En nuestro constante compromiso con la salud mental y el bienestar emocional en el ámbito educativo damos voz a Eva Milla Molina, una destacada profesional en el ámbito de la salud mental infantil y juvenil y, sobre todo, una mujer con una energía y un trabajo admirable. Milla ha ido desde las aulas, pues comenzó como maestra, hacia la salud mental al descubrir las enormes fallas del sistema educativo y cómo estás condenan a miles de niños a la frustración, al fracaso y, por último, a enfermar.
Milla, dirige el Centro Hospital de Día Orientak, en las Rozas (Madrid), en el que realiza un incansable trabajo para sacar adelante a jóvenes y adolescentes gracias al trabajo de un equipo multidisciplinar en psicología, psiquiatría, tratamientos de trastornos de conducta, psicopedagogía, tratamiento de adicciones y patología Dual. Milla tiene una sólida formación en educación y psicopedagogía, pues estudió Magisterio en Educación Infantil, para irse especializando con Máster en Psicopedagogía Clínica. Además, es Perito Judicial en Trastornos Psiquiátricos y Psicología Infantil, Técnica Profesional en Trabajo Social, y Experta en detección de abusos sexuales. Su amplia experiencia se complementa con su papel como articulista y colaboradora en medios de televisión y radio.
Con una trayectoria tan amplia en educación, psicopedagogía y trabajo social, ¿qué te motivó a especializarte en la salud mental infantil y juvenil?
El sufrimiento y el padecimiento que tienen los alumnos y sus familias cuando hay fracaso escolar. Repetir, suspender, las notas, que un alumno no avance, causa en su autoestima y en su medio un dolor terrible.
La experiencia me ha mostrado de forma constantemente que cuando un alumno tiene fracaso escolar, del tipo que sea, hay siempre un problema de salud mental detrás de ese fracaso, y cuando no es así, acabará sucediendo ese problema de salud mental.
¿Y cuáles son las principales causas de que tantos estudiantes fracasen y, por tanto, terminen enfermando?
Yo veía continuamente que la motivación de los alumnos decaía notablemente cada año. Nuestro sistema educativo causa mucha confusión, pues el alumno vive completamente alejado de su realidad vital. No se adaptan los contenidos, ni se adapta la metodología, ni siquiera se adapta el espacio donde se produce la educación, colegio, instituto, etc, a la vida que los alumnos desarrollan fuera del sistema escolar. La vida sucede rodeada de desarrollo digital y tecnológico cargado de emoción, rapidez y comodidad. El móvil, las pantallas, los juegos digitales, los ordenadores de última generación, etc. En un mundo que utiliza la tecnología para encender la luz de la cocina, hacer la comida, o encontrar un camino al que dirigirse guiado casi por robots, los alumnos siguen estudiando sobre libros, o sobre libros que se muestran en tabletas, en un contenido especial que no contempla de ninguna manera sus centros de interés, con lo cual estamos siempre torturando al alumno, pretendiendo que pase siete horas sentado, atendiendo a un profesor, que imparte unos contenidos de forma normativa, a la antigua usanza. La ley de educación cambia continuamente, pero cambia para seguir igual. Ahora todos tienen más carga, profesores que no tienen recursos para atender lo que el currículum les pide que hagan y alumnos alejados de lo que para ellos es significativo y funcional (aprendo lo que es importante para mi), bases absolutamente necesarias para que el proceso de enseñanza aprendizaje sea exitoso.
Mi conclusión es que enfermamos a las nuevas generaciones, porque se trata a todos los alumnos de la misma manera, porque no se hace prevención de calidad, porque falta preparación de salud mental en los docentes, y porque sometemos a las nuevas generaciones a un sistema absurdo de enseñanza. Aunque el sufrimiento es multifuncional, pues también tiene mucho que ver con el mundo familiar, y social en el que están criándose los jóvenes, no podemos perder de vista que pasan siete horas en el entorno escolar, de lunes a viernes, y en sus casas apenas unas horas al día. Si seguimos culpando al desarrollo digital y a la tecnología de la enfermedad mental del alumnado, a mi juicio se está perdiendo el foco del problema. Atender a los orígenes del problema de salud mental, actuar con prevención y formarse para para mejorar el desarrollo evolutivo de los jóvenes ha sido la necesidad que me ha impulsado en mi carrera.
A lo largo de tu carrera, ¿cuál ha sido el desafío más significativo que has enfrentado en el ámbito educativo?
