¿Qué tiene de positiva la educación? La pregunta se contesta por sí sola y es solo una retórica formulación del entrevistador para dar pie a un modo de enfocar el hecho educativo desde una perspectiva novedosa y sugerente, la llamada disciplina positiva, sobre la que preguntamos a la fundadora de infanciaenpositivo.com, Diana Jiménez, una de las mayores expertas en este ámbito en España.
Jiménez impregna todo lo que crea desde el vocablo ‘positivo, como son sus otras webs adolescenciaenpositivo.com y parejaenpositivo.com, lo que predetermina, de algún modo, su modus operandi.
Quien accede a ÉXITO EDUCATIVO para esta entrevista se graduó como psicóloga en la Universidad Complutense de Madrid. Es psicoterapeuta y pertenece a la primera promoción de Adlerian Counselors en España. Tras certificarse como educadora en Disciplina Positiva en todas sus áreas, pasó a convertirse en entrenadora de educadores, formando a futuros educadores de la misma.
Cuenta con más de 20 años de experiencia con niños y adolescentes, y más de 5 impartiendo ponencias, talleres y programas formativos para profesionales de la educación y familias. Durante estas dos décadas ha dedicado su vida profesional a ayudar a superar retos y a solucionar problemas a cientos de familias, profesionales e instituciones. Es autora de varios libros y del cuento ‘Mamá, ¿por qué me porto mal?’, desde el que se explica cómo funciona el cerebro a los más pequeños y cómo gestionar sus emociones.
¿Qué es la disciplina positiva en el ámbito educativo?
Pues la disciplina positiva en el ámbito educativo es llevar a las aulas la filosofía de vida que desarrolló Jane Nelsen y Lyn Lott basándose en las premisas y en los principios de Alfred Atler y Rudolf Dreikurs. Es una manera de adaptar dicha filosofía al ámbito educativo, en las aulas, para que, tanto alumnos como profesores, se beneficien de la misma y que, fundamentalmente, se basa en el respeto mutuo.
¿Cómo afrontar desde esta filosofía los retos de la educación?
Afrontar los retos educativos desde esta filosofía supone un cambio de mirada bastante importante porque estamos acostumbrados a un modelo educativo basado en la amenaza, en el chantaje, en el castigo, en el premio. Esto está dando lugar a que nos quedemos en la punta del iceberg. Aparentemente, este modelo está funcionando porque lo hace a corto plazo, pero teniendo en cuenta cómo está cambiando la sociedad, los valores, los principios, lo que pedimos a nuestros alumnos, estamos dándonos cuenta de que esas herramientas educativas que se aplicaban se están quedando obsoletas. Las que funcionan se mantienen, pero hay muchas que ya se está viendo gracias a la neurociencia, a la psicología, a la pedagogía, que no están siendo útiles y que no encajan con el modelo de sociedad que estamos creando.
¿De qué modo un centro educativo puede implementar lo que propone inicialmente?
Normalmente, los centros educativos llegan a la disciplina positiva con una charla introductoria a modo de primer acercamiento, donde conocen en qué consisten esos principios, cómo puede encajar con la filosofía del centro y, una vez, que se dan cuenta de que, efectivamente, sí que coincide, porque transmiten muchos valores, la disciplina positiva ayuda a mejorar el clima de aula, no solo con el alumnado, sino también entre el profesorado y todo el equipo educativo y las familias. Una vez que se dan cuenta de eso, entonces deciden implementarlo más desde la profundidad, no solo quedándose en la superficie, y para ello, lo ideal es hacer formaciones, que son formaciones que van dirigidas al profesorado o al claustro, y luego la certificación, que sería como como el ideal, a lo que aspiraría un centro. Y es que, para que todo un centro tuviera implementada la disciplina positiva, ello se hace mediante las certificaciones que solo las pueden impartir horas certificadas en esta materia de aula.
Tal y como cuenta, deben ser preparados para ello los profesores, pero ¿de qué modo?
Sí, los profesores deben ser preparados y la manera en la que se les prepara es con esa certificación. En primer lugar, se puede hacer una toma de contacto, como decía, con talleres introductorios donde podemos hablar de 10 horas o 5 sesiones, sesiones de 2 horas en modo intensivo. Normalmente las certificaciones son de 18 horas. La certificación de aula. Luego, dependiendo un poco de la etapa educativa, está la certificación de primera infancia, que va más enfocada a Infantil. También está la de aula, que sería la del público en general. O sea, los educadores sin una etapa educativa. La de primera infancia es la ideal, y después está también la certificación de familia que estaba dirigida a padres y que, en muchos casos, hay profesores que también las hacen. A lo mejor no hacen la certificación, pero sí que hacen formación porque les ayuda a entender también cómo funciona la infancia, cómo funcionan las familias y les acerca o les facilita luego el tema de las tutorías. Pero, reitero, la formación específica para profesores se hace con la certificación de aula.
