“Soft skills” en el entorno escolar

“Soft skills” en el entorno escolar

Antes del siglo XXI, el profesor utilizaba la disciplina dura para transmitir conocimiento. El objetivo era que los alumnos aprendieran habilidades técnicas, llamadas habilidades duras o “hard skills”: competencias que se adquieren a través de la formación académica y de la experiencia profesional y que reflejan el conocimiento técnico de una persona.

En la actualidad la función del educador se extiende a la enseñanza de las habilidades suaves o “soft skills”, habilidades interpersonales y socioemocionales. Es decir, el docente actúa como un facilitador del aprendizaje técnico, pero también de enseñar herramientas que potencien habilidades como la capacidad para trabajar en equipo, de organizar, de resolver problemas, de gestionar el tiempo…

La principal diferencia entre unas y otras es que las primeras se enseñan de manera puntual y las segundas se adquieren de manera transversal a través de la experiencia o de la capacidad innata, aunque se pueden entrenar.

Las habilidades blandas nos permiten interactuar con otras personas de manera efectiva, lo que nos ayudan a un desarrollo integral a nivel personal y nos hace más competentes como ciudadanos y como trabajadores. De esta manera, se contribuye a crear un mejor ambiente, a obtener mayor bienestar personal, a lograr objetivos, a adaptarnos al cambio, a liderar, a tomar decisiones dentro de un pensamiento crítico, a construir relaciones sociales sólidas y a convivir con un enfoque en soluciones.

A nivel laboral, en la actualidad, las organizaciones buscan profesionales capaces de adaptarse, que sean innovadores, que tenga una visión 360 grados, que vayan más allá de los conocimientos que puedan adquirir a nivel académico puro. Es decir, buscan personas competentes que se adapten de rápidamente a los cambios y que aumenten la eficacia y la productividad para lograr el éxito.

La importancia del desarrollo de estas habilidades fue destacada por la OMS, ya en 1993, propuso un proyecto llamado “habilidades para la vida” donde señalan que dentro de la educación formal es necesario trabajar y educar en habilidades blandas, clasificándolas en cognitivas, sociales y emocionales.

Las instituciones educativas tienen un papel relevante para ayudar a su desarrollo desde pequeños. Una institución educativa efectiva o “escuela inteligente” es aquella que adopta un enfoque integral que combina la enseñanza formal con la informal que es aquella que fomenta el crecimiento profesional y el crecimiento personal. Mateo y Rucci (2019) señalan la necesidad de enseñarlas y fortalecerlas desde etapas tempranas “para prosperar como ciudadanos globales en el mundo moderno, los niños deben desarrollar habilidades del siglo XXI”

Un estudio reciente del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (2020) señaló que aquellos docentes que enseñaban habilidades socioemocionales a sus alumnos de manera intencionada, tiene efecto en la vida adulta de los estudiantes, y les prepara mejor para el mundo laboral y para la vida. Por eso es tan importante la formación de los docentes en este campo, y la responsabilidad de las instituciones de ofrecer dicha formación.

Esta formación en las escuelas debe realizarse durante toda la etapa educativa de manera adaptada a cada edad. Al no ser competencias que se enseñen de manera tangible como puede ser aprender a sumar, este aprendizaje debe hacerse bajo un diseño transversal de programas que trabajen en la educación en valores, la educación emocional, la educación en habilidades de comunicación e interpersonales y en el desarrollo del pensamiento crítico siempre de manera práctica. Una metodología activa, práctica, basada en el desarrollo de competencias y donde el alumno sea el protagonista es la clave.

El papel del docente no solo es enseñar, sino, educar. Educar en habilidades imprescindibles para la vida no solo con programas establecidos, sino que, como referentes, actuar como modelos desarrollando y enseñando cómo poner en marcha estas habilidades socioemocionales. Por eso es necesario que nos hagamos conscientes del papel fundamental que los educadores tienen en la vida de los alumnos, personas que son el futuro de nuestra sociedad.

“Un profesor trabaja para la eternidad: nadie puede decir dónde acaba su influencia” Henry Adams.

Por Marta Lli, directora del Departamento de Psicología y Orientación Escolar del Colegio Alarcón (Pozuelo de Alarcón).

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