Es verdad que ha mejorado, porque también se hizo un esfuerzo por potenciarla en 2022. La oferta y demanda de empleo a través de Formación Profesional (FP) es mayor, y así lo perciben los jóvenes (15 a 29 años): casi ocho de cada diez creen que se adapta más rápidamente a las demandas del mercado laboral que la formación universitaria. Pero sólo el 45% considera que la FP tiene el mismo reconocimiento que el título, que ven esencial. Es una de las conclusiones del informe de la Fundación SM ‘¿Por que estudiamos?’. Los jóvenes dicen: para tener un trabajo.
Los próximos días de junio (del 5 al 15) más de 200.000 alumnos abordarán la EBAU de acceso al estudio superior universitario. Es justo ese segmento de chavales de 18 a 20 años, que tiene que tomar decisiones importantes sobre su futuro formativo y profesional, el que baja del 78% al 66% que ven la FP como vía de adaptación rápida a lo que pide el mercado laboral.
Sigue siendo alta, pero si atendemos otra de sus afirmaciones, la cosa cambia un poco: seis de cada diez creen que tener conocimientos o habilidades «no sirve de nada» sin un título académico que lo acredite.
Es decir, está muy bien que los chicos y chicas en edad de decidir digan que les apasiona los que estudian (77%), pero si más de la mitad (54%) reconoce que habría elegido otro tipo de formación si tuviese su futuro asegurado económicamente, hay algo que sigue sin funcionar en ese crucial salto de prepararse a empezar a ejercer y vivir de un sueldo.
La FP se reforzó el año pasado con más programas, entre ellos la FP Dual, y se intentó que desde su propia concepción se vinculase más al mercado laboral. Hay mejoras, pues la fuerza de trabajo procedente de FP «está siendo clave» para el despliegue de sectores fundamentales como la industria 4.0 y las TIC, comentaba la coordinadora de investigación y evaluación educativa de la Fundación SM, Ariana Pérez, en la presentación del informe.
Bien, hay una reacción, sin duda (un 33% estudiantes españoles cursó FP tras la educación obligatoria en el curso anterior, según datos del Ministerio y la Fundación LaCaixa), y parece un itinerario que «despierta cada vez más interés en los jóvenes», abundaba Pérez. Pero entonces, ¿por qué precisamente entre los 18 a 20 años («una etapa un poquito clave») desciende esa percepción positiva de la FP?
Jóvenes pragmáticos con una educación productivista
Ante la pregunta central de la encuesta (¿por qué estudias lo que estudias?), las motivaciones para elegir son puramente pragmáticas: el futuro laboral manda. Estudian para trabajar en lo que les gusta (29%) y tener más oportunidades de empleo (23%) antes que para aprender, formarse o cambiar el mundo. Atendiendo a esto, la hipótesis que baraja Pérez para explicar esa visión peyorativa de la FP es esta: el sistema educativo les prepara para ser productivos, pero el mercado les piden un título que acredite que lo son.
«Observamos que la ‘titulitis’ sigue estando bastante presente en el imaginario de los jóvenes», afirma la de la Fundación SM. Puede resultar «anacrónico» para muchos, ya que el estatus de esa titulación no es el de antes, «pero sólo una parte de los jóvenes tiene el capital económico, social, cultural o incluso simbólico para demostrar su talento sin presentar matriculación».
Es decir, los chavales perciben un sistema educativo que «prioriza ante todo la productividad y la adquisición de competencias profesionales» pero no todos tienen la amplitud o seguridad económica para apostar por lo que realmente les gusta. ¿Qué hacen? Van a por lo que les de el título y la tranquilidad. Un sesgo socioeconómico que puede verse en dos afirmaciones recogidas en la encuesta:
El 71% opina que la educación pública debería situarse al margen de la racionalidad económica, es decir, que debería ser un derecho universalmente garantizado. Sin embargo, el 74% afirma que la oferta de plazas académicas debería estar supeditada a las necesidades del mercado laboral. Lo ideal, frente a lo pragmático. «Resulta fácil de entender por qué los jóvenes de contextos socioeconómicos más bajos están menos dispuestos a secundar esta segunda opción», asevera Pérez. «Son los que menos apoyos tienen frente a un supuesto de limitación de la oferta pública de enseñanza posobligatoria».
Sesgos y FP
Lo que sí tienen claro la mayoría de los encuestados por el Observatorio de la Juventud en Iberoamérica (1.600 alumnos de España, Chile, Brasil y Méjico) es que quieren un sistema educativo más enfocado al desarrollo de habilidades prácticas y aplicables al mundo laboral. Simplemente reconocen que el «estigma» de la FP «sigue vigente». Quizás está más asociado en edades previas (15-16 años), sostiene Pérez. O incluso esté más en las familias, que tal vez siguen asociando la FP al fracaso académico o a resultados no tan potentes como para entrar en la universidad».
«Para ellos la educación les sirve para el mundo laboral; observan qué les ofrece mejor salida y eligen», reitera la directora de la Fundación SM, Mayte Ortiz. «Si tuvieran asegurado que van a trabajar a lo mejor abrirían el espectro de opciones para seleccionar». Esta es su percepción, o «más correctamente, su vivencia», matiza Pérez. Ven que los centros se están adaptando al mercado, y valoran el esfuerzo de sus docentes para motivarles al estudio (60%).
Pero en este aspecto la orientación desde las instituciones educativas sigue siendo diferente según el contexto socioeconómico. Y ahí entra también esa opción de coger FP o no para el estudiante. Para empezar lo que más reseñan es que la información que se da «es más bien generalista». Si añadimos a eso la escasa capacidad socioeconómica del alumno, todo ello «les obliga a ser todavía más pragmáticos».
Al partir de una orientación «más deficitaria», esto no sólo afecta en su elección formativa, sino que puede «limitar las expectativas de sí mismos o incluso el conocimiento de toda la oferta formativa a su disposición», desgrana Pérez. «Incluso cuando esta se ha duplicado o triplicado en los últimos años», como en la FP.
No obstante, no todo está perdido. Casos como el del Colegio Corazón Inmaculado (FEyE), apuestan desde hace varios años por contarles a los estudiantes qué es eso de la FP ya desde 1º o 2º de la ESO, comenta su directora, Toni Urquidi. Al ver qué optativas cogen, «ya sin querer les empiezas a encaminar. Ahí ya empiezas a hablar de formación profesional, que es una posibilidad: que hoy en día hay algunas muy potentes, y que tienen un mercado laboral abierto y puede combinar la vocación con ese mercado tan activo».