Verónica Gayá: MIL razones para despertar el espíritu crítico en los jóvenes

MIL (Media & Informational Literacy) es un programa de educación mediática para el fortalecimiento del pensamiento crítico. Es decir, imparte contenidos de narrativa audiovisual, periodismo (y fake news) y publicidad, pero desde una perspectiva útil para el crecimiento personal y el desarrollo del espíritu crítico de niños y adolescentes. En esta entrevista concedida a ÉXITO EDUCATIVO por su directora, Verónica Gayá, profundizamos en una iniciativa encaminada a que los más jóvenes sepan distinguir lo cierto de lo que no lo es y para conocer más este tipo de iniciativas que se inscriben en lo que también se conoce como educomunicación.

¿Cómo surge la iniciativa?

Hace años, a mi compañero, realizador y editor audiovisual, y a mí, que soy periodista y licenciada en comunicación audiovisual, nos pidieron en más de una ocasión que ayudáramos a algunos alumnos de ESO y Bachiller con vídeos que tenían que hacer para proyectos del colegio, de manera informal, una amiga profesora.

Fue entonces cuando vimos una carencia brutal en estos jóvenes, los apodados “nativos digitales”, que en realidad eran meros consumidores de los contenidos que hacíamos los adultos para ellos, pero no tenían apenas conocimientos mediáticos, ni siquiera los conocimientos técnicos básicos para poder presentar sus ideas, sus preocupaciones a través del lenguaje audiovisual. La verdad es que nos quedamos atónitos. Nos preocupamos.

Con el tiempo, pudimos comprobar que algo parecido pasaba con respecto al periodismo, especialmente en cuanto a la verificación de noticias, y la búsqueda de fuentes, y la publicidad, de la que no son ni conscientes del brutal número de impactos que reciben cada día, ni mucho menos son capaces de utilizar todo ese influjo a su favor a la hora de ser ellos los que quieren “vender” algo.

¿Cuáles son sus objetivos?

Una vez detectadas estas carencias, decidimos poner en marcha este proyecto. Yo había estado siempre muy atenta a temas educativos, tengo incluso la formación para impartir clases en secundaria, así que poco a poco fuimos dándole forma al proyecto. Al principio nos enfocamos en los conocimientos más técnicos, impartíamos los cursos de manera gratuita para ver cómo los recibían los alumnos y los profesores, y no tardamos en darnos cuenta de que el objetivo base debía ser el pensamiento crítico.

Es una locura dejar crecer a estos niños y adolescentes inmersos en una infodemia, en un mundo en el que circulan casi más noticias falsas que verdaderas, vivimos en un proceso de transformación de los medios de comunicación tradicionales, de la publicidad, de sus agentes… y no les damos las herramientas para afrontar este panorama mediático, dejamos de lado el pensamiento crítico que necesitan para no convertirse en consumidores pasivos, inactivos, de cualquier contenido que caiga en sus manos. Como les decimos a ellos “no podéis ser borregos, el esfuerzo de estar atentos y esforzaros en entender esto, os hará independientes”. Si algo quiere un adolescente es que no le manejen, ser libre, no sentirse una marioneta, así que por ahí es por dónde entramos.

¿A qué agentes educativos va especialmente dirigido?

Como te he contado, empezamos focalizados en los colegios, nos parecía la forma más natural de llegar a todos los niños y adolescentes, pero pronto nos empezaron a llamar de ayuntamientos, casas de juventud, empresas privadas de talleres, extraescolares… Así que hemos ido adaptando los contenidos a todos los formatos según las necesidades de cada agente.

¿Cómo se fortalece el espíritu crítico de los más jóvenes?

No es fácil, la verdad. Yo creo que lo importante es ponerles delante la información y las evidencias de lo que les contamos y que sean ellos mismos los que hagan “click”. Si yo te digo que no tienes que reenviar todo lo que recibes por WhatsApp por esto, por esto y por lo otro, seguramente pases, o lo olvides, no deja de ser un mensaje/orden más que llega de un adulto; pero si yo te digo que esta noticia que te acaba de llegar esconde estos intereses políticos o económicos concretos, o te cuento el caso de Cambridge Analytica y Trump, o qué es una granja de bots, o por qué a tu cerebro le gusta darle rápido a enviar… empiezas a ver las cosas de otra manera, te das cuenta de que eres la última ficha de una maquinaria pensada para llegar a ti, un simple peón, y eso ya no te gusta tanto.

Se tienen que dar cuenta de que, por ejemplo, en el caso de las formaciones de periodismo y fake news, o ellos saben buscar la información, o va a ser ella la que les encuentre, “no seréis libres, os harán llegar lo que quieren, lo que les interesa que leáis”. Ese es el espíritu que queremos despertar, que no se crean impotentes ante la vorágine de información, publicidad… que sepan que pueden tomar las riendas y la importancia que tiene hacerlo. Una vez lo sepan, una vez prendida la chispa, todo es cuestión de entrenamiento, porque además tener un pensamiento crítico no es fácil, hay que trabajarlo toda la vida.

