José Muñiz, rector de la Universidad Antonio de Nebrija, es licenciado y doctor en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, Catedrático de Psicometría, académico de la Real Academia de Psicología y experto en Psicología Matemática. Inició su carrera en la Universidad Complutense, donde ejerció como docente hasta 1984. En esta fecha obtuvo la Cátedra de Psicología Matemática de la Universidad de las Islas Baleares y desde 1987 hasta este mismo año ha sido Catedrático de Psicometría en la Universidad de Oviedo.
Muñiz tiene una larga carrera como investigador, como acreditan sus seis sexenios de investigación y sus casi 9.000 citas en Google Scholar; no en vano, 15 de sus publicaciones han recibido más de 100 citas. Ha publicado numerosos trabajos en revistas nacionales e internacionales sobre Psicometría y Evaluación Psicológica. Es miembro del Comité Editorial y revisor de varias revistas científicas, así como fundador de la revista Psicothema, que dirige desde hace más de 30 años y que actualmente se sitúa en el primer cuartil (Q1) de su categoría. Entre sus libros sobre diversos aspectos de la medición psicológica cabe destacar Introducción a la Psicometría, Teoría Clásica de los Tests, Teoría de Respuesta a los Ítems, Psicometría, Análisis de los Ítems, o Introducción a la Psicofísica.
Como becario del programa Fulbright, llevó a cabo proyectos de investigación en la Universidad de Massachusetts de los Estados Unidos. Fue presidente de la Comisión Europea sobre Tests and Testing, presidente de la International Test Commission (ITC) y de la European Association of Methodology (EAM). Representó a España en el comité internacional que desarrolló la norma ISO 10667 que regula la evaluación de personas en entornos laborales, y presidió el Comité Nacional que adaptó dicha norma en España.
De su trayectoria en materia de gestión destaca que ha sido vicerrector de Profesorado de la Universidad de Oviedo, miembro del Consejo Escolar del Principado de Asturias, presidente del Consejo Asesor de Investigación Científica y Tecnológica del Principado de Asturias (CAICYT), decano de la Facultad de Psicología y director del Departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo y miembro de la Academia de Psicología de España. En 2015 recibió el Premio al Psicólogo Español del año otorgado por el Colegio Oficial de Psicólogos. En esta entrevista concedida a ÉXITO EDUCATIVO, desentraña los objetivos por los que trabaja al frente de la Universidad Nebrija y comparte sus opiniones sobre un sector, el de la educación superior, en constante crecimiento.
¿Cuáles son los principales valores que quiere promover la Universidad Nebrija y qué distingue a esta universidad de otras instituciones educativas?
La docencia de calidad y una investigación rigurosa son los dos raíles sobre los que pivota una universidad y la Nebrija quiere estar entre las mejores en este sentido. Además, pretendemos enmarcar todo ello dentro de un conjunto de valores como son el emprendimiento, la empleabilidad, la internacionalización, el ansia de saber o la formación continua, entre otros, lo que resumiría un poco la filosofía con la que trabajamos.
¿Cómo ve la actual proliferación de centros universitarios?
Nosotros lo vemos con toda naturalidad. Es decir, la competencia es buena y nos hace a todos un poco mejores. A veces se habla de si hay muchas o si hay pocas universidades. En Madrid hay unas 14 privadas y 6 públicas, pero en Boston (EEUU), que es más o menos del mismo tamaño, en su área metropolitana hay más de 100 universidades. Por lo tanto, no es ningún problema. Se trata de ofrecer calidad y luego un abanico amplio de modo que la gente pueda elegir.
¿Cómo se puede competir con la irrupción de fondos de inversión internacionales con unos presupuestos enormes, sobre todo en el campo del marketing y de la internacionalización?
Nuestra apuesta es clarísimamente por la calidad. El crecimiento, en nuestro caso, no es una cuestión estratégica e indefinida. Ahora mismo tenemos 14.000 estudiantes. Por lo tanto, ya somos una universidad de tipo medio, con 60 títulos de grado y más de 60 de posgrado y nuestra apuesta es claramente por la internacionalización y por la calidad. En ese sentido, nos acercamos mucho a lo que son en el mundo anglosajón las non-profit universities (universidad sin ánimo de lucro), es decir, las universidades que invierten todo lo que ganan en la mejora. La verdad es que eso es un estímulo para nosotros para seguir mejorando clarísimamente.
¿Qué puede comentar de la expansión de la Universidad Nebrija en Asturias?
Efectivamente, en Avilés. Tenemos en el radar abrir más centros, no solo de España, también en el extranjero y uno que estamos tramitando ahora mismo es el de Avilés, en el que empezaríamos con enfermería, aunque estudiando la posibilidad de añadir nuevos títulos en el futuro. De momento, el proyecto ha sido muy bien acogido y, si todo marcha a un ritmo rápido, podríamos incluso empezar el curso que viene, o el siguiente. Lo iremos viendo, porque depende de la tramitación administrativa, pero sí, la expansión es nuestra estrategia y tenemos en mente otros centros, tanto en España como fuera.
¿Se ha solicitado al Principado el reconocimiento como universidad?
Concretamente, el de Avilés sería un centro adscrito a la Nebrija, que acreditaría la titulación. Es decir, no es una universidad nueva que se abre en Asturias. Esto tiene ventajas, sobre todo porque es más ágil, más rápido y, digamos, es más fácil de implantar que hacer toda una nueva universidad. Siguiendo esa filosofía ya tenemos un centro adscrito en Palma de Mallorca, por ejemplo. Es decir, conocemos muy bien esa lógica.
