Trasbordo Arquitectura, un estudio con 20 años de trayectoria en el territorio nacional que destaca por sus trabajos de ampliación y transformación de algunos de los campus educativos más prestigiosos de España, como British Council School, Oak House School o la Escuela Suiza de Barcelona, entre otros.
Hablamos con Justo Orgaz, que, junto a su socio Ignacio Capapé, dirige este estudio de arquitectura experto en nuevos equipamientos singulares, en conservación y renovación de edificios contemporáneos, en sostenibilidad de la edificación, en tecnología y gerencia de construcción y en dirección integrada de proyectos. En esta entrevista con ÉXITO EDUCATIVO nos descubren la importancia de integrar las instalaciones en los procesos educativos y cómo conseguirlo.
¿Por qué un estudio de arquitectura se especializa en colegios?
No es nuestra única rama de actividad, pero es cierto que tiene mucho peso en nuestro estudio. El motivo fundamental es que es un tipo de edificio muy favorable para un buen ejercicio de arquitectura.
Los colegios con los que trabajamos se caracterizan por dedicar mucha atención y cuidado a su Campus. Lo entienden como el lugar donde se expresa la institución y donde se materializa su propuesta educativa, y le piden que sea una herramienta útil para la educación, un lugar inspirador y una construcción duradera. Atender esas tres cuestiones está en el centro de nuestra misión como estudio de arquitectura.
Los centros están transformando sus Campus para adaptarse a unos métodos educativos en constante revisión. ¿Afecta el diseño arquitectónico realmente a la calidad de la educación?
Sin duda, y eso hace que se esté convirtiendo en un factor de fuerte competitividad entre instituciones privadas.
El espacio siempre tiene influencia en la calidad de la actividad que desarrollamos en él. En el caso de los Campus, la cantidad, el tipo, la organización y la calidad de los espacios van a formar parte de la experiencia vital del alumno en su etapa escolar, y esto lo valoran cada vez más las familias. Pero además de esta componente, que aplica a cualquier actividad, en el uso educativo y en el contexto de revisión profunda de métodos y pedagogía que está viviendo, el espacio puede ser un obstáculo o un aliado. Por este motivo se ha extendido últimamente la expresión “el tercer educador” en referencia al espacio. Y esto lo valoran cada vez más los docentes.
Otro factor que mueve a la intervención es la optimización de las posibilidades del Campus. Los centros necesitan obtener todo el potencial de su parcela y de sus edificios para mejorar su oferta en calidad y en cantidad y este es un eje principal de todos los encargos en que estamos trabajando.
Pero, ¿esto no ha sido siempre así? ¿De qué manera ha evolucionado este aspecto?
Hace 40 o 50 años nacieron gran parte de los centros privados que operan hoy en España, en un contexto de pedagogía tradicional en el que el desarrollo de la actividad no era tan sofisticado como hoy. Los alumnos permanecían la mayor parte del día en el mismo espacio y en la misma posición, atendiendo un mismo foco. Esto hacía que el Campus obedeciera a un diseño sencillo de repetición de la unidad “aula”, que solía buscar ser un espacio agradable. Los espacios exteriores, en general, no tenían apenas tratamiento.
Hoy, en cambio, la actividad educativa es mucho más dinámica y compleja por la aparición de nuevos medios de transmisión de información, la irrupción de métodos pedagógicos y didácticos alternativos, la diversidad de materias, y la propia idea de la educación en una sociedad en estado de cambio acelerado. Esto hace que el diseño del Campus sea más complejo y deba atender a muchos más aspectos: Aulas especializadas por actividad, espacios flexibles para ocupaciones variables, espacios singulares para artes escénicas, actividades deportivas o tecnológicas, espacios educativos al aire libre, etc…
¿Hay algún otro factor que haga que los centros educativos transformen sus campus?
Aparte de lo anterior, salvo en los casos de nueva construcción, los centros más veteranos suelen contar con un parque de edificios y espacios exteriores envejecido, que no sólo no responde a la necesidad funcional que acabamos de comentar, sino que no responde a los estándares de confort, nivel de equipamiento, calidad de ambiente interior y sostenibilidad actuales, que de algún modo todos exigimos.
Esta combinación de motivos ha llevado a los principales centros de nuestro país a transformar sus Campus con la mirada puesta en las próximas décadas.
En sus proyectos suelen desarrollar procesos de participación con toda la comunidad. ¿Qué importancia dan las familias al Campus?
Siempre que desarrollamos una estrategia para un centro ofrecemos realizar un proceso de participación de la comunidad para contar con la visión del centro y de las familias a través de sus directores, docentes, padres y alumnos. En nuestra opinión, aquellos que lo hacen llegan claramente a mejores resultados porque durante el proceso se encuentran con hallazgos valiosos que les sirven para orientarse a largo plazo.
