PISAndo sobre barro

Informe PISA

Un año más recibimos el informe PISA, el primero postpandemia, y revivimos las viejas noticias del ayer. Unos dicen que PISA no vale para nada, no es un indicador válido por la singularidad de nuestro país, otros dirán que es bueno, pero más allá de las opiniones debemos ser realistas. Si nos salimos del marco educativo, ¿puede una persona con carnet de conducir obtenido en España conducir un coche en Inglaterra? Es un examen, y sabemos que en ese país se conduce por el lado contrario, al revés que nosotros. Sí, un examen con normas invertidas es válido en otro país. ¿Por qué entonces deslegitimizamos PISA? Quizás el motivo son las bajas calificaciones.

¿Sabemos que hay alumnos individuales que puntúan por encima de 800 puntos en PISA? Sí, de los 690.000 alumnos que respondieron en todo el mundo la puntuación más alta roza los 900 puntos, sin llegar a esa cifra. Ese dato debería poner en contexto nuestros 473 puntos en Matemáticas, 474 en Lectura y 485 en Ciencias. En nuestro caso estamos en la media (punto arriba o abajo) de la Unión Europea, es decir, aprobamos, pero en absoluto destacamos. Sabemos que la puntuación perfecta, el examen idílico, equivale a 1000 puntos, y esto significa que nosotros suspendemos.

La pregunta ya no es qué hace Finlandia, quienes también han sufrido un descalabro importante, teóricamente por la pandemia de la COVID-19, la pregunta es qué sucede en Japón y en Asia. Desde hace años se conocen los altos niveles de exigencia de esos países, y sus consecuencias, como las altas tasas de suicidio infantojuvenil, pero es cierto que el aprendizaje debe ir asociado a conocimientos, saberes, conceptos, su comprensión y posteriormente su uso. ¿PISA es una manera de contrastar la educación emocional y transversal frente a la educación del concepto y del saber? En cierta forma los resultados así lo indican. No obstante, esto no es decidir un modelo u otro para apostarlo todo a esa propuesta, no consiste en decidir mano izquierda o mano derecha para proceder a una amputación.  Debemos hacer que ambos modelos convivan, sin renunciar a ninguno de ellos, y eso es lo que ocurre en la escuela concertada y privada, cuyos resultados son bastante superiores a los de la escuela pública, al menos, a nivel nacional. Seguro que habrá quien lo achaque a la teoría de que la escuela concertada selecciona a su alumnado, y opinarán desde la ignorancia. Ojalá esos mismos detractores apelasen a la dedicación más allá de la jornada continua, al trabajo arduo de los profesionales, y es cierto que en la escuela pública hay excelente profesionales, pero los porcentajes de maestros y maestras que realizan horas fuera de la jornada escolar vuelve a decantarse a favor de la escuela concertada y privada.

Este año nuestros resultados mejorables han sido menos malos gracias al hundimiento de la educación a nivel mundial durante el 2020. Mal de muchos, excusa para algunos. Este año, aunque nuestros datos son malos, han bajado mucho las puntuaciones del resto de países. La causa es la pandemia de la COVID-19, cuyos efectos se aprecian notablemente. Eso ha hecho que los datos españoles, aunque sensiblemente más bajos, se han mantenido mejor que los de países que estaban por encima, y nos sitúa en la media de la OCDE, es decir, somos “promedio” junto a Portugal, Francia, Lituania o Noruega e Italia, respecto a estos dos últimos estamos ligeramente mejor. ¿Qué significa esto? Que la gestión educativa de la crisis del año 2020 fue positiva. Volver a las escuelas en septiembre del 2020 fue un acierto, y que la respuesta que dieron las familias y nuestros profesores fue mucho más efectiva que la que dieron países vecinos. Una vez más fueron los docentes que atendían a sus alumnos incluso cuando la administración no facilitaba herramientas para ello, las maestras que dedicaron horas extra a atender a esos alumnos que más habían sufrido durante aquellos 5 meses sin escuela. Los que impartían clase en el aula y luego la volvían a impartir para aquellos que estaban confinados en casa, los que descolgaban el teléfono para decir ¿cómo estás? Nuestros profesionales de la educación dieron una mejor respuesta según PISA.

