La alianza entre padres y educadores, clave para evitar el acoso escolar

Las aulas deben ser un espacio seguro para que los estudiantes puedan aprender y desarrollarse como personas. Pero algunos de los alumnos se sienten perdidos e incluso atemorizados de ir a clase. Y no es porque no hayan hecho los deberes y los profesores le vayan a reprender por ello, sino que están recibiendo insultos, amenazas e incluso alguna agresión física que les aterroriza.

De acuerdo con el Estudio Estatal sobre Convivencia Escolar 2023, realizado por el Ministerio de Educación y Formación Profesional de España, las cifras de bullying o acoso escolar son preocupantes. En concreto, el informe revela que uno de cada diez alumnos han experimentado acoso escolar, y un 9,2 por ciento ha sido víctima de ciberacoso.

Este documento también dice que el 4,58 por ciento de los encuestados, que proceden de más de 300 centros educativos repartidos por toda España, reconocen haber acosado a algún compañero y que una cifra similar, el 4,62 por ciento, ha participado en ciberacoso.

Son cifras alarmantes y la situación en las aulas necesita cambiar. Todos los días hay alumnos expulsados del colegio o con expedientes abiertos por conflictos con otros compañeros o con los profesores. Puede que haya sido por un cúmulo de faltas que han colmado el vaso, pero también se encuentran casos de peleas en las clases o incluso de amenazas. Situación que tiene que cambiar y que es necesario combatir como profesores que somos.

El bullying se puede presentar de diversas maneras. Según el informe, los tipos más comunes son el verbal, que incluye insultos, burlas y amenazas, pero también el físico, con golpes, empujones o patadas. Además, hay que incluir ese bullying psicológico que se refleja en chantajes o exclusión social. A esto hay que añadir el ciberbullying, que es el acoso a través de los medios digitales, algo que se ha puesto muy de moda entre los alumnos y que provoca que ni en sus casas se sientan seguros, ya que pueden recibir todo tipo de insultos y amenazas a través del móvil.

Por tanto, esta situación hay que cambiarla. Hay que intentar que los chicos se sientan seguros en el ambiente donde tienen que desarrollar su cerebro, su mente, su personalidad y su vida. Pasan muchas horas en el instituto o en el colegio para que este asunto no se tome en serio.

Y los profesores tenemos un papel muy importante en evitar esta situación. Lo primero de todo, podemos detectar de manera temprana los casos de bullying para así intervenir de manera efectiva para evitar que esto continúe sucediendo. Y es un trabajo de todos, de todos los profesores que deben unirse y aliarse para salvaguardar este entorno seguro y fiable para los niños. Entre las herramientas que podemos tener estaría la implementación de programas educativos que promuevan la empatía, la resolución de conflictos y el respeto mutuo que promoverá una cultura escolar más positiva.

Pero los docentes necesitamos recibir formación específica sobre cómo identificar las señales de acoso, tanto en el aula como en el entorno virtual, fomentando la comunicación abierta con los estudiantes y mantener una relación de confianza con ellos. Puede que parezca una misión imposible, sobre todo por la gran carga lectiva y de trabajo adicional que tenemos los docentes, pero es algo en el que tenemos que poner todo nuestro esfuerzo. Merece la pena.

El auge de la tecnología ha traído consigo nuevos desafíos en la prevención del acoso escolar, especialmente en el ámbito del ciberbullying. La educación digital se vuelve esencial para equipar a los estudiantes con las habilidades necesarias para navegar de manera segura y ética en el mundo online. Los educadores deben incorporar programas que aborden específicamente los riesgos asociados con el uso de las redes sociales, mensajes de texto y aplicaciones de mensajería instantánea. Esta tarea la puede hacer la tutora, en las horas que se destinan precisamente a este asunto, pero todos los profesores podemos cooperar incorporando algunas enseñanzas al respecto en el currículum.

Además, es fundamental que las instituciones educativas colaboren con padres y tutores para establecer pautas claras sobre el uso responsable de la tecnología en el hogar. La comunicación abierta entre la escuela y la familia puede fortalecer la red de apoyo para los estudiantes, contribuyendo así a una prevención más efectiva del ciberacoso.

Y es que los padres también desempeñan un papel esencial en la prevención del acoso escolar. La comunicación constante con sus hijos y la creación de un ambiente en el que se sientan seguros para compartir sus experiencias son elementos cruciales. Además, los padres deben estar alerta a posibles signos de acoso y tomar medidas inmediatas para abordar la situación. Esto no significa que los padres se pongan a la defensiva cuando, por ejemplo, se encuentren con la cuenta de Classroom de su hijo o hija hackeada con mensajes inapropiados en determinados muros de asignaturas, sino en que sepan acudir a los profesores como aliados que son para resolver este conflicto que es muy grave, y como tal se tiene que afrontar.

El trabajo de los padres va mucho más allá. Es tarea de ellos que se enseñen valores como respeto, empatía o tolerancia, principios que también se enseñan en la escuela pero que, si no están en casa, no se asientan en la mente de los chicos.

Por tanto, padres y educadores deben de ser un todo, una alianza incapaz de romperse y que luchen juntos para evitar que los chicos puedan sufrir bullying o ciberbullying. Trabajando juntos se puede conseguir un entorno seguro en el que desarrollarse plenamente y con garantías de que se está haciendo bien.

Ana Lacasa es licenciada en Filología Hispánica, en Periodismo y profesora de Lengua Española y Literatura

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