Mi desafío en cuanto a la educación, es que los docentes adquieran formación suficiente para distinguir un problema neurobiológico, que afecta al desarrollo neurológico de forma involuntaria, y que va a dirigir la vida del alumno, en muchos casos, para siempre, de un problema de carácter, de capacidad, de método, o relacionado con la etapa vital y evolutiva del niño, por ejemplo problemas relacionados con la adolescencia, o el principio de la edad adulta, o problemas que los alumnos puedan estar manifestando por el desarrollo del núcleo familiar o ambiente social en el que viven. Distinguir cuando un niño necesita un buen diagnóstico y cuando el problema es de personalidad y con el tiempo y la madurez podrá ir superándose. Saber cuándo hay que intervenir para prevenir o cuando hay que intervenir para tratar, es muy importante para lograr reducir el sufrimiento que la pandemia del dolor juvenil está produciendo.
¿Y en cuanto a la salud mental?
Mi desafío en cuanto a la salud mental, es contribuir con todas mis fuerzas, a frenar la locura de la autodestrucción, que tristemente nos encontramos en un porcentaje muy alto de los alumnos, la autolesión, los intentos de suicidio, el consumo de drogas, la imprudencia de las acciones sin sentido, la tristeza y la enfermedad mental que muchos niños presentan como consecuencia de la inadaptación o fracaso escolar, y que los jóvenes han adoptado como fórmula de rebeldía adolescente, pero que, como buenos jóvenes, no se dan cuenta que les destruye y les resta toda la energía para un desarrollo sano. Los alumnos han elegido la enfermedad como forma de rebeldía, porque es lo único que sus padres no están preparados, ni dispuestos a aceptar o entender. Las familias, no quieren fallar, y con esta premisa actúan secuestrados emocionalmente en una sobre protección que no tiene unos límites claros de actuación para los hijos. Este es mi tercer desafío profesional, ayudar a las familias a entender dónde está el límite de lo que deben permitir, aguantar, soportar, normalizar o cambiar, pues el secuencio emocional que se plantea de manera generan como constructor de la época de crianza, no nos deja ver cómo tenemos que actuar ante determinadas conductas, y el adolescente casi que lo tiene todo permitido, con tal de que no sufra, o no enferme, con lo cual los niños y lo jóvenes, van aprendiendo cómo encontrar la brecha para conseguir un beneficio que a veces los está destruyendo.
Estos tres desafíos son lo más importante de mi carrera profesional; el cambio del sistema educativo, la formación en psicodocencia, y la intervención familiar. Aunque suene sencillo, estamos muy lejos de avanzar favorablemente, o al menos eso nos indican las encuestas y las estadísticas.
¿Cómo equilibras el impacto emocional que conlleva trabajar con casos tan complejos como los de abuso sexual y trastornos psiquiátricos en niños y adolescentes?
El equilibrio del impacto emocional viene de la mano de mi vocación. Si tienes vocación no estás trabajando. Si tienes vocación lo único que te impacta y te cansa son las horas que hay que dedicar a esta profesión. El resto se compensa con la satisfacción de que en casi el noventa por ciento de los casos, suceda lo que suceda, se va a lograr normalizar la situación, el alumno va a avanzar en todo, va a poder sacar sus estudios y va a poder ser mucho más feliz. Esto es muy motivador. Las familias acuden a nosotros destrozadas, pero poco a poco se van recomponiendo y bien guiados se logran resultados espectaculares que reducen significativamente el fracaso y con ello el sufrimiento. Por ejemplo si viene un alumno con trastorno grave de conducta, con absentismo escolar, robos, consumos de sustancias tóxicas y fracaso escolar, sabemos que el camino es largo, pero si se hace de manera correcta y bien guiado, es un camino seguro para conseguir que ese viento cambie, y ver cómo esto sucede y cómo los chavales pueden ir sacando sus vidas adelante es maravilloso y extremadamente gratificante. Cuando atendemos a una chica que presenta múltiples cortes en el cuerpo, tristeza profunda, no quiere levantarse de la cama, y tiene ataques de ira cuando se la fuerza a hacer algo que no le apetece, lo hacemos con el convencimiento y la experiencia de saber que el método va a dar un resultado positivo, y salvar estas vidas, aminora muchísimo el impacto emocional negativo que se ocasiona cuando acuden por primera vez y se ve tanto sufrimiento, tanta preocupación, tanto dolor, tanta sin razón, la familia perdida, el joven desconcertado ante su propia situación. Los primeros momentos son terribles pero el impacto emocional se reduce con la confianza de que todos los casos van a mejorar, si nos lo proponemos todos.