¿Qué papel pueden desempeñar en este proceso y en el funcionamiento de MIL los profesores?

Creo que el más importante. Ellos pueden llevar a acabo un entrenamiento diario de ese pensamiento crítico, y muchos lo hacen, comentan noticias, la actualidad, les hacen cuestionarse modelos, costumbres… Eso sería lo ideal. Pero existen dos problemas, uno que es archiconocido: la sobrecarga del profesor. A veces tienen tanto contenido que impartir, tanto trabajo que atender… que dedicar tiempo a estos menesteres les es muy complicado.

El otro problema es que no siempre tienen ellos mismos la formación necesaria para impartir algunos contenidos; pasa mucho con los talleres que damos de publicidad, dónde los mismos profes, incluso en primaria, nos dicen “he aprendido muchas cosas, qué interesante”. Los que impartimos las formaciones somos todos profesionales de la comunicación, es una manera también de acercar estos contenidos desde una perspectiva muy distinta. No se puede pedir todo a los docentes, es complicado.

Parece que las fakes son cosa de ahora, pero siempre hubo mentiras que alcanzaban a muchas personas.

Por supuesto. Siempre ha habido. Lo que da rabia es que habiendo evolucionado la sociedad hayamos sido incapaces de hacer frente a este fenómeno, es más, se haya empeorado. Ahora la verdad tiene que combatir contra las fakes que además se nutren del Big Data, de las redes sociales… el panorama ha cambiado mucho y muy rápido. Ya no hay emisores de información y receptores, que permitía un mayor control, ahora todos somos ambas cosas, para lo bueno y para lo malo. Hemos creado un escenario nuevo, y después de que se haya convertido en una locura, estamos pensando cómo arreglar esto.

Para nosotros, la base es la educación, pretendemos que las próximas generaciones no tengan que depender de quién y cómo decidan regular el panorama mediático. Queremos darles las herramientas para desenvolverse en cualquier escenario y para saber exigir responsabilidades a quién proceda.

De su experiencia, ¿Cuál es la situación actual en España en este contexto?

El último informe PISA dice que los alumnos españoles de 15 años están por debajo de la media para manejarse con eficacia en medios digitales. Sólo el 46% de los estudiantes han recibido formación para reconocer si una información es o no viable. Así que, no es que sea mi experiencia, es lo que dicen los datos.

Nosotros solo hemos dado clases en España y desde luego lo que sí sabemos es que queda mucho trabajo por hacer. Quizás es deformación profesional, seguro, pero me parece una locura que no estemos formando a los jóvenes en esto. Sé que aquí cada uno defendemos lo nuestro, yo no digo que otros contenidos sean menos importantes, en absoluto, pero el desarrollo pensamiento crítico y un buen manejo mediático en este siglo… me parece una competencia imprescindible.  Hay que hacerle un hueco para asegurarnos un futuro de adultos críticos y consumidores responsables.

Es fácil imaginar que las redes sociales y su gran alcance no ayudan en la lucha contra las fakes…

No, como te decía, es la receta fatal. Se ha juntado todo. Ponemos a niños de 10-12 años una ventana al mundo en el bolsillo y nos limitamos a decirles cuánto tiempo lo pueden usar, o cuatro normas básicas. ¿Cuánto tiempo tardamos en educar a un niño buenos modales en la mesa? Toda una vida diría yo. Pues imagina si lo que le has puesto en la mano es acceso a cualquier sitio del mundo, manejado por cualquier persona. ¿Qué nos ha hecho pensar que eso es una buena idea?

No se nos ocurriría poner en el centro de una gran ciudad, o en mitad de una montaña solitaria a nuestros hijos, darles cuatro normas, darnos media vuelta e irnos; sin embargo, es algo parecido a lo que estamos haciendo al darles acceso a internet. El hecho de tener desde que son niños un móvil en el bolsillo no les educa, no les proporciona apenas habilidades ni competencias, es más, y esto ya es personal, creo que les dificulta muchas otras. Esa ventana al mundo es maravillosa, pero o les damos la mano para saltar a ese mundo virtual o se perderán, o peor, se harán daño.

¿Cómo convencer al director de un centro educativo de la necesidad de formar a los alumnos en esta cuestión?

Creo que los directores ya lo saben, no creo que haya ningún director de un centro educativo que considere que esto no es importante. Otra cosa es que tengan el hueco para llevarlo a cabo, o que tengan los medios. Nosotros estamos trabajando mucho en procurar que estas formaciones sean gratuitas en los centros, porque sabemos que hay centros con verdaderas dificultades. Estamos en ello. Por el momento creo que todos tenemos que hacer el esfuerzo de medios y tiempo para que estos contenidos lleguen a los alumnos, es una inversión, un grano de arena más a su formación como ciudadanos responsables.

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