La ortografía y la comprensión lectora: pilares para una educación sólida

La ortografía y la comprensión lectora: pilares para una educación sólida

«Lee y conducirás. No leas y serás conducido».

– Santa Teresa de Jesús

 

En fechas recientes, la educación ha vuelto a ser noticia. En este caso tras el acuerdo entre universidades para penalizar las faltas de ortografía y la falta de coherencia en los exámenes de la nueva Selectividad.

Lo que a primera vista parece una medida justa y necesaria, encierra un desafío mucho mayor: la calidad de la formación que reciben nuestros futuros universitarios y, en última instancia, profesionales y ciudadanos.

¿Es suficiente restar 2 puntos en Lengua o 1 en Matemáticas para corregir un problema que apunta mucho más lejos?

La ortografía y la coherencia textual no son meros tecnicismos que se puedan solventar con una simple penalización en un examen. La mala ortografía es el síntoma visible -la punta del iceberg- de un problema mucho más profundo, vinculado a la falta de hábitos de lectura, una comprensión superficial de los textos y, en general, una insuficiente capacidad de pensamiento crítico. Y este problema no sólo va a afectar a las calificaciones de los estudiantes, sino que marcará su trayectoria académica, profesional y vital. Necesitamos ciudadanos críticos y con criterio propio.

Hay un dato reciente que nos debe hacer reflexionar: según el I Informe de situación de la comprensión lectora en España 2024 del Proyecto Leobien, el 53% de los alumnos de Primaria no alcanza la media deseable de comprensión lectora. A pesar de que la media nacional se sitúa en 23,4 puntos sobre 30, las diferencias entre estudiantes pueden superar los 10 puntos en una misma aula.

Consecuencias para los futuros profesionales… y ciudadanos

La cuestión de la ortografía no es menor ni está aislada del resto de competencias que necesitarán nuestros futuros profesionales y ciudadanos. Un maestro, un médico o un ingeniero deben ser capaces de comunicar y comprender adecuadamente.

Las palabras son vehículos de ideas. La ortografía correcta refleja, además, una mente ordenada y rigurosa. Como señala el lingüista Ignacio Bosque, “la escritura es la huella visible del pensamiento”.

Permitir que un estudiante acceda a la universidad sin las competencias mínimas en escritura es, en cierto modo, avalar una falta de preparación que tendrá consecuencias a largo plazo.

No se trata de ser puristas, sino de garantizar que los futuros profesionales y ciudadanos sean capaces de utilizar el lenguaje con precisión y coherencia, que comprendan y puedan discernir tanto en sus exámenes como en el ejercicio de su profesión y en su vida.

No podemos exigir a los jóvenes que escriban bien si no les hemos inculcado el amor por la lectura, que no solo mejora su ortografía, sino que también desarrolla su capacidad de análisis, comprensión y argumentación. Para que los universitarios se enamoren de los libros, las universidades y sus bibliotecas, las residencias o colegios mayores universitarios han de ponerles ejemplares atractivos a mano. Los libros académicos son necesarios, pero no suficientes.

Restar puntos en los exámenes me parece necesario (y bueno), pero no es suficiente si queremos ir a la raíz. Debemos ir más allá y abordar las causas estructurales del problema. Si no corregimos estos déficits veremos cómo cae la competitividad y calidad de nuestros futuros profesionales.

Un sistema educativo que no fomenta la excelencia desde la base está condenado a formar ciudadanos mediocres, incapaces de pensar por sí mismos y de expresarse y comprender con la claridad que exige el mundo actual.

En nuestras manos está promover una educación de calidad, que no solo se limite a penalizar errores, sino que incentive el desarrollo de competencias fundamentales como la lectura, la escritura y el pensamiento crítico.

Porque, en última instancia, no se trata sólo de restar puntos en un examen; se trata de formar personas capaces de conducir sus propias vidas y contribuir a una sociedad más libre, informada y justa.

Por José Iribas Sánchez de Boado, director de Relaciones Institucionales de CampusHome.

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