¿Cuál es la filosofía y enfoque educativo detrás de Orientak/Vilem hacia la salud mental de niños, adolescentes y jóvenes?
La filosofía de Orientak es tratar a los alumnos con multivisión, integrando “la educación” y “el tratamiento”. Todos nuestros alumnos, son pacientes, pero todos cursan sus estudios y obtienen sus títulos. No hay clase, se apoya de manera individual a cada alumno, pues los alumnos deben ser tratados terapéuticamente de manera prioritaria. “El tratamiento” de la salud mental del alumno, se realiza fuera del sistema clase, de manera personalizada, actuando de manera integrada con la familia y desde el “diagnóstico clínico” de precisión adecuado para cada persona y situación.
Todo organizado desde tres pilares, lo clínico, lo educativo y lo ambiental, funcionando a la vez, cada cosa en el momento preciso, como si de una orquesta se tratara, cuya dirección se ejerce desde el centro por profesionales especialistas y muy cualificados. Todos tocando sus instrumentos para lograr una música de calidad. Todos los profesionales deben ser peritos judiciales en la materia que desarrollan en el centro, lo que garantiza la calidad del tratamiento.
¿Cuál sería el lema de vuestro trabajo?
Humanidad y Ciencia, es el lema de nuestro trabajo. Desde la vinculación positiva se puede lograr una magnífica base de acción para los cambios. Desde el cariño, la comprensión y el adecuado ejercicio de autoridad para poner límites coherentes y necesarios, se construyen los primeros cimientos del edificio. El alumno aprecia a los profesionales, los quiere y los respeta, con lo que no quiere fallar, se siente comprendido y aceptado en sus carencias o defectos y guiado para cambiarlos. Desde la ciencia y la formación clínica adecuada se consigue un camino certero que mejora cada día aportando luz sobre los diagnósticos y su tratamiento. La genética es un buen ejemplo. Los test de salud mental genéticos y la farmacogenética es un avance espectacular en los tratamientos de precisión. Se debe estar a la vanguardia de las tecnologías y cualquier desarrollo que pueda ayudar, aunque sea mínimamente, a avanzar en las terapias debe ser arropada y bienvenida. No dar una mediación a un niño o joven, que pueda perjudicarle gravemente y sumarle más comorbilidad a su padecimiento, es vital para no causar más daño y curar lo que esté pasando. Ha habido mucho abuso en la prescripción de fármacos para frenar comportamiento inadaptado, pues la desesperación muchas veces lleva a la familia y a los médicos a probar con fármacos para ver sin se produce un cambio en el comportamiento de sus hijos, olvidando que si la medicación no es la adecuadas paran ese cerebro, pueden causarse mayores daños, en algunos casos, muy graves, pueden acentuar, aumentar o añadir, sin querer, otros síntomas que empeoren el pronóstico. Jamás medicaría a mi hijo sin un test genético con rigor científico.
¿Qué papel juega la colaboración con las familias en el proceso terapéutico y educativo? ¿Cómo se facilita esta comunicación continua?
El papel que juegan las familias en el proceso terapéutico es vital. Sin familia no hay tratamiento. Atendemos, guiamos, protegemos, formamos a las familias con mucho mimo y cuidado. Ellos son el pilar principal del tratamiento. Cuando unos padres llegan a Orientak, van a ser escuchados primero y luego se les van proponen unos objetivos para finalmente construirán de forman conjunta una hoja de ruta que proporcionarán rigor y sentido a todo lo que va a ocurrir. Siempre atendidos, siempre escuchados y siempre guiados. Se les forma y se les empodera para llevar a cabo una labor muy importante. Cuando la familia sabe lo que tiene que hacer, desde la cordura y la coherencia, suele hacerlo, y esto produce un porcentaje de éxito muy alto.
Mantenemos con la familia comunicación 24 horas, y ello da sentido a todo los que ocurren durante el tratamiento. El conocimiento “justo en tiempo”, proporciona una herramienta imprescindible a todo el personal que interviene en la terapia.
En Orientak, cuentan con un equipo multidisciplinar, ¿cómo logran integrar las diferentes áreas de conocimiento para ofrecer un tratamiento personalizado a cada paciente?
