Rafael Bisquerra es presidente de la RIEEB (Red Internacional de Educación Emocional y Bienestar), catedrático emérito de la Universidad de Barcelona, Doctor Honoris Causa por el CELEI de Chile, Doctor en Ciencias de la Educación y Licenciado en Pedagogía y en Psicología.
Desde mediados de los noventa se ha centrado en la educación emocional. Algunas de sus publicaciones son: Educación emocional y bienestar (2000), Psicopedagogía de las emociones (2009), La educación emocional en la práctica (2010), Educación emocional. Propuestas para educadores y familias (2011), y más recientemente Competencias emocionales para un cambio de paradigma en educación (2019, Horsori), o Emociones: Instrumentos de medición y evaluación (Síntesis, 2020).
En esta entrevista concedida a ÉXITO EDUCATIVO, tras su participación en el I Encuentro Bienestar en Educación que celebró esta primavera el Colegio Oficial de Docentes, profundiza en una de las áreas, la psicopedagogía, en las que se ha convertido en uno de sus principales referentes. Empezamos así preguntándole.
¿Qué es la psicopedagogía?
Pues la psicopedagogía es una ciencia que se fundamenta en la psicología y en la pedagogía para una práctica educativa fundamentada y eficiente.
¿En el aula cómo se traduce todo esto? ¿Qué tiene que hacer el profesor?
Las aplicaciones tienen dos vertientes, una es el aprendizaje de las materias académicas ordinarias, como son matemáticas, lenguajes sociales, etcétera, pero otra más importante es el desarrollo integral de la personalidad y aquí tiene que ver con orientación psicopedagógica, con orientación educativa, con tutoría, con. educación emocional y con todo lo que hace referencia al desarrollo integral de la personalidad, que es, curiosamente, lo que suele estar más ausente de la práctica educativa.
En cuanto a lo que es la transmisión de conocimientos y, por tanto, la adquisición del conocimiento en las áreas se proponen técnicas que mejoren la comprensión a través de la construcción del conocimiento, que sería el enfoque constructivista, y técnicas que ayuden a la memorización, que ayuden a la atención y que ayuden a todo lo que lo que contribuye a un aprendizaje más eficiente.
¿Cuál es la herramienta que debe emplear un profesor a partir de esa teoría que usted plantea?
Pues actualmente, por ejemplo, una línea de investigación muy reciente son las emociones epistémicas. Son aquellas emociones que se experimentan durante los procesos de adquisición de conocimientos. Lo que se ha visto es que la memorización tiene más que ver con la emoción que con otra cosa. Yo podía hacer una pregunta: ¿Qué hacía usted el 24 de octubre de 2017 entre las 7 y las 9 de la noche? Lo más probable es que no se acuerde. En cambio, si yo le pregunto, ¿Qué hacía entre las 7 y las 9 de la noche del 11 de septiembre del 2001, que hace muchos más años, es muy probable que se acuerde porque le provocó un impacto emocional.
Hoy sabemos que una parte importante a la memoria se procese se procesa en el hipocampo, que se activa a partir de las emociones; las emociones que las personas inconscientemente valoran que esto es importante, que esto es importante para mi supervivencia, y aquello que se almacena como si fuese una moneda donde en una parte hay condición y en la otra hay emoción, esto tiene más probabilidades de mantenerse en la memoria que cuando solamente almacenamos condición a secas sin emoción, porque esto se nos olvida.
Para que lo entienda este periodista ¿está diciendo que sí a la memorización, eso que ahora mismo no está de moda?
Bueno, sobre la memorización es algo que habría mucho que discutir. El hecho de que no esté de moda no significa que no sea importante. porque para comunicarnos, para hablar, para hacer cualquier cosa necesitamos un mínimo de memorización y, por tanto, de memoria, un mínimo. Lo que pasa es que no se trata de recordar la lista de los Reyes Godos sin ningún sentido, pero a lo mejor sí se trata de recordar conceptos que son importantes para nuestra vida, que es aquello que nos va a servir en nuestra vida y en nuestra profesión vamos a necesitar saber cosas que no podemos ignorar. El reto está en distinguir aquello que necesitamos saber dónde vamos a encontrarlo y aquello que necesitamos practicar y tener siempre presente. Y hemos de tener siempre presente la necesidad de regular nuestras emociones para un mejor rendimiento y para nuestro bienestar.
¿Suspendemos hoy en educación emocional en la escuela?
