donde se concentran los mayores índices de malestar, hasta un 47% respecto a 25% de bienestar.

En este marco, las condiciones materiales son las más determinantes en la hora de explicar el estado de salud psicológica docente. Así, entre los docentes con problemas económicos, solo un 17% considera tener una buena salud mental mientras que el 60% la considera mala.

En lo tocante a la salud física del docente en Cataluña, de acuerdo con este informe el 41% de los profesores catalanes considera que tiene “buena o muy buena salud”; mientras que el 29%, “mala o muy mala”.

Los hombres afirman disfrutar de una mejor salud física que las mujeres, el 48% de hombres respecto al 39% de mujeres. La mala salud física es más manifestada por las mujeres, hasta un 31% respecto al 24% de los hombres.

Respecto a circunstancias de carácter personal, igual que ocurre con lo concerniente a la salud mental, la más significativa es la económica. De las personas que consideran tener una buena situación económica, el 51% considera tener una “buena o muy buena salud física” frente a un 22% “mala o muy mala”. Por el contrario, quien pasa por una mala situación económica tiene la percepción inversa, el 32% valora positivamente su salud, mientras que para el 41% es “mala”.

Abandono de la profesión

Descrito el mapa emocional, el porcentaje de docentes dispuestos a dejar la profesión es crítico, pues alcanza el 36%, esto es, más de uno de cada tres.

Hay mayor predisposición de abandono de la profesión por parte de los hombres (42%) respecto a las mujeres (34%); por parte del colectivo de edad de los 31- 40 años (44%) respecto a los más grandes de 50 (25%), y por parte del profesorado de los centros de formación de adultos (40%) y de la ESO (38%) respecto a los de EOI (30%) y bachillerato (31%).

Por experiencia, los más decididos a marchar son quienes llevan entre 5 y 10 años en el sistema (43%). Quien menos, los mayores de 50 años (16%). Los docentes de los institutos-escuela y de los centros de adultos son quienes lidera la voluntad de dejar la docencia (41%), y los que menos, los maestros de las ZER (33%).

Respecto al nivel formativo, las personas con calificación superior (como por ejemplo los doctores, en un 43%) son los más predispuestos a abandonar la profesión.

La situación económica y material, una vez más, vuelve a ser determinante. Quién vive en un piso compartido tiene más predisposición a dejar la profesión (44%) que quien dispone de una vivienda en propiedad (27%).

Las diferencias entre quienes disponen de una buena situación económica y una de mala son muy significativas: los segundos duplican los primeros (27% respecto al 53%). En cuanto a los ingresos, a medida que estos van aumentando la voluntad de dejarlo va disminuyendo. Entre quien tiene ingresos familiares inferiores a 1.800 euros mensuales, la voluntad de abandonar es del 50%, que va disminuyendo hasta llegar al umbral de los 5.000 euros (26%).

Del informe también se conoce que la mayoría de docentes dispuestos a abandonar la profesión lo haría por una de un estatus y salario similar (37%) seguidos de quien haría un trabajo de estatus y salario superior (29%) y de estatus similar y salario superior (13%).

Factores que no hacen atractiva una profesión

Los factores que, según los docentes, hacen menos atractiva una profesión son la carga mental (43%), los conflictos con personas (25%) y la burocracia (19%).

Estos serían los aspectos que más desgastan a los docentes actuales: la carencia de autoridad ante la comunidad educativa y la sociedad que hace que puedan ser víctimas de críticas y agresiones; el desgaste psicológico y la multiplicación de la carga de trabajo con cuestiones percibidas de poca o nula utilidad, lo que conocemos como burocracia.

El informe completo se puede descargar clicando en este enlace

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