Lo que el futuro les depara (III): Más allá de ser considerado “open minded”

retos de futuro

Entender que formamos parte de un mundo cada vez más interconectado y globalizado, no parece que sea una observación que debiera sorprender a nadie a estas alturas. Y, sin embargo, lo que se espera ahora de nuestros hijos, no es solo que tengan una visión abierta al mundo, sino que ellos formen parte de esa visión, y que asuman como una facultad propia de su generación el moldearlo y afrontar los retos de futuro, que son muchos.

En los colegios, en nuestras universidades, tenemos cada vez más claro que educamos a nuestros alumnos para que sean capaces de integrarse activamente en los entramados de nuestra sociedad, y que interioricen el objetivo de modificarla.

Decimos, muy ufanos, que formamos a los líderes del futuro. Pero ¿qué líderes? ¿Qué valores y principios les van a permitir ejercer ese liderazgo? ¿Qué competencias son necesarias para poder entender con una perspectiva amplia y comprometida el futuro de una sociedad que languidece por vejez? La decrepitud esperada de nuestra sociedad solo se puede revertir con savia nueva, y esa sabia ha de provenir de una visión inspiradora, acompañada de políticas que favorezcan la regeneración y renovación poblacional, pero que necesariamente pasa por tener una visión del mundo y de la sociedad que favorezca la amalgama. La mezcla enriquecida.

Hace poco hablaba con una colega sobre cuestiones históricas relacionadas con la forma de entender el mundo. Recordábamos como en los S. XIX y principios del XX, era muy habitual en jóvenes de la alta sociedad británica abordar eso que llamaban entonces “el Grand Tour”, que no era otra cosa que coger las maletas y echar a andar para conocer mundo antes de iniciarse en el ámbito profesional tras haber acabado sus estudios universitarios; así, se puso de moda hacer un circuito por la Europa continental que les permitiera conocer no solo a otros países y sus sociedades, sino también la cultura clásica y el poso que dejó en todos estos países. Ello les daba a todos esos jóvenes, una perspectiva del mundo y de la cultura muy diferentes. Me atrevo a decir que fundamentales, además, para el sostenimiento del imperio británico y de la supremacía cultural de éste en ese periodo. Si bien, porqué negarlo, esa actitud de apertura al mundo y a otras culturas que se fomentaba en estos jóvenes solía ir acompañado de “cierto” sentido de superioridad, que no resultaba demasiado agradable para otras muchas personas de esas “culturas diferentes”.

Creo que es necesario para nuestros jóvenes abordar su futuro profesional, y su futuro como ciudadano en sociedad, con una doble perspectiva que aúna el placer por conocer otras culturas, y el deber de vivirlas, disfrutarlas, deleitarse en ellas y pertenecer a ellas. Abrirse al mundo significa querer vivirlo, pero no de la forma en que podría hacerlo un turista que arrastra su equipaje de un país a otro. Ni siquiera como un viajero, ávido de conocer y de exprimir la esencia de cada país. Ir más allá implica desarrollar conocimiento sobre cada cultura y sociedad, desplegar el deseo de vivirlas, y tener las competencias necesarias como para hacerlo desde el respeto y con la convicción de que es una experiencia enriquecedora de vida.

Las empresas, cada vez más, buscan personas que propongan, traigan mochilas de experiencias de vida, enriquezcan el diálogo y las formas y estructuras organizativas. Ahondar en los principios del humanismo, sumergirnos en el conocimiento y placer por disfrutar de otras culturas, sin duda nos permitirá trasladar esos valores que deben ahondar en señalar la diferencia y demostrar lo como personas podemos aportar en un entorno cada vez más automatizado y tecnificado.

Solo a través de una conciencia clara de lo importante que es el enriquecimiento personal a partir de experiencias y conocimiento, se va a poder competir con futuros profesionales que sí lo hayan interiorizado. A parte de lo que atañe al ámbito profesional, qué duda cabe que lo que hace crecer y prosperar a nuestros jóvenes serán en base a unas propuestas educativas que consideren la importancia de integrar conceptos acerca del futuro deseables de nuestras sociedades, pero mucho más importante, es que ellos comiencen a vivirlos y a hacerlos suyos.

Por Jaime García Crespo, CEO de Grupo Base Educación

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