El método está muy estudiado. Existen salas terapéuticas (aulas), que están regidas por un tutor profesional y especialista, además de un psicólogo que apoya en cada sala, máximos 15 pacientes que también son atendidos por psiquiatras especialistas en infarto-juvenil, genetistas o doctores en neurociencia, integradores sociales, y terapeutas ocupacionales. Los equipos funcionan en modo burbuja y ven a las familias casi todas las semanas. Cuando la situación lo requiere se comunica con otros profesionales externos, otros médicos, instituciones, centros de salud, hospitales, abogados etc. Todo está guiado por el psicólogo de referencia, dirigido por los médicos del centro, mediado por una dirección terapéutica cuya labor es que todo esté coordinado y nadie sin atender. La familia siempre presente.
Ofrecen la posibilidad de continuar los estudios mientras los jóvenes están en tratamiento. ¿Cómo se gestiona la coordinación entre los estudios y las terapias ocupacionales?
Los pacientes reciben el apoyo necesario para cursar o continuar sus estudios en el centro mientras se produce el tratamiento terapéutico. No existe un aula hospitalaria al modo que existen en algunos hospitales, es una sala de atención terapéutica donde durante algunos tiempos los alumnos cursan sus trabajos guiados por sus tutores cada día, durante un tiempo establecido para ello. Todos los días reciben terapia y existen unas horas destinadas paran talleres ocupacionales, salidas del centro, charlas, etc. El alumno cuando ve que avanza y se siente satisfecho y mejora notablemente su autoestima. Lograr el éxito escolar, les mantiene rehenes de su situación positiva reduciéndose notablemente la sintomatología depresiva o inadaptada. Se sienten bien porque avanzan.
El impacto emocional y cognitivo en la etapa infanto-juvenil es crítico. ¿Qué tipo de herramientas brindan a los jóvenes para enfrentar sus dificultades en su desarrollo?
EL alumno siempre debe estar apoyado emocionalmente, cuando lo pida y a la hora que lo pida. En los tiempos establecidos para terapia, y a demanda de su necesidad. Los síntomas no deben de avanzar sin ser atendidos. De esta forma se logra que se reduzcan los síntomas relacionados con la ansiedad, la depresión, el control de la ira, la disrupción en el aula, la agresividad verbal, las emociones desproporcionadas, las vueltas a la cabeza, o el deseo de consumir sustancias tóxicas. Todos están atendidos de manera casi inmediata con el fin de lograr la reducción de todo ello, y una escalada que lo ponga en situación crítica. Los estudios no se pierden por tener un mal dia. Lo que no se hace un día se hace en otro. Todo está pautado para que el alumno/paciente, esté en calma, tranquilo y confiado. A veces las situaciones se desbordan inevitablemente y aún así se suele normalizar en la misma mañana. Cuando una persona logra muchos días de tranquilidad mental y se siente satisfecha y segura, van cambiando sus prioridades y recupera la confianza en sí misma. Se produce un cambio cognitivo, se reducen notablemente las alteraciones o conductas inapropiadas, y se va logrando la normalización de la vida cotidiana. Mantener las emociones negativas a raya, proporciona una formación en gestión emocional que le va a acompañar a lo largo de su vida, con su futura familia, con sus futuros jefes, en sus futuras empresas, etc. Yo siempre les digo quien tienen mucha suerte recibir esta formación emocional, porque la mayoría de los alumnos normalizados en sus centros no la recibirán nunca.
¿Cómo ha cambiado la demanda de servicios de salud mental en jóvenes en los últimos años y cómo se ha adaptado Orientak a estas nuevas realidades?
La demanda ha crecido muchísimo. Se necesitaría un centro de salud mental por cada población de más de 15.000 habitantes. No existen, más que en hospitales grandes, pequeños hospitales de día para salud mental, pero son diferentes de los que realmente muchos jóvenes necesitarían. Suelen ser con tratamientos para personas muy crónicas, es decir, graves y con muchas comorbilidades. Se recibe terapia y asistencia diaria, pero funcionan de manera insuficiente en cuanto a lo educativo. Son muy pocos públicos y unos cuantos más privados. En total en la comunidad de Madrid no hay más de 20 centros de salud con especialidad de hospital de dia. Son pocos y no están especializados en diferentes trastornos. La especialización sería otra cosa a tener muy en cuenta. No se trata igual un trastorno de conducta alimentaria derivado del propio perfeccionismo de la persona, que si el mismo está derivado de otro trastorno como el trastorno del espectro autista, que es un trastorno principal con sintomatología de alteración alimenticia. No es lo mismo, y no debe ser tratado igual.