Un dato que se ha revelado es que algunas comunidades como Asturias, Cantabria o Castilla y León han rendido al nivel de Finlandia. Para ser justos estas comunidades han superado a Finlandia en Matemáticas y Lectura, pero, ¿es realmente así? Por desgracia debemos recordar que enfrentamos la media de un país contra el dato de una autonomía. Comparar los 53 centros educativos examinados en Asturias con los 217 centros que participaron en toda Finlandia no es adecuado. Lo justo sería comparar los mejores resultados de un país con los mejores resultados del otro país. Es cierto que esas autonomía están ofreciendo una calidad educativa en la media del país de Finlandia, pero ojo, en la media de ese país. Por último, es importante saber que de cada escuela sólo participaron 42 alumnos como máximo elegidos al azar por la propia administración pública.

¿Qué debemos sacar de positivo de Asturias, Cantabria o Castilla y León? En primer lugar, la labor que realiza ese profesorado, conozco docentes que trabajan en centros que fueron examinados por el Informe PISA en el 2022 y no me extraña que el resultado sea así de positivo. Es necesario destacar que en esas tres comunidades la natalidad ha caído mucho, lo que implica que tienen ratios más bajas, es cierto que tienen menos alumnado extranjero que otras comunidades, y también es cierto que la financiación estatal que reciben y los presupuestos educativos que gestionan son más elevados que en la mayoría de autonomías, es decir, por cada alumno la inversión económica es más alta que en Andalucía, en la Comunidad Valenciana o en Castilla la Mancha. ¿Es el triunfo de la escuela rural? Muchos de los centros examinados se encuentran en grandes ciudades como Oviedo o León, pero es cierto que el porcentaje de escuelas rurales es mucho más alto que en otras comunidades. Dejemos de compararnos con Finlandia, con Japón o con países con sistemas educativos diferentes, y empecemos a poner el foco en lo que está sucediendo en Soria, o en Valladolid. Dejemos de generar crítica destructiva hacia unas leyes educativas que fracasan en Ceuta o Melilla y veamos por qué esa misma ley educativa genera buenos resultados en León o en Oviedo. Vayamos al detalle.

¿Qué hacemos ahora? En España han participado 30.800 alumnos, de 966 centros educativos y debemos sacar claras algunas premisas: bajar la ratio beneficia los resultados, y esto se avala por los resultados de esos centros rurales en determinadas autonomías. Aumentar la inversión beneficia los resultados, y este dato se demuestra al observar que las autonomías con mayor inversión en educación son las que han obtenido mejores resultados. Empoderar a los docentes es algo positivo, y esa es la prueba de la menor caída en PISA por parte de nuestro país, pero se debe generalizar a la escuela pública también, y fomentar la profesionalización de ese profesorado. Sabemos también que el estado anímico del profesorado está en horas bajas, lo demuestra un estudio realizado durante este 2023 por ÉXITO EDUCATIVO, Educar es Todo y UDIMA. En 2025 volveremos a examinarnos de PISA y en 2026 veremos los resultados, necesitamos docentes fortalecidos para ello. Tenemos ahora la oportunidad de seguir mejorando y avanzar, de analizar qué funciona bien en los centros educativos nacionales que han destacado, y replicarlo en otros. No es tan importante mirar lo que hacen otros países, sino lo que hacemos bien en nuestros colegios. Es hora de PISAr sobre tierra firme, y si hay algo realmente que aporta valor a nuestro sistema educativo son las personas, nuestro cuerpo docente.

Por Francesc Vicent Nogales Sancho, Mejor docente de España en Primaria, Premio Educa Abanca 2021.

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