Uno de los complementos socioculturales tradicionales de la educación son las actividades extraescolares en las que los centros cívicos suelen jugar un papel predominante. En Cataluña, la Asamblea por una Escuela Bilingüe de Cataluña acaba de denunciar en un detallado informe que el castellano está prácticamente excluido en estos ámbitos.
La Asamblea por una Escuela Bilingüe de Cataluña ha analizado las actividades infantiles y familiares programadas en los centros cívicos de las ciudades de Barcelona, Tarragona, Lérida y Gerona. Los resultados, y es la primera y principal conclusión, es la constatación de la exclusión del idioma español en la programación de las actividades.
Así, en Barcelona solo un 4,8% de actividades se programan en castellano o bilingüe (castellano, catalán); en Tarragona, las actividades se programan exclusivamente en catalán; Lérida ofrece un 16,3% de actividades que incluyen al castellano y de ellas la mayoría dedicadas a acogida e inclusión social, y Gerona se ha negado a facilitar los datos sobre la lengua en la que se realizan estas actividades.
Es también relevante el dato del tipo actividades seleccionadas por los centros cívicos para utilizar el castellano, de modo que lo son espectáculos y talleres de música, de acogida e inclusión social, mientras que el catalán, en cambio, se reserva a los espectáculos y talleres donde la comunicación oral (la lengua) es la protagonista, y con un perfil educativo en su mayoría.
Por tanto, la programación de los centros cívicos de las principales ciudades de Cataluña muestra, a juicio de la Asamblea, una “deliberada exclusión” del castellano como lengua de uso en las actividades, talleres y espectáculos. Los datos y gráficos aportados en el informe prueban que el castellano, a pesar de ser la lengua mayoritaria de los catalanes y lengua oficial también en Cataluña, “es tratado como una lengua ajena y no bienvenida ‘oficialmente’ en el desarrollo de las actividades”.
Para la Asamblea por una Escuela Bilingüe de Cataluña, de nuevo, desde la administración catalana, en este caso local, “se vuelve a transmitir que la única lengua oficial es el catalán y se aleja al castellano de cualquier actividad cultural, educativa o que esté promocionada desde las instituciones”.
Lamenta la Asamblea que los niños, jóvenes y familias que acuden a los centros cívicos, catalanohablantes o castellanohablantes, perciben, “tal como lo hacen en la escuela diariamente, que la lengua castellana es una lengua para el ámbito familiar o coloquial y que fuera de este ámbito no es bienvenida ni valorada”.
Los reglamentos de uso de la lengua catalana de cada uno de los ayuntamientos “amparan el ostracismo al español”, denuncia sin tapujos la Asamblea, que observa reglamentos “casi idénticos” en las cuatro ciudades estudiadas que justifican la sobrepresencia del catalán atendiendo a un supuesto proceso de normalización lingüística aún por conseguir.
No hay “reglamentos de uso de las lenguas oficiales en Cataluña”, así que el uso del español “está limitado gracias al reglamento de uso de la lengua catalana”. “El vacío legal que supone la falta de reglamentación del uso de la lengua castellana”, en opinión de la Asamblea, “favorece su exclusión y la exclusión de esta lengua de las comunicaciones y actividades desde los ayuntamientos”.
En los centros cívicos, como en la mayoría de los organismos en Cataluña, son los usuarios los que han de pedir que se les atienda en castellano. Por ello, de no mediar una petición, la maquinaria institucional funciona en modo monolingüe, esto es, solo en catalán. “Los castellanohablantes/hispanohablantes deben de pedir permiso para poder ejercer sus derechos lingüísticos, las respuestas de los consistorios así lo demuestran”.
“La lengua en la que se realizan las programaciones”, prosigue la Asamblea, “es el catalán y en su aplicación puede usarse el castellano sí así lo reclaman los usuarios o si el responsable de llevarla a cabo decide utilizar también el español en su desarrollo”.