Orientak/Vilem se ha ido adaptando con el paso del tiempo a base de muchísima formación de sus profesionales y mucho trabajo centrado en calidad y flexibilidad en el planteamiento de los tratamientos, según la personalización de los síntomas y las circunstancias. Cada caso es diferente. Estudiar, observar, tratamiento continuo y sobre todo diagnóstico, diferencial. Hemos abierto muchas mas plazas y otro hospital de día dedicado al infanto juvenil adulto, es decir a partir de 18 años lo que sería la segunda unidad, pues la que primero funciona es la que recoge a pacientes desde 0 a 18 años. La especialización ha venido impuesta por la demanda.
¿Qué importancia tienen los acuerdos con otros centros lectivos en la rehabilitación y reintegración académica de los jóvenes en Orientak?
Son vitales los acuerdos con otros centros educativos, y no acuerdos cualesquiera, sino acuerdos con centros de calidad. Centros que entiendan las circunstancias y los síntomas de los alumnos, centros que se hayan formado en psicoeducación y sepan hacer prevención y derivación a tiempo a centros como el nuestro, antes de que se compliquen las circunstancias de un alumno.
Centros como el Guzmán el Bueno y su director Roi Álvarez, están absolutamente volcados en que sus profesores o profesionales de la docencia, adquieran formación psicodocente, no para hacer de psicólogos, sino para aportar calidad a la enseñanza que realizan y puedan contemplar las diversas situaciones emocionales de los alumnos, extremo de vital importancia para que el proceso de enseñanza se realice con éxito. Solo a través de una formación docente de calidad, se conseguirá que muchos de los alumnos no necesiten centros de salud especializados. Observar, interpretar, guiar, es el trabajo, a nivel emocional, que este colegio Guzmán El Bueno, hace con los alumnos matriculados. De ellos un porcentaje muy pequeño necesitan ayudas externas, prueba de la buena calidad de sus acciones docentes. La enseñanza desde la emoción apropiada es profunda e integrada.
El bienestar mental está muy relacionado con el ambiente. ¿Cómo es el entorno en Orientak y qué importancia tiene para el proceso de recuperación de los jóvenes?
El ambiente en Orientak/Vilem, es relajado, sin prisa, ordenado, y tranquilo en cuanto a las actividades programadas y la atención terapéutica que cada alumno debe recibir, y activo y proactivo en cuanto a lo que va surgiendo de urgencia o de variabilidad en la conveniencia de los tratamientos. El centro está vivo, recibe a los alumnos con el mayor cariño y respeto y todo el mundo conoce bien los objetivos de los pacientes/alumnos.
A veces se producen situaciones de urgencia que causan revuelos múltiples, e intentamos y la mayoría de las veces lo conseguimos, que tengan el menor impacto en la gestión diaria.
La adecuada clasificación de los alumnos por aulas contribuye a la creación de grupos homogéneos que se apoyan y evolucionan juntos. Un proceso guiado y ordenado en un entorno lleno de luz, tanto espiritual como físico.
¿Qué estrategias utilizan para medir el progreso y éxito del tratamiento en términos tanto terapéuticos como educativos?
Todo lo que hacemos está registrado. Medimos el porcentaje de alumnos que se rehabilitan y que obtienen su título. Cada mes se reevalúan los procesos y se añaden cambios si son pertinentes. Se revisa también que cada mes los síntomas por los que entraron estén reducidos.
Por último, ¿qué consejo le daría a los docentes para que cuidaran su salud mental y la de sus estudiantes?
Para cuidar la salud mental de los docentes, se debe adquirir formación en psicoeducación. Se deben entender las responsabilidades emocionales de los profesores y adaptarse a los nuevos tiempos que están exigiendo mucha preparación para luchar con el desconcierto, miedo, inseguridad y cansancio que a veces sufren los profesionales de la docencia. Prepararse para ver y responder, actuar y guiar, es vital para el reto que deben asumir en el nuevo constructo social. Entender que no son responsables, pero si contribuyentes a la prevención de la buena salud mental y que no deben estar alejados del mundo sanitario, porque este les puede servir de apoyo, es muy necesario en la actualidad. Estar ordenados y saber qué hacer en cada caso, reduce el estrés laboral de la docencia.