¿Cuáles son sus prioridades ahora mismo a nivel internacional?
Nosotros tenemos en torno a un 22% de estudiantes que son internacionales y nuestra idea es llegar al 50%. No hay otra alternativa. El invierno demográfico español es terrible y, por lo tanto, para mantenerse activo y creciendo es imprescindible la internacionalización. En Iberoamérica, en este mismo curso, tenemos más de 500 estudiantes de México; también Colombia, Perú o República Dominicana. De hecho, hacemos graduaciones allí. Pero no solo Iberoamérica, sino también en otros muchos países europeos o asiáticos. No olvidemos que ahora mismo hay un gran interés por el idioma español. Más de 600 millones lo hablan, es el segundo idioma internacional después del inglés. Hay otros que se hablan más, como el chino o el hindú, sin embargo, no se usan internacionalmente.
Por lo tanto, estudiar en español se ha vuelto muy atractivo para muchísimos estudiantes extranjeros que ya hablan inglés de manera natural y ahora el español les añade mucho valor. Por poner un ejemplo, un profesional que esté ejerciendo en Estados Unidos, donde hay 60 millones de hispanohablantes, un abogado, un ingeniero, un médico, si domina el español aumenta entre un 20 y un 30% su cuota de mercado. Por lo tanto, el valor económico del español es muy potente. De hecho, tenemos un observatorio en la universidad que analiza nuestro idioma, donde chequeamos todos esos aspectos de la pujanza del español en redes, en periodismo, etc. No es baladí el español como fuerza atractiva para los extranjeros.
¿Cómo es la colaboración con otras universidades?
Tenemos firmados más de 200 convenios con universidades de todo el mundo y de todo tipo. Viajamos continuamente a Iberoamérica y otros países, desde la Universidad de Massachusetts en Amherst, en Estados Unidos, pasando por supuesto por el TEC de Monterrey; en fin, innumerables universidades. Eso es clave porque no solo lo es el intercambio de estudiantes, también de profesores y de investigación.
Nosotros somos una universidad muy orientada a la investigación. De hecho, tenemos nueve programas de doctorado y estamos generando el décimo, que es poco habitual. Claramente, si una universidad no tiene investigación, es una academia, y si solo tiene investigación, es un laboratorio. La clave de lo que pretendemos es buscar un equilibrio, una simbiosis entre docencia e investigación.
¿Cuál es la apuesta que está haciendo la Universidad Nebrija por la digitalización?
Ahí somos líderes, clarísimamente. Fíjese, de los 14.000 estudiantes que tenemos, la mitad son online. En la pandemia no perdimos ni un solo día de clase porque ya teníamos implementado un sistema que denominamos Global Campus. Tenemos los sistemas Blackboard más avanzados que hay para la formación online. El futuro de la enseñanza universitaria se dirige a una combinación borrosa entre online y presencial. Siempre hay una parte presencial, pero incluso las carreras presenciales tienen una pequeña parte online. Eso va a ser una tendencia clarísima de cara al futuro.
¿Podría decir que hay una apuesta por un área concreta del saber en este momento?
Una buena pregunta. La respuesta es no. Nosotros somos ya una universidad general. Tenemos prácticamente todas las carreras, si bien algunas tienen una potencia mayor. Por ejemplo, nuestra Politécnica, con toda la línea del automóvil, matemáticas y física. Es muy potente. Pero también ciencias sociales, ciencias de la salud. Tenemos un campus precioso en la Berzosa, con medicina, fisioterapia, ingeniería biomédica, deporte, etc. O sea, cubrimos, como universidad generalista, todas las áreas, aunque a veces hacemos intensificaciones en alguna, ciertamente.
¿Cómo observa el bienestar emocional de los alumnos en las universidades y qué medidas están aplicando en su caso?
El modo que tenemos de atacar ese problema con los universitarios es un poco diferente al que tienen otros niveles de enseñanza. Cada alumno, desde que entra, tiene un tutor. Un tutor académico y personal, una especie de coach, que va con él. En el momento que detecta cualquier tipo de anomalía que está interfiriendo en su funcionamiento académico contacta con un departamento psicopedagógico, un grupo muy sofisticado de profesionales, que tiene la posibilidad de ayudarle si vemos que tiene un problema de desajuste psicológico en un momento dado. La clave es seguirlos día a día y que tengan a alguien a quien acudir. Un problema de carácter académico o de carácter personal. Porque a veces, como solemos decir, tenemos la fórmula del éxito profesional sobre la base de la capacidad por el esfuerzo al cuadrado. Ahora bien, hay que tener cuidado porque esa fórmula no funciona en el vacío. Hay parámetros de carácter psicosocial que pueden interrumpirla, cortocircuitarla. Hay que detectar esos casos a tiempo para poder ayudar a quien lo necesita.
¿Cómo cree que debiera ser el mejor centro educativo del mundo?
Es muy difícil decir cuál es. ¿Por qué? Porque cada uno destaca por un aspecto. Hay universidades clásicas que destacan muchísimo por ser centros de investigación de primer nivel. Pero otros destacan por la docencia. Por ejemplo, nosotros, aparte de la investigación, una de las características muy importantes es que cuidamos muchísimo la docencia. Cuidamos muchísimo al estudiante, con un tutor, con todo tipo de arropamiento que necesite para seguir el curso en sus estudios. Yo diría que las universidades líderes son aquellas que son capaces de sumar la excelencia docente y la excelencia investigadora.