En la era digital, el término «innovación» ha sido elevado casi a un nivel de fetiche en el ámbito educativo. La promesa de nuevas tecnologías y herramientas digitales es vista por muchos como la panacea que resolverá todos los problemas de enseñanza y aprendizaje.
Sin embargo, esta percepción está lejos de la realidad. La verdadera revolución en la educación no radica en la adopción de las últimas aplicaciones o dispositivos tecnológicos, sino en la esencia del buen maestro. En el radica la AUTÉNTICA REVOLUCIÓN.
El buen maestro es el que realmente convierte en realidad ese sobado lema que se refleja en muchísimas webs de centros educativos: “El alumno es el protagonista”. Cuántas decepciones genera esta afirmación. Me llena de tristeza pasear por un colegio y ver aulas con pupitres aislados, todos mirando al pizarrón, salas de tutorías sin que haya rastro de alumnos participando o juntas de evaluación en las que únicamente se habla de los niños “con problemas” (como si el resto no fuera merecedor de una reflexión conjunta para evaluar las medidas de acompañamiento necesarias). Así que, que el alumno sea el verdadero protagonista de un centro, esto es una AUTÉNTICA REVOLUCIÓN digna de la escuela del s. XXI.
Es bien sabido, que existen centros educativos que han malinterpretado la innovación y la han entendido como la simple sustitución de formatos analógicos por digitales. Pizarras interactivas, tabletas y aplicaciones educativas han reemplazado a los libros de texto y pizarras de tiza, pero esta sustitución tecnológica no necesariamente se traduce en una mejora significativa en la calidad del aprendizaje. Sergio Duce, ilustrador Premio a la Innovación Educativa en el 2011, lo refleja de forma muy visual y clara en la viñeta.
Un buen maestro entiende que la tecnología es solo una herramienta más en su arsenal pedagógicos. Saber combinar todas las herramientas, las analógicas y las digitales, sí que es una AUTÉNTICA REVOLUCIÓN.
Por otra parte, ser un buen maestro, supone llevar a la práctica una pedagogía centrada en el alumno y alumna. Esto significa crear un ambiente de aprendizaje inclusivo y equitativo, donde cada alumno se sienta valorado y apoyado y en el que aprendizaje se personalice. Atender las necesidades de 25 alumnos sin aparcar a los más “lentos, problemáticos o con diagnósticos varios” en un profesor de refuerzo, Teacher Assistant o como queramos llamarle, sí que es una AUTÉNTICA REVOLUCIÓN.
Además, ser un buen maestro implica un compromiso continuo con el aprendizaje profesional. Los mejores docentes están siempre buscando maneras de mejorar su práctica, mantenerse al día con las últimas investigaciones educativas y reflexionar sobre su propio desempeño. No se conforman con lo establecido, sino que buscan constantemente formas de innovar en su enseñanza, no necesariamente a través de la tecnología, sino a través de métodos pedagógicos efectivos y probados. Un maestro inconformista y que se desafía a sí mismo, sí que es una AUTÉNTICA REVOLUCIÓN.
En última instancia, la AUTÉNTICA REVOLUCIÓN en la educación es aquella que coloca al buen maestro en el centro del escenario. Es reconocer que el impacto más duradero en la vida de un alumno y alumna no vendrá de la última aplicación educativa, sino del maestro que les inspiró, les desafió y les apoyó en su camino. Es el maestro que ve más allá de las calificaciones y los exámenes, que entiende el valor del desarrollo personal y emocional y que trabaja incansablemente para ayudar a cada uno de sus estudiantes a convertirse en la mejor versión de sí mismos.
Por lo tanto, a los líderes escolares y docentes, la invitación es clara: invirtamos en el desarrollo de buenos maestros. Fomentemos una cultura escolar que valore y apoye la pasión, la dedicación y la innovación pedagógica. Reconozcamos que la verdadera revolución en la educación no se mide por la cantidad de tecnología en el aula, sino por la calidad de las relaciones humanas que se forjan en ella.
Al final del día, ser un buen maestro es el acto más revolucionario y transformador que se puede llevar a cabo en el mundo de la educación.
Por Anabel Valera Ibáñez, Head of School Improvement de IEP y directora ejecutiva de la Red de Directivos de Instituciones Educativas en España REDIE