No tenemos datos de cuál es la práctica real de la educación emocional en España. Nadie ha estado dispuesto a invertir en este tipo de investigación y, por lo tanto, lo que podemos decir son suposiciones y las suposiciones son que hay centros educativos que lo ponen en práctica gracias a la iniciativa de algunos profesores o profesoras, o gracias al impulso de la dirección del centro. Sabemos que hay una parte importante del profesorado, sobre todo de Secundaria, que está claramente en contra. Y que está en contra, en mi opinión, porque no ha analizado en profundidad de lo que estamos hablando. Me gustaría que, como mínimo, se entendiera lo que es la esencia de lo que estamos hablando. Para mí la esencia es que tenemos unos índices que van creciendo continuamente de ansiedad, estrés, depresión, ideación suicida, suicidios, consumo de drogas, violencia, violaciones por parte de menores de 14 años…. Todo esto ha ido aumentando de forma preocupante.
Si no ponemos educación para la prevención y el desarrollo integral de la personalidad esto irá cada vez más en aumento y, por tanto, en estos momentos la pregunta es: ¿Estamos dispuestos a que esto vaya aumentando sabiendo que va a afectar a los hijos e hijas de las personas que no están escuchando o leyendo o estamos dispuestos a tomárnoslo en serio? ¿A saber que esta problemática en gran medida no es una problemática genética innata, sino es cómo respondemos a las presiones del entorno y, por tanto, una educación que realmente prepare a las personas para responder a las presiones del entorno? Actualmente se habla mucho de las terapias de tercera generación que lo que las caracteriza es que es un tipo de psicoterapia que tiene en cuenta las presiones del entorno y mi propuesta es que no hemos de esperar a que se produzca el trastorno emocional para que se adopten terapias de tercera generación, sino que haya una educación emocional, que es una prevención, y podríamos decir ahí, con todo requisito la tercera generación, para que las personas desarrollen estas competencias y no caigan en comportamientos característicos del analfabetismo emocional.
¿Tanto desorden emocional causó el confinamiento a la comunidad educativa, como se ha dicho y dice, o esto ya venía de atrás?
Venía de muy atrás. El confinamiento lo que ha hecho ha hecho es que en personal que no habían desarrollado competencias emocionales agravarles la situación. Pero solamente ha sido una consecuencia que era previsible en algún momento, porque no hemos formado a las personas para poder afrontar las crisis con qué se van a encontrar inevitablemente en su vida. Y afrontar las crisis requiere capacidad de resiliencia, que en el fondo son competencias emocionales.
¿Quién está peor, los estudiantes o los profesores?
Los estudiantes pasan por una etapa crítica que es la adolescencia y todos hemos pasado por la adolescencia y hemos hecho auténticos disparates que muchas veces no nos ayudan a analizar, a gestionar y aprender. Cada uno se las ha espabilado como ha podido. Entonces, para mí uno de los problemas de la educación, y no me gustaría que alguien se sintiera ofendido, es que hay un porcentaje muy elevado del profesorado que está desanimado, y su desánimo se transmite, se comunica, se contagia con el alumnado. Por ello el alumnado vive situaciones de desánimo, de desesperanza y falta de ilusión en gran medida porque lo vive en su entorno, y su entorno es también el aula.
Una falta de ilusión, a veces, desgraciadamente transmitida por profesorado, familiares, medios de comunicación y contexto social en general. Por eso hace falta desarrollar una gran capacidad de autonomía emocional que nos prepare para hacer frente a todo estos estímulos que estamos recibiendo continuamente; porque basta leer la prensa: el 30% de la población sufre ansiedad como consecuencia de las noticias que aparecen continuamente en los medios de comunicación, prensa, radio, televisión y redes sociales.
Los docentes dicen que entre la sobrecarga burocrática, las nuevas generaciones de estudiantes que tienen otro concepto de la autoridad académica y la falta de apoyo de sus cuatro directivos o de la propia administración educativa, qué menos que estar al borde del del desánimo ¿Es normal que el 30% de los profesores estén al borde de la depresión?
Es un problema económico, es un problema de sensibilidad, es un problema político. Yo supongo que usted es consciente de que las Cortes españolas no son precisamente un modelo de competencia emocional, de ecuanimidad, de respeto y de competencias emocionales. No es precisamente esto. Lo siento, pero a veces las Cortes españolas son una manifestación del analfabetismo emocional.
Mi pregunta es ¿podemos esperar que se lo tomen en serio y que estén dispuestos a planificar políticas de envergadura para prevenir ansiedad, estrés, depresión, suicidios, etcétera? Esta es la pregunta que yo haría a los políticos. Y se la haría en el sentido que tenga muy claro la respuesta, porque la respuesta es, ¿o seguimos con lo mismo y cada vez habrá más ansiedad, estrés, depresión, suicidios, violencia, consumo de drogas, consumo de ansiolíticos, antidepresivos, etcétera, cada vez más, y basta ver la evolución en los últimos 50 años y, sobre todo en los últimos 5 años? ¿O estamos dispuestos a afrontarlo seriamente? Afrontarlo seriamente conviene que tengamos claro que es posible, es viable, pero no es ni fácil, ni rápido, ni gratis. Las decisión es ¿estamos dispuestos a invertir?
