¿Qué devuelve la cordura a un equipo?

¿Qué devuelve la cordura a un equipo?

Tras años en el mundo de la docencia y de la gestión en centros educativos he llegado a una conclusión: lo único que nos devuelve a la cordura es la coherencia. Muchas veces, en los equipos de trabajo puede ser fácil dejarse llevar por las emociones y la tensión del momento, especialmente en situaciones de tensión y estrés. Y en un colegio, hay mucho de eso…

Sin embargo, es precisamente en esos momentos en los que es más importante mantener la calma y la sensatez. ¿Cómo lo conseguimos? Te he ido dando pistas en artículos anteriores…, échales un vistazo y verás.

Aquí el líder tiene un papel clave, ya que es él el responsable de fomentar un ambiente de trabajo racional, equilibrado y ecuánime. Para ello, es fundamental establecer una cultura de comunicación abierta y respetuosa, donde se fomente el diálogo y la colaboración para la resolución de problemas, creación de nuevos proyectos, propuestas de mejora, etc. Y es importante, también, que tú, como líder estés en condiciones para generar todo esto.

Pero debemos ir más allá… Al menos yo quiero ir un poco más allá… Un colegio se sustenta en algo, se apoya en algo que va más allá de las personas, aunque son las personas las que deben llevarlo a término… Un colegio es (o debería serlo) en base a su proyecto educativo, a su propuesta educativa. Y eso hay que saber concretarlo, sino, se pierde la cordura. Llamémoslo  cordura educativa.

Y aquí aparece la importancia de la coherencia entre lo que somos como colegio y lo que hacemos como colegio. Qué importante es ser coherente para no volverse loco y para no perder el rumbo establecido como centro. Porque tienes un rumbo establecido, ¿no? Tienes un proyecto, una propuesta educativa en marcha, ¿no?

Pues ese es tu punto de partida para no volverte loco: tu proyecto, la esencia del colegio, tu brújula… Y esto es importantísimo tenerlo claro, ya que lo normal (y lo sabrás mejor que yo) es desviarse a medida que caminas por el sendero de la acción educativa. Hay muchas tentaciones a lo largo de ese camino: propuestas no muy afines a tu proyecto, pero con las que ganarías alumnos durante un tiempo; nuevos profesores que traen el “aire fresco” que tanto necesitas, pero que por culpa de las prisas no le has dado demasiada importancia a que no usan la misma “brújula” que el colegio y un largo etcétera de situaciones, a veces complicadas, que no nos ayudan a mantener el rumbo hacia el horizonte marcado: nuestra marca educativa, nuestro sello particular…

Un líder educativo es aquel que actúa de forma coherente manteniendo una línea de pensamiento y de acción lógica con la realidad que está viviendo y en base a la propuesta educativa. Y eso mantiene tanto al líder, como al equipo, como al colegio mentalmente sano…, cuerdo. Nadie niega que en un mundo tan cambiante y voluble como el que nos ha tocado vivir, la coherencia es casi un acto heroico, pero es precisamente este desafío el que ofrece un valor diferencial con respecto a otros colegios. No quieras ser como los demás, sé tú mismo. El éxito en tu vida y en tu colegio no está en los números, sino en la autenticidad que ofreces como persona y como institución.

La coherencia nos permite establecer metas y objetivos realistas, así como planificar y ejecutar nuestras acciones de manera efectiva. Nos permite identificar patrones y conexiones entre diferentes ideas y situaciones, lo que nos ayuda a tomar decisiones informadas y lógicas. Por no hablar de poder establecer relaciones saludables con los demás, ya que mantener una línea de pensamiento y acción coherente, nos permite establecer expectativas claras y comunicarnos de manera efectiva.

Y ahí, justo en ese punto, es donde salen a relucir sin vergüenza nuestros valores y principios, esos pilares en los que se deben asentar todas nuestras acciones y decisiones. Son el centro de nuestra propuesta educativa y el alimento de nuestra coherencia.

Y no nos olvidemos de nuestro claustro. Tenemos que ayudarles a creer en sus posibilidades y a saber liderarlos en base a la propuesta educativa en la que creemos. Parker Palmer indica con nitidez este tema cuando comenta que los educadores deben ser auténticos y coherentes en su enseñanza (y en su relación con los alumnos, añadiría) para fomentar el aprendizaje significativo.

Los educadores debemos asegurarnos de que nuestra enseñanza esté en línea con las expectativas y valores de la escuela y la comunidad educativa a la que pertenecemos. Por no hablar de la coherencia que se espera entre lo que uno dice en el aula y lo que hace fuera de ella.

Como dice Nembrini, aquí no se está valorando si la propuesta educativa es buena o mala, sino que haya propuesta y se actúe en consecuencia. Eso, sin ninguna duda, es lo que da el mayor de los prestigios a un centro educativo y el poder más deseado para cualquier líder: la confianza.

Así que, ya sabes, cuando la tensión empiece a apoderarse de ti, cuando la presión de los números o de los objetivos te arrastren hacia decisiones que generan inquietud, cuando la locura asome por la puerta de tu despacho esperando a que caigas en sus brazos…,  es el momento de frenar, sentarse, respirar y recordar el porqué soy lo que soy y cuál es la esencia de lo que soy (como persona, como líder, como colegio al que represento). Y, desde ahí, levantarse y seguir hacia donde la coherencia te haya devuelto.

En esos instantes (permíteme que siga con la personalización), la locura volverá a cerrar la puerta de tu despacho y se irá a la sala de espera buscando otro momento para abrir de nuevo la puerta. Pero mientras la coherencia gobierne, la cordura será la capitana de tus decisiones.

Javier Luna Calveraexperto en gestión educativa y coach educativo.

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