Al final, además de cultivar las actitudes emocionales, de un colegio se espera que los hijos vuelvan a casa con las lecciones aprendidas ¿de qué forma la disciplina positiva mejora la adquisición de conocimientos y el aprendizaje?
Con respecto a de qué forma la disciplina positiva ayuda a que se adquieran los conocimientos y al aprendizaje, esto es importante también decirlo. La disciplina positiva no se enfoca en trabajar las emociones. Es una filosofía de vida, es decir, es una manera de entender las relaciones entre las personas. ¿Qué quiere decir esto? Que estamos cambiando mucho los modelos de la sociedad estamos perdiendo, por un lado, valores, como el de la cooperación. Estamos centrándonos más, quizá, en la competitividad. La superioridad en conseguir logros, eso hace que se nos olvide que la base son las relaciones humanas.
La disciplina positiva lo que va a trabajar es en facilitar unas buenas relaciones entre los miembros de un centro educativo; va a favorecer que la relación entre todos los implicados sea mejor, que se cree un mejor clima, un mejor ambiente de trabajo, con lo cual eso va a favorecer la adquisición de aprendizajes, porque hoy día sabemos que cuando uno está en un modo de supervivencia, el cerebro no puede aprender.
Sin embargo, también nos estamos dando cuenta que muchas de las quejas de los profesores vienen porque no hay valores, porque no hay respeto, porque no hay un compromiso y de esta forma, con la disciplina positiva, de lo que nos damos cuenta es de que estamos trabajando todo lo que tiene que ver con el compromiso, con el respeto, con la responsabilidad, que es lo que en el fondo queremos que desarrollen los alumnos.
Lo bueno de la disciplina positiva es que ayuda a que los profesores no sientan que todo el peso recae sobre ellos, sino que se implica muchísimo al alumnado. Entonces, llega un punto en donde se disfruta de dar clase, donde el aprendizaje es real porque los alumnos están motivados y tienen una conexión y una relación con el profesor, que para ellos es muy importante en el aula.
Por su experiencia ¿cómo está la salud emocional de los alumnos, y de los docentes?
Hoy día la salud emocional, tanto de alumnos como de docentes, está haciendo aguas, está en peligro. Por un lado, los docentes están muy desmotivados. Vuestro primer estudio nacional sobre el estado de ánimo de los docentes va en esa dirección. Están desanimados respecto a su trabajo, a la docencia, porque están sintiendo, y con razón, que están poniendo muchísimo esfuerzo para el resultado que luego obtienen. Sin embargo, lo que sí que estamos viendo desde el otro lado es que el enfoque está mal planteado.
Muchas veces las soluciones que buscan los profesores están manteniendo el problema, no lo están eliminando, no lo están erradicando y esta es la base desde la que tenemos que partir. Los profesores vienen formados con unas bases muy clásicas, muy tradicionales, que no encajan en la sociedad. Hoy día estamos viendo que los niños lo quieren todo ya, no solo por ellos, sino porque, además, la sociedad nos impone esa prisa, esa urgencia, la rapidez, no perdernos en los laureles. Lo que hoy vale mañana ya está en desuso. Vamos viendo que las cosas duran poco tiempo, que hay poca implicación, que va cada uno a lo suyo, que hay mucha individualidad.
Los modelos educativos que transmiten los profesores hoy día están basados en las herramientas de hace muchísimos años, donde efectivamente la cohesión o el miedo funcionaba. Ese respeto que había hacia el profesorado tenía realmente una base de miedo. Sin embargo, hoy estamos viendo que los alumnos no sienten ese miedo. Tampoco los padres apoyan ese estilo educativo.
Antiguamente nos decían, ‘voy a avisar a tu padre, y, como alumnos, temblábamos y no queríamos que eso ocurriera nunca. Sin embargo, ahora son los profesores los que tiemblan cuando tienen que avisar a un padre. Esto crea que la salud emocional de los profesores esté muy debilitada y, además, la de los alumnos también, porque no se está trabajando. Vivimos precisamente en una época, en un momento social en el que se le da mucha importancia a las emociones; sabemos que son básicas que son fundamentales, sin embargo, no tenemos las herramientas porque aún no hemos aprendido cómo implementarlas y cómo sacar el mayor partido de ese conocimiento en la práctica docente.
Porque sabemos lo que no queremos, pero todavía no sabemos implantar lo que sí queremos, lo que sí que necesitamos y lo que es beneficioso para todos y, claro, estamos separando conceptos y abordando, por un lado, alumnado, por otro, familias, y por otro, educadores. Pero se nos olvida que la base es la misma. Insisto en la disciplina positiva, una filosofía que basa su método en las relaciones entre las personas, en el respeto, en los valores, en la confianza, en la responsabilidad, todas esas cualidades y habilidades que parece que se están perdiendo.
