Fue un subidón, una necesidad indiscutible. El confinamiento dejó patas arriba la educación a todos los niveles, y las apps educativas emergentes cubrieron parte del espacio del aula. Pero ya no. El cuarto estudio anual de Qustodio revela por primera vez el uso diario de los menores de estas aplicaciones, que ha caído un 50% en los últimos dos años. Los chavales apenas pasan unos seis minutos diarios con ellas. Eso sí, lo habitual es que pasen dos horas y media al día en TikTok.
La plataforma analiza cómo usamos todas las pantallas que nos rodean, ha encuestado a 400.000 familias con hijos de entre 4 y 18 años de Australia, España, Estados Unidos y Reino Unido. Por primera vez, han incluído también el uso de las herramientas educativas desde 2020. Recogen las principales aplicaciones de uso en casa, así como las que usaban y usan los centros educativos.
«Hemos querido escuchar también la voz de los educadores»: 10.000 escuelas han participado en la encuesta tanto cualitativa como cuantitativamente, ha explicado Cruz. Para ellos el centro educativo funciona como «asesor» de las familias, para ayudarlas a controlar el uso de las pantallas que hacen los menores en casa. Sobre todo porque casi la mitad de los padres también reconoce tener problemas con su propio consumo de pantallas en el día a día (48%), señala el estudio.
Porque claro, si hay herramientas para controlar nuestro uso del móvil, por ejemplo, pero el 76% no emplea ninguna ¿cómo van a controlar el uso de sus hijos? Si no tenemos conocimiento o experiencia con este tipo de herramientas, Cruz recomienda «hablar con el colegio». Especialmente con los educadores que llevan tecnología. «Pueden ayudar sobre prácticas y herramientas disponibles».
«No usan apps educativas puras»
El año del Covid los niños usaban en casa apps educativas como Kahoot! o Duolingo unos 12 minutos diarios de media. ¿Un logro teniendo en cuenta el contexto?
Más bien un espejismo. En 2021 bajaron a nueve minutos al día. Este año, a seis (un 33% menos). No es cosa de España, pues el descenso es global (un 18% menos) en este segmento de la población. El CEO de Qustodio, Eduardo Cruz, entiende que esto casi era de esperar, pues «se ha perdido la educación desde casa» tras el confinamiento. «Las aplicaciones de refuerzo sí que se usan, pero no aquellas de educación formal», ha dicho en la presentación del estudio.
Smartick (matemáticas y vocabulario) es la app educativa más usada por los chavales en nuestro país. A pesar del descenso generalizado pasan aproximadamente media hora diaria con ella (26 a 29 min/día). La plataforma de aprendizaje interactivo Kahoot! ha liderado un año más el mercado estadounidense y británico (con 14 y 11 min/día, en cada uno), y queda en segundo lugar en España (13 min/día). En tercera posición aparece Duolingo (idiomas) con 10 minutos al día, que además es la aplicación descargada en más dispositivos individuales.
Pero «no vemos esas apps puramente educativas gestionadas desde el centro. Además en España no tenemos una escolarización digital muy alta. No tenemos programas one to one, chromebooks para cada niño, como hacen en los países anglosajones», comenta Cruz. Quizlet (gamificación educativa) y Photomath son cuarta y quinta, aunque esta última es la segunda más descargada.
Lucha fútil contra ChatGPT
Por otra parte, el estudio trata de reflejar no sólo los hábitos y «sentimientos» de padres y menores al usar las pantallas. También plantea las tendencias de este año y ofrece algunos consejos prácticos para que intentemos mejorar todos (porque los padres también están bastante enganchados). La encuesta analiza el uso de las plataformas de vídeo online, las redes sociales, los videojuegos y las apps de comunicación. Los menores pasan más de 4 horas al día ante la pantalla a nivel global, sobre todo en videojuegos y entretenimiento online.
¿Lo que viene? Más normativa y cinturones apretados por parte de las más grandes (Netflix), que llevará a «más abandonos» como los actuales. En lo tocante a la educación, va a ser el momento de las «aplicaciones inmersivas», como el metaverso o inteligencias artificiales como ChatGPT, que los niños usarán «más que nadie». El de Qustodio lo tiene claro sobre esta clase de tecnologías:
«Generan, al menos aparentemente, buenas explicaciones sobre muchas cosas para los niños que, reconozcámoslo, son vagos, como la tecnología que usamos. El aula y el centro tendrán que ponerse las pilas, y entender que la educación ya no va de escribir y memorizar sino de otras cosas».
Respecto al revolcón de ChatGPT de hace unas semanas, Cruz considera que «no hay nada que hacer». E insiste en que, «si la inteligencia es vaga, busca el camino más corto para la solución». Es decir, que los niños «seguirán usando» esta herramienta. «Es como el Napster de la industria musical, lanzándole flechas no vas a cambiar nada. Ha venido para quedarse.
Y, ante todo, recomienda «abrazar» estas tecnologías para casi cualquier cosa. Habrá que verificar su eficacia, pero podemos usarlo en casa, juntos, para entender «de qué manera y cuándo nos sirve», sin abusar de su uso. «Pero abracémoslas porque no se van a ir; ChatGPT es el primero, pero habrá más.»
«Dieta mediterránea digital»
Si encomiendan a los padres a hablar con el centro educativo es porque, además de verles bastante inmersos a ellos también en la pantalla, consideran que los consejos que ofrecen en su estudio son más bien «básicos», reconoce Cruz. Eso, y que realmente no hay una receta del éxito ni una píldora mágica para esto. Conviene mirar, aprender y preguntar a quienes saben, y tratar de actuar en lo posible en casa.
Si bien es cierto que, como en las relaciones, todo esto se trabaja «en el día a día», concede Cruz. Es necesario establecer un horario tecnológico, igual que para comer o merendar, como si fuera una «dieta mediterránea digital». De noche debemos desconectar para «priorizar el sueño». Y sobre todo buscar el «diálogo» con los hijos, explicándoles los riesgos que conlleva el uso desproporcionado de la pantalla.
Empezando por dar ejemplo, «y hacerlo temprano», abunda. Otras cosas que ayudan con los menores es ofrecerles una vida offline «de calidad», e intentar compartir momentos y contenidos digitales con ellos. No es tanto prohibir, sino aconsejar, dar espacio y corregir. Los padres los primeros: Es importante que cunda el ejemplo para participar todos del beneficio de Internet, y que no suponga un problema», reflexiona.
Consulta aquí el estudio completo de Qustodio: De Alpha a Zeta, educando a las generaciones digitales.