Hoy casi no hay colegio que no tenga un orientador, un delegado de bienestar, un psicólogo, etcétera. La generación boom, por citar una, se enfrentaba a problemas como que el patio del colegio era de tierra y piedras o no había porterías o ni siquiera un balón de reglamento, pero hoy hay de todo eso y más ¿Cómo entender que los chavales estén emocionalmente alicaídos?
El dinero no es la solución, porque creo que ya tenemos suficiente experiencia, como prueba que desde la democracia hemos tenido como mínimo ocho leyes de educación, y está demostrado que una ley no cambia la educación. Si realmente queremos cambiar la educación no se cambia con una ley, la educación se cambia con un conjunto de estrategias mucho más complejas que pasan por sensibilización del profesorado, formación del profesorado, sensibilización de las familias, formación de las familias y por sensibilización de los medios de comunicación y por formación a través de los medios de comunicación.
Estas son solamente pequeñas pinceladas de lo que yo denominaría una transformación social, lo que es una revolución silenciosa y pacífica, no una revolución rápida y violenta, que es todo lo contrario. Y una revolución pacífica y silenciosa es una revolución educativa. Desgraciadamente, todo lo que usted ha señalado no viene acompañado de lo que estoy diciendo, no viene acompañado de una formación. Si hay profesionales que han sido formados para enseñar matemáticas, sociales, lenguaje, etcétera, y no tienen una conciencia de lo que nos estamos jugando, va a seguir habiendo lo mismo que lo que está pasando. Y los orientadores, que usted ha comentado muy bien, pues la mayoría tienen su trabajo sobresaturado, atendiendo en el modelo clínico y, por tanto, atendiendo a los problemas. Lo que estamos hablando en educación emocional es un modelo proactivo, de adelantarse a los problemas, de intervenir antes de que surja el problema.
Yo he hablado con directores de centros educativos para implantar educación emocional y, por tanto, para hablar de prevención, de ansiedad, de estrés, de acoso escolar, etcétera, etcétera, y lo que me han dicho es: ‘Ah, nosotros no lo necesitamos, no tenemos ese problema’. Pero lo que queremos es que no se produzca. ¿No sé si se entiende el tema? Decir que no tenemos este problema significa que no han entendido nada, no han entendido lo que es un modelo proactivo, un modelo que interviene antes de que surja el problema para prevenir, es vacunar del COVID, y vacunar del COVID se puede hacer cuando no se tiene el COVID.
¿Con eso acabaríamos con el acoso escolar?
El tema es muy complejo. Todo lo que estamos comentando es un proceso de cambio a largo plazo. No es un cambio de hoy para mañana. A largo plazo significa que los niños que nacen hoy en 2024, cuando tengan 20 años hayan desarrollado competencias y estén en mejores condiciones para afrontar los retos de su vida. Es decir, es un proyecto a 20 años. Y el problema es que quienes dictaminan las políticas educativas lo hacen a 4 años vista. Los niños, a los cuatros años, nada habrán cambiado, pero si hay una continuidad, pueden haber cambiado cuando tengan 20 años. El problema es que cada vez que hay un cambio de gobierno cambiamos la ley, lo cual no significa cambiamos la educación, que quede muy claro; porque creo que con todo esto no llegamos a hacer análisis que permitan derivar propuestas para la práctica eficientes y a largo plazo.
Hay quien cree que la educación debería ser cosa del Estado y que las transferencias fueran devueltas para armonizar mejor el modelo ¿Qué piensa usted?
No me atrevo a decir mucho sobre esto porque depende de las comunidades, pero lo que sí respondería es que hemos de trabajar a partir de cada profesor personalmente, y hemos de empezar a trabajar desde el malestar del profesor para hacer posible su bienestar. Este para mí es el primer paso de todo lo que estamos hablando. Sé que esto tendría mucho que discutir.
Por cierto, habla usted de desarrollar el sentido del humor como parte de la educación emocional ideal ¿Se puede educar de forma chistosa?
El sentido del humor y, por lo tanto, los propios chistes, son una manifestación de inteligencia. El niño, a una cierta edad, le explicas chistes y no los entiendes. Sabemos que dominamos bien un idioma cuando entendemos los chistes. Si usted ha estudiado algún idioma que no es del suyo, verá que entender los chistes en lo que más cuesta.