Permítanme que, desde la modestia, trate de añadir un nuevo concepto al management, que he dado en llamar: “Efecto Bubba Gump”. Éste pretende señalar la importancia que tiene el azar, en ocasiones a través del infortunio de otros, en la toma de decisiones y el devenir de las organizaciones; y cómo ese efecto de suerte se debe aprovechar, y se produce, en base al estado de preparación que para su aprovechamiento tenga cada organización.
Más allá de esto, voy a analizar cómo este “efecto Bubba Gump” puede estar en ciernes sobre nuestro país, y cómo lo deberíamos rentabilizar como opción para paliar nuestro invierno demográfico.
Aprovechar la desgracia de otro, o situaciones convulsas, nos puede parecer aborrecible, pero la realidad es que estas circunstancias sobrevenidas se dan muy a menudo y, tal y como lo entiendo desde mi concepción ética, siempre y cuando uno no ahonde en esa desgracia, ni la favorezca, nos encontramos en una situación lícita.
¿Han visto la película Forrest Gump y se acuerdan de ésta, una de las múltiples historias cruzadas que se dan en el largometraje? Si no la han visto, ya sea por edad, ya sea por pereza, no dejen de hacerlo. Es una de las películas cúlmenes en la historia del cine.
Déjenme que les ponga en antecedentes de lo que yo llamo momento “Bubba Gump”.
Después de que Forrest Gump, un hombre con ciertas limitaciones intelectuales, pero con un corazón más grande que la pirámide de Keops, viera morir en sus brazos a su gran amigo Bubba en una emboscada del Vietkong, y tras su regreso a EEUU después del conflicto, decide crear una compañía de extracción del camarón en el pueblo de origen de Bubba. Junto a su otro “gran amigo”, amputado de ambas piernas y con una tara mental importante tras su paso por la guerra, el teniente Dan, pasan días, semanas, en un viejo barco pesquero adquirido por Forrest, tratando de dar con el caladero adecuado para iniciar su nueva aventura empresarial. En una de esas salidas de pesca, gracias a su inexperiencia e inconsciencia, no caen en la cuenta de que un terrible huracán va a azotar toda la zona. El resultado final es que, tras resistir en alta mar esa tormenta, al regresar a puerto ven que toda la flota que ha permanecido atracada con el objetivo de guarecerse de la misma, está arrasada. No queda ni un solo barco con posibilidades de hacerse a la mar. Esta circunstancia azarosa les permite ser los únicos que están en disposición de poder pescar, y así capturar y explotar todos los caladeros de la zona y, por tanto, beneficiarse económicamente de esta situación de infortunio colectivo, hasta el punto de que les convierte en inmensamente ricos y Forrest puede sacar del hoyo a toda la familia de su amigo fallecido. Poco después sobreviene otra nueva circunstancia fortuita, y es que Forrest, con sus limitaciones, decide invertir una parte importante de su dinero en una compañía exportadora de manzanas con un logo muy atractivo. Una manzana de colorines con un mordisco. ¿Les suena?
La suerte también existe en el management. La suerte, unida a la desgracia de un tercero, es un factor nada desdeñable que, pese a que nos pese, a veces tenemos que aprovechar. La ética personal y profesional nos llevará, con seguridad, en no ahondar en esa desgracia de otros, pero no nos puede paralizar en el aprovechamiento de una circunstancia azarosa no provocada, porque otros sí lo harán, sin duda, en nuestro lugar.
¿Puede ocurrir lo mismo a nivel país?
Este fin de semana, sin ir más lejos, nos hemos topado con tres noticias que vienen a incidir en un “efecto Bubba Gump” demográfico, y que nos tendría que hacer pensar si se está dando alguna circunstancia que sitúe a nuestro país como una referencia de origen laboral de muchas jóvenes familias.