Lo que vemos en estos procesos es que las familias valoran mucho la calidad del Campus a la hora de hacer su elección. Por encima hay una combinación de factores evidentes relacionados con el ideario, la ubicación y las cuotas, que conocen bien los centros. Pero muchas de estas cuestiones tienden a homogeneizarse y el Campus pasa a jugar un papel determinante. Es un espacio que ocupa un lugar esencial en la infancia y en la adolescencia de sus hijos, y cada vez lo manifiestan con más claridad
En general entienden que debe ser un lugar seguro, saludable y alineado con la pedagogía y didáctica del centro, que cuente con espacios especializados y de calidad para actividades tecnológicas, deportivas y artísticas. Dicho así, parecen unos atributos fáciles de alcanzar, pero la realidad es que resultan una exigencia fuerte.
¿Son los centros realmente conscientes de esto? ¿Cómo responden a esta visión y qué errores deben evitar?
En general detectamos que los centros son muy conscientes, y que la mayoría lo entiende como algo central para afrontar las próximas décadas con éxito.
Cada uno tiene su propio contexto y objetivos, pero la búsqueda de más espacio para poder especializar áreas y ampliar oferta de actividades, y la optimización del espacio existente para un uso más flexible y adaptado a las nuevas pedagogías, suele ser la demanda común. La actualización de las prestaciones y una mejor dotación, son también demandas comunes. A día de hoy, unos pocos empiezan a identificar la reducción de impacto, lo que conocemos como sostenibilidad de la edificación, como algo principal. Pero he de decir que sólo unos pocos lo afrontan con profundidad.
El principal error que deben evitar es abordar intervenciones desconectadas entre sí, enfocadas en un sólo aspecto y basadas en la urgencia. Esto hace en muchas ocasiones que la inversión se devalúe rápidamente y no consiga el impacto positivo que busca ni en la calidad de la educación ni en las familias y alumnos. A largo plazo, además, suele implicar la desfiguración del Campus, y esto puede conllevar una percepción negativa de la institución.
¿Qué consejos le darían a las instituciones educativas que buscan diseñar o renovar sus espacios educativos para mejorar la calidad de la enseñanza y cómo pueden abordarlo?
Les recomendamos desarrollar un Plan Director que les permita combinar las demandas, visualizar el potencial de su Campus y trazar una estrategia de acción para alcanzarlo.
Es un proceso que dura unos pocos meses y que pasa por el reconocimiento de los objetivos estratégicos, de su modelo pedagógico y oferta educativa, de su realidad física y urbanística y de la cadena de valores de su comunidad, para identificar las fortalezas, las debilidades, las amenazas y las oportunidades del Campus. Sobre esa base, visualizamos diferentes escenarios de futuro y analizamos la viabilidad económica y la compatibilidad con la actividad para trazar un plan de acción.
La participación de la comunidad suele conllevar el beneficio de la alineación con la estrategia. Tras un plan director, generalmente centro y familias suelen compartir una visión de futuro que les motiva y genera sentimiento de pertenencia.
Aunque parezca muy complicado, un Plan de estas características se puede abordar en menos de un curso, y puede marcar de manera ordenada las inversiones a 5 o 10 años vista, compatibles siempre con la actividad académica.
¿Cuáles son los proyectos educativos más relevantes en los que han trabajado hasta el momento?
A lo largo de estos años hemos desarrollado planes y proyectos para colegios como British Council School, Oak House School, Institución San Patricio, Escuela Suiza de Barcelona, St. George School Barcelona, entre los más destacados. En todos ellos, además de los planes directores, hemos realizado intervenciones de diversas escalas. Desde grandes ampliaciones, pasando por pequeñas transformaciones, hasta intervenciones tácticas basadas en mobiliario, que han tenido gran impacto en la educación y en la percepción del Campus.
En estos momentos estamos trabajando en la reducción de impacto del British Council School, que tras varios años de ampliación y mejora de la calidad de sus espacios, aborda ahora un proceso muy ambicioso de descarbonización de todo su Campus. También estamos trabajando en dos planes urbanísticos en Barcelona que responden a Planes Directores con una visión de muy largo plazo. Ambos casos buscan la optimización de las posibilidades del Campus junto con la alineación plena con sus modelos pedagógicos.
¿Cómo deben evaluar los centros educativo la inversión en sus campus?
Nuestra experiencia nos dice que trabajar con un plan director no supone una mayor inversión y sí una mejor inversión.
Los centros realizan muchas intervenciones de conservación y mantenimiento correctivo, y otras veces de reforma que atienden a asuntos urgentes o demandas recurrentes y no estratégicas. La suma de estas inversiones a lo largo de varios años suele ser elevada y puede no corresponderse con el resultado esperado en términos de mejora de la educación, de calidad del espacio y de percepción por parte de la comunidad. Esa misma inversión planificada con un Plan Director, permite equilibrar las demandas y dirigir las intervenciones hacia una imagen final inspirada por las búsquedas de la institución a largo plazo.