Una guía de buen uso de las nuevas tecnologías ha sido editada gracias a la colaboración entre la Consejería de Familia, Juventud y Política Social de la Comunidad de Madrid y el programa RECURRA-GINSO. Su objetivo es concienciar tanto a padres como a profesionales de la educación sobre la realidad de las nuevas tecnologías, abordando de manera resolutiva los riesgos que plantean en edades tempranas y potenciando, a su vez, los aspectos positivos. En ella se habla de edades mínimas de uso, controles parentales, ciberacoso, privacidad e intimidad en la red, videojuegos, sexting y redes sociales. Incluye un glosario de términos específicos, retos, aplicaciones y programas.
Javier Urra, presidente de RECURRA-GINSO, resalta la situación actual a la que han de hacer frente niños y adolescentes, así como la necesidad de dar un apoyo especializado a los padres en la compleja tarea de educar a sus hijos en un mundo tecnológico e hiperconectado.
Adictos a internet
El 21% de los adolescentes en España es adicto a la red, según se desprende de un estudio elaborado por Desconecta, situándonos como el país europeo con mayor adicción en esta franja de edad. Además, a raíz de la pandemia del COVID-19, los jóvenes han hecho un mayor uso de las redes sociales invirtiendo una media de 83 minutos al día. «Los jóvenes delante de las pantallas dejan de lado otras obligaciones, como los estudios o actividades esenciales, ya sea dormir o socializar. La conciencia del mundo la viven a través de sus redes sociales», comenta Urra.
La cantidad de imágenes y datos personales que se comparten en la red aporta información de gran valor a empresas y al resto de usuarios, entre los que existen potenciales depredadores. Cuando un niño o adolescente se comunica o intercambia cualquier contenido con otro a través de su dispositivo, no puede estar plenamente seguro de a quién está dirigiéndose y mucho menos de sus intenciones.
Es necesario concienciar a los más jóvenes
«En internet la imagen de uno es la de todos. Exponer el significado y la importancia de la intimidad y la privacidad resulta esencial desde edades tempranas en las que se despierta el interés por internet. Tanto padres como profesionales de la educación deben concienciar a los más jóvenes sobre los riesgos más frecuentes al compartir información personal y sensible, ya sea propia o de ajenos», añade Javier Urra. «El lado oscuro no descansa para atraer a víctimas vulnerables».
Debido al momento de desarrollo en el que se encuentran inmersos, niños y adolescentes son la población más ingenua al utilizar las nuevas tecnologías: pueden presentar determinadas características de personalidad y estados emocionales que agravan los riesgos.
«El uso indebido de las redes sociales en los más jóvenes puede derivar en problemas de salud mental asociados a altos niveles de ansiedad, obsesión por la imagen, grandes pérdidas de tiempo, falta de rendimiento, radicalización de pensamientos e ideas, descuido de la higiene, comparación constante con el resto, deterioro de la autoestima, desesperación, angustia, conductas violentas… Las secuelas psicológicas pueden llegar a ser muy graves, alcanzando el trastorno depresivo e ideaciones autolíticas», advierte Javier Urra.
Imprescindible supervisar
La guía de buen uso de las tecnologías previene a los padres sobre la necesidad de supervisar las actividades de sus hijos para poder combatir cualquier riesgo; han de estar activos en el ocio de niños y adolescentes y dar buen ejemplo del uso tecnológico. Es importante incidir en que la vida es amplia en su oferta, en las posibilidades del contacto humano, de salir a la calle, hablar en persona, leer, contactar con la naturaleza, etc. «Al inicio del curso escolar 2020-2021, la Comunidad de Madrid prohibió -muy acertadamente- el uso del teléfono móvil en los colegios«. En nuestro Centro Terapéutico RECURRA GINSO no hay teléfonos ni ordenadores, salvo en la actividad educativa», apunta Javier Urra.
Los expertos aseguran que es fundamental, por parte de los padres, generar un diálogo fluido y permanente con los jóvenes; deben permanecer muy atentos a sus comportamientos, actitudes y estados de ánimo -especialmente si se manifiestan cambios bruscos y relevantes. Es necesario hablar con ellos de forma constructiva y tratar de potenciar el aprendizaje desde el ámbito familiar y escolar; y, en caso de que fuera necesario, acudir a profesionales que puedan ayudar a mejorar la situación. Hay que anticiparse a la curiosidad de niños y adolescentes, ofrecerles respuestas positivas y alternativas saludables con el objetivo de proteger su identidad y desarrollo personal ante los peligros existentes en la red.