Por un lado, la revista Forbes se hacía eco del informe de Internations, la mayor comunidad de expatriados mundial, el Expat City Ranking 2022, que sitúa a dos de nuestras ciudades en el Top 10 de los mejores destinos para expatriados: Valencia en primer lugar, y Madrid en quinto. Barcelona aparece situada en decimocuarta posición. Este ranking se hace en base a un análisis entre los expatriados en el mundo y atendiendo a diferentes factores que inciden en la calidad de vida, entre ellos, claro, la oferta educativa internacional para esas familias. Me sorprendió, por ejemplo, que Málaga no apareciera, y en este sentido el reportaje que Pablo Ordaz firma en El País Semanal de 04/12/22, “Málaga, en boca de todos” venía a incidir en mis reflexiones, y a darme la razón en mis pensamientos. Málaga, sostenía el autor, se está convirtiendo, por su dinamismo empresarial, labrado desde hace más de 20 años, y por su calidad de vida y su oferta de servicios, en un gran receptor de familias internacionales. En tercer lugar, en El Confidencial, encuentro una noticia firmada por Pablo D. Almoguera, cuyo titular es “El extraordinario colegio de los niños de 29 países que hace latir el centro de Málaga”, haciendo referencia a las especiales características de un colegio público, el CEIP Prácticas Nº1 de Málaga, que estando en la red pública de centros educativos, y habida cuenta de las características singulares de su entorno, se está convirtiendo en una gran comunidad internacional de aprendizaje.
¿Qué está pasando, y en qué nos debemos fijar para comprender esta situación?
Tres fenómenos se han dado para que en los últimos años esta situación esté provocando un relativo éxodo hacia nuestro país, y los tres, son productos de contingencias o desgracias de otros.
Por un lado, tras la pandemia de la COVID-19, el teletrabajo se ha implantado como una opción más, nada extraña, y los jóvenes europeos están aprovechando esta circunstancia. Siendo prácticos, que mejor situación de aprovechamiento económico se puede dar para una familia joven del norte de Europa, que tener un paquete retributivo de su país, pero poder aprovecharlo en España.
Por otro lado, el Brexit ha provocado, y lo seguirá haciendo, una progresiva deslocalización de multinacionales europeas que estaban radicadas en UK, fundamentalmente en Londres, que ven necesario, por cuestiones legales y regulatorias trasladarse a territorio UE, y en este sentido, parece que España, por sus costes laborales, pero también por el resto de costes asociados a la implantación de empresas y sus ejecutivos, se está convirtiendo en una referencia. Sin lugar a duda, además, por la calidad y coste de sus servicios, entre los que cuento la educación y la sanidad privadas, que suelen formar parte de esos paquetes retributivos para ejecutivos y trabajadores expatriados.
Por último, la desgraciada guerra ruso-ucraniana y los efectos de la misma en forma de altísima inflación y elevados costes energéticos que afectan más a determinados países está produciendo un desplazamiento de ciudadanos del norte de Europa y zonas limítrofes a países y zonas, no solo más baratos, sino que, además, precisan de un consumo menor de energía. En este sentido, qué duda cabe, que, si atendemos a esta última consideración, y la ponemos en el plano geopolítico actual, nuestra circunstancia geográfica es inmejorable. Ser conscientes de que nos encontramos en el extremo opuesto del lugar donde se está produciendo la guerra más ruin, peligrosa y lamentable de las últimas décadas en Europa y, además, contando con algunas zonas de nuestro país con un clima envidiable durante buena parte del año que limita el consumo de energía, nos posiciona como un área de referencia migratoria inequívoca.
Más aún, y esto tiene importancia en los valores de nosotros como europeos, pero mucho más de esos jóvenes migrantes, en un país que está apostando claramente por las energías limpias, y se lo puede permitir por sus condiciones climatológicas, lo que nos convierte en un “país amable” energéticamente hablando.
Por tanto, nuestro país se encuentra en una situación privilegiada: tanto por sus características geográficas, climatológicas, por la excelencia de sus servicios sanitarios y educativos, por la calidad y el coste de vida, por el perfil de vivienda y su coste -tanto en la adquisición, como en el alquiler-, y la capacidad de acoger a un número ingente de personas. Además, hemos visto que se han producido, o se están produciendo, circunstancias en nuestro entorno que posibilitan desplazamientos de personas que nos pueden ayudar a paliar nuestra maltrecha situación demográfica.
Una situación así, un potencial ejemplo de libro del “efecto Bubba Gump”, se está dando y debemos estar preparados como país para, perdonen el término, aprovecharla.
Jaime García Crespo, CEO del Grupo Base Educación