Algunos estudios atribuyen a la carga burocrática y la falta de reconocimiento ese malestar emocional en algunos docentes ¿Qué puede hacerse desde el punto de vista psicológico?
Sí es verdad que hay una carga burocrática importante, nos perdemos mucho en los papeleos y no sólo ocurre en el ámbito educativo, ocurre también en el sanitario. Los psicólogos vemos a un paciente y al mes, cuando vuelve a consulta, le atiende otro profesional donde tiene que volver a hacer la historia clínica. Pasamos más tiempo pidiendo informes. En el aula, también ocurre mucho así. En vez de actuar en lo más importante, que es dedicar tiempo a la prevención, dedicamos mucho de ese tiempo a la intervención.
Parece que estamos dedicando más a la intervención que a la prevención y, claro, la prevención viene de revisar, como decía antes, esos estilos y métodos educativos o disciplinas que se venían aplicando, que lo que funcionaba perfecto no lo vamos a tocar, pero hay muchas cosas que ya estamos viendo que no están dando los resultados que esperamos.
Aunque, en efecto, los profesores tienen una carga burocrática grande, ello no exime de lo otro. Porque sí que hay profesores que lo están haciendo de otra forma y la carga burocrática es la misma, con lo cual, a veces creo que lo que falta es conocimiento y una buena orientación, porque muchas veces los profesores están muy solos en el aula. Ellos han aprobado su oposición y, como se decía tradicionalmente, ‘cada maestrillo tiene su librillo’.; entrar en su aula, cierran la puerta y, al final, tienen que hacerlo como buenamente pueden, pero se encuentran muy solos.
Habla usted de propiciar la educación desde el respeto, la amabilidad y la firmeza, sin autoritarismo ni permisividad, pero ya sabrá que los docentes se quejan de falta de autoridad en el aula, y de menos apoyo por parte de quien debiera dárselo…
Bueno, hemos confundido desde hace muchos años la autoridad con el autoritarismo y la amabilidad con la permisividad. Lo que la disciplina positiva propone es la firmeza amable, es decir, la firmeza son los límites en toda el aula. En toda acción educativa hay unos límites, hay una norma, hay una estructura: eso es necesario e imprescindible, es decir, tiene que haber normas, estructuras, límites y rutinas. Y esa es la firmeza de la que habla la disciplina positiva. A la vez, tiene que haber una amabilidad, que quiere decir la forma en la que pongo esos límites, esas normas y esa estructura, porque lo que hemos venido confundiendo hasta ahora es que tener autoridad significaba hacer de menos a otra persona, que la crítica significaba imponer, significaba hacer sentir mal y eso no es autoridad, eso es autoritarismo, eso es abuso de poder. Estamos viendo que el abuso de poder no está funcionando.
Entonces, la disciplina positiva, lo que que propone es la firmeza amable, donde los límites y la amabilidad son la manera en la que hago firme mi propuesta. No se trata de no decirle a los alumnos qué hay que hacer, cómo tienen que hacer las cosas, qué se espera de ellos; al revés, lo que se les dice es que puedes hacer lo que quieras dentro de los límites que hay en este centro. Una cosa también muy importante en la que insiste mucho la disciplina positiva es que el respeto se da en tres vías: respeto por el alumno, por el profesor y por la situación, que en este caso sería por el centro educativo. Entonces, si se cumplen esas tres erres de respeto ¿Se podría llevar a cabo lo que propone la disciplina positiva? El problema es cuando cojeamos de una de esas patas con respecto al respeto.
¿Con disciplina positiva podría ponerse fin al acoso escolar o este fenómeno juega en otra liga?
Por supuesto, con disciplina positiva se pondría fin al acoso escolar porque estaríamos actuando desde la raíz. Estaríamos trabajando en las personas, estaríamos trabajando los valores, los miedos, la autoestima. Lo que está ocurriendo realmente, si nos damos cuenta, es que estamos haciendo un abuso de poder. Ver que no estamos entendiendo cómo nos tenemos que relacionar con los demás cuando se ha hablado con personas, tanto que han sufrido bullying como que han ejercido bullying. Lo que hay ahí, lo que hay detrás es miedo, un sentimiento de inferioridad, ser menos; y esta es una de las cosas que trabaja la disciplina positiva, que se centra, sobre todo, en la importancia de la pertenencia.
Pertenezco y puedo contribuir y esas son dos necesidades básicas de los seres humanos. Necesitamos sentir que somos vistos, que pertenecemos, y, muy importante, la significancia, es decir, yo también puedo contribuir, yo tengo algo que aportar. Cuando un chaval siente que no tiene nada que aportar, que no pertenece, que no es visto, eso supone para él la muerte y muchas veces esto se transforma en mala conducta.
En este contexto, la disciplina positiva trabaja la mala conducta porque se centra en la siguiente frase, ‘los niños no se portan mal, sino que se sienten mal y un niño mal portado es un niño desalentado’: La importancia de alentar a las personas para que